Por Dolores Pizarro Vidal
La reciente convocatoria a la Marcha por la Dignidad en Santiago, anunciada por la sociedad civil, (#ESTONOHATERMINADO, #CHILEDESPERTO, #RENUNCIAPIÑERA, entre otros) y la participación en conciertos de los talentosos y reconocidos grupos musicales como Illapu, Los Bunkers e Inti-Illimani, sin duda una invitación colosal artísticamente hablando y también por su propuesta fuera de todo lo imaginable… Todos con capucha.
Esta frase, que pareciera irreverente y provocadora en su primera lectura, es una buena manera de empatizar y hacer un poco de justicia a la acción de los encapuchados y que no son saqueadores (estereotipo atribuido).
Una forma de dejar muy claro a las autoridades que encapuchados no es sinónimo de saqueador. Según la RAE., capucha: …”prenda de tela que cubre la cabeza y el rostro…” otra fuente: …”gorro que va unido a la capa…”.
Aquí de inmediato me viene a la memoria y ¿porqué no colectiva, también? de nuestro Manuel Rodríguez, en su guerrilla por la independencia de Chile (1818) según relata Jorge Instrosa, en Los Húsares Trágicos:
…”Recogió la capa y borneándola en el aire se envolvió en ella. (Contexto de un Chile, con encubiertas inquietudes en germinación). No había un acuerdo verdadero entre los hombres que depusieran al capitán general García Carrasco. Los más exaltados (pueblo) tenían la pasión de la libertad, anhelaban una Junta autónoma…”
Podríamos adjudicar a Rodríguez, ser el pionero en este estilo de manifestación. Que ha evolucionado solo en el atuendo –capa- ahora capucha y no así en sus demandas que parecen una utopía cíclica de la evolución.
Durante la dictadura Chilena (1973-1990), las autoridades construyeron un anuncio que decía: con capucha, como una vinculación de los combatientes y militantes del FPMR en asociación con un pueblo (no solo víctima), con claridad territorial. En ambos casos chilenos todos que vivían el día a día, con iguales penurias y necesidades.
La sociología indica a los encapuchados, como jóvenes molestos y marginados por el modelo capitalista de Chile, y el fin de la era post-dictadura. Mientras que Ana Piquer de Amnistía Internacional señala:
…”El Estado no puede controlar lo que la gente usa durante las manifestaciones. Esto está protegido por la libertad de expresión”. ..
En el marco de las marchas pacíficas en Chile, es arbitrario: para protegerse del gas lacrimógeno de la policía. En el dato duro, ellos son la carne de cañón. Los que van en la primera fila de la marcha, que tiene como objetivo único llegar al punto de demanda. Entonces aparece la policía reprimiendo. Embiste a la primera línea, este grupo humano que no tiene armas pero que subiéndose la capucha y pañuelos en la cara, algunos con cascos, otros con coderas, etc… hacen frente a un guanaco y zorrillo (grupo de fuerza) fabricando una barricada con lo que encuentran a modo de ir avanzando para llegar al punto objetivo. Cuando David y Goliat llegan a su punto de quiebre, avanzan estos dos animales (zorrillo y guanaco) entre chilenos y chilenas, estudiantes, ancianos, ambientalistas, activistas LGBT, mineros, pueblos originarios, y muchos más. Todos se dispersan como pueden y se construye una fractura… no hay diálogo, hay rabia, represión y caos. Nadie escucha a nadie.
Si bien actualmente las capuchas ya son una forma popular de vestimenta en todas las razas y edades, es muy popular en las juventudes afroamericanas y latinas. Aquí un tema de distorsión incluso que roza los prejuicios. Malos ejemplos como los de Trayvon Martin (Estados Unidos). Un Tony Blair y David Cameron con prohibiciones fuera de todo límite permitido. Y en la vereda positiva, La Madre Teresa de Calcuta (por su origen y religión), Mark Zuckerber (fundador de Facebook), Black Bloc en su Marcha por el Clima (Madrid) y nuestra Pamela Jiles Diputada (Partido Humanista) quién ingresó a la Sala de la Cámara con una capucha verde claro, previa a la acusación constitucional contra el Presidente Piñera.
La capucha se ha convertido en un marcador cultural, imagen estereotipada en el colectivo de los movimientos sociales también en Venezuela, Colombia, Perú, Ecuador y algunos países de Europa.
Y dejé el tan manoseado vocablo dignidad para el final, ya que definirlo parece tan complejo y se resume en…”Lo bueno”: la excelencia de aquello que está dotado de una categoría superior.
Entonces por qué algo tan sublime, debiera ser desde el anonimato, desde cubrirnos, desde encapucharnos… Una reflexión para buscar el motivo.