En el marco del Encuentro Internacional de Comunicación que se lleva adelante en Caracas, Venezuela, el Foro de Comunicación para la Integración de NuestrAmérica compartió, a traves de Javier Tolcachier, reflexiones y propuestas. Publicamos el texto completo.
El Foro de Comunicación para la Integración de NuestrAmérica agradece la invitación a este Congreso y celebra su título. Somos una articulación de más de 30 redes de comunicación, medios y coordinaciones sociales de América Latina y el Caribe, por lo que el lema ¡Ahora hablan los pueblos! nos convoca, nos refleja y entusiasma.
Sin duda que en nuestro diagnóstico coincidimos con lo que ya se viene expresando aquí. La crisis capitalista muestra una repugnante concentración de la riqueza, índices intolerables de hambre, miseria e indigencia, guerras, violencia generalizada en combinación con un deterioro medioambiental provocado por el afán de lucro insaciable del capital.
Por otra parte, el ascenso de potencias emergentes disputa el poder geopolítico en un tablero en el que el multilateralismo global desestabiliza la dominancia occidental y la preeminencia de los Estados Unidos de América como poder planetario único.
Frente a este panorama asfixiante, los pueblos de América Latina y el Caribe impulsan un proyecto descolonizador y despatriarcalizador, que apunta a lograr condiciones dignas de subsistencia para todos sus habitantes, transformar la matriz de extractivismo y exportación de materia prima en condiciones no equitativas heredada de la época colonial, construir paridad de género en sociedades libres y diversas y profundizar las prácticas democráticas participativas en el marco de Estados que actúen como niveladores de las desigualdades.
Un elemento central de este proyecto es la consolidación de América latina y el Caribe como territorio de paz y el rechazo a las diversas modalidades de la violencia, en virtud de la desgarradora experiencia histórica de guerras intestinas, invasiones y terrorismo de Estado y la evidencia cotidiana y generalizada de abusos, discriminación, agresiones y violación del derecho humano a la integridad física.Los estallidos sociales masivos que vemos hoy son, con sus particularidades, expresión de esta lucha.
En este contexto, los Estados Unidos desarrollan una guerra multidimensional en alianza con los poderes oligárquicos locales e internacionales y con el apoyo habitual de la Unión Europea contra los impulsos emancipadores que aspiran a una América Latina soberana, integrada y con mayor equidad social.
Con esta ofensiva, el imperialismo pretende sostener su posicionamiento bélico estratégico en suelo, aire, aguas territoriales latinoamericanas y caribeñas y en el ciberespacio, y asegurarse el apoyo diplomático de gobiernos vasallos para impedir la reformulación de la estructura de instituciones internacionales controladas como la ONU, el FMI, el Banco Mundial como así también la mantención del dólar como patrón de moneda universal.
Algunos de los mecanismos utilizados para esta guerra son el bloqueo y asedio económico, la manipulación comunicacional, la judicialización de la política, la batalla axiológica, la cooptación de las fuerzas armadas, el reclutamiento de delincuencia organizada y mano de obra desocupada, los canales institucionales y diplomáticos, las ONG’s, los fundamentalismos religiosos, el racismo explícito o solapado, el discurso de odio, misógino y neofascista.
Para reposicionar a la OEA -organización controlada por los Estados Unidos- como supuesto organismo multilateral para dirimir cuestiones intrarregionales y reconquistar la digitación hegemónica de la política regional, el hegemón del Norte ha emprendido un ataque furibundo contra los mecanismos de integración regional como la UNASUR, ALBA-TCP, PetroCaribe y la CELAC. El objetivo es destruir toda institucionalidad que exprese la voluntad de los pueblos de vincularse y ampliar su autodeterminación buscando soluciones conjuntas a los problemas heredados de una dolorosa historia colonial.
Uno de los principales objetivos de esta guerra contra los pueblos de la región es el control de la subjetividad, operando una sistemática manipulación del sentido común a través del discurso único del capital. A este fin confluyen la dictadura de los medios corporativos concentrados de difusión y las intrigas para derribar modelos alternativos exitosos, abatir la esperanza popular movilizada, dividir y desorganizar al campo popular y demonizar procesos y liderazgos aglutinantes.
Frente a este panorama, creemos que es esencial reivindicar y fortalecer la comunicación hacia una integración emancipadora desde los pueblos. Es necesario que los movimientos populares retomen con fuerza la bandera de democratizar la comunicación. Sin duda que es imprescindible la denuncia de la censura, la amenaza a comunicadores, las mentiras y el falso relato que imponen los regímenes conservadores y sus medios aliados, primera línea de ataque en la nueva cruzada macartista que se extiende en la región.
Pero el impulso de la comunicación democrática, además de develar a ojos del pueblo la nefasta influencia del poder hiperconcentrado de medios cartelizados, debe trascender la mera crítica y pasar a la ofensiva.Es imperativo fortalecer los medios populares, comunitarios, cooperativos, universitarios, sindicales y alternativos que configuran un conglomerado portador del proyecto emancipador, en relativa independencia del gobierno de turno.
Dada la desigual relación de fuerzas, se requiere la integración de la diversidad dando consistencia y funcionalidad a redes, alianzas y proyectos de colaboración. Es preciso aprovechar las virtudes, habilidades, capacidades, saberes y acumulados diferentes de manera colectiva y concertada, estableciendo ejes comunes en el marco del proyecto emancipador.
Por ello es estratégica la articulación de la comunicación popular en plataformas regionales que incluyan redes de comunicación, medios y movimientos sociales alrededor del eje de la integración de los pueblos y la democratización de las comunicaciones. Es una estrategia de “enjambre”, que permite creatividad, comunidad de objetivos, que no limita agendas propias con incidencia real en multiplicidad de sectores y actores.
La dirección a fortalecer es potenciar todo lo que ya existe – que es de dimensiones apreciables y está anclado en bases e historias muy sólidas-, reconociéndose y favoreciendo la organicidad y articulación partiendo de los aspectos que nos unen; abrir espacios de diálogo; construir una agenda común consensuada capaz de contemplar las emergencias de la coyuntura; planificar y producir contenidos que permitan trascender los discursos nacionales aprovechando capacidades existentes.
En términos de agenda -en clara dialéctica con la difusión dominante- corresponde que ocupe un lugar central la visibilización de las luchas populares como así también sus conquistas, sumado a la difusión de buenas prácticas y modelos alternativos a la depredación capitalista. De particular importancia es destacar la estructura que interrelaciona las luchas y promover su articulación efectiva a nivel continental como así también el develamiento de las fuerzas, instrumentos y relatos que se oponen a la construcción integradora del proyecto emancipador.
De allí la importancia de los contenidos de interacción regional desde la perspectiva de los movimientos sociales, junto al fortalecimiento de su incidencia en los procesos institucionales oficiales de integración.
Por otra parte, para ser eficaz, la comunicación debe ser capaz de traspasar la mera propaganda y conectar con sentidos profundos de las poblaciones a las que se dirige.
Un aspecto central es comprender que la lucha ideológica-cultural es la forma superior de lucha, porque apunta a la hegemonía más allá de factores coercitivos o de coyuntura. En el plano de las ideas, lo que importa es confrontar las ideas fuerza del oponente, con el eje centrado en la contundencia argumentativa. Disputar el carácter de esta confrontación es clave, ya que aquí radican nuestras fortalezas.
Debemos evitar que prevalezca la visión instrumental de la comunicación que se limita a la herramienta unidireccional centrada en la información y la diversión, con los mismos patrones y formatos definidos por el poder del sistema dominante. Con esa mirada, la comunicación queda reducida a los medios masivos y el marketing y por extensión a las redes digitales, contemplando marginalmente a otras expresiones comunicativas y artísticas. Con esta visión, además, se deja de lado el componente relacional y dialógico propio de esta actividad humana, lo que redunda en el divorcio entre comunicación y cultura.
La participación popular protagónica es un elemento central de aporte, debate y transformación de sentidos, a la par de generar un indispensable efecto de construcción de poder político y de disputa ante la censura y el discurso único. La comunicación emancipadora debería aunar el momento catártico de la denuncia y la indignación con proyecciones propositivas. Tendría que dejar atrás el efecto de cámara refractaria que supone “hablarle a los convencidos”, ya que esto a su vez implica alejar a los que no militan. El alejamiento de sectores potencialmente aliados o cercanos debilita a los proyectos populares, estableciendo una suerte de colchón intermedio que amplificará el eco de las derechas.
Es preciso apuntar a disputar el espacio de sentidos comunes masivos, en particular en el conjunto más joven y dinámico de la sociedad. No debe pretenderse instrumentalizar a las nuevas generaciones, sino valorar en plenitud su lógica dialéctica con los modelos establecidos. Los jóvenes expresan el aporte de nuevas sensibilidades políticas a ser integradas de forma constructiva para que no deriven en simple catarsis antigubernamental y sea utilizada como ariete por los promotores de la neocolonización.
En términos de práctica comunicacional, algunos factores a tener en cuenta son la multiplicación cuantitativa en la interlocución, el empoderamiento tecnológico y la capacitación técnica.
En relación al nuevo escenario digital, la presencia en redes debe ser acompañada de la apropiación de una cultura tecnológica de liberación que dispute la estructura monopólica en manos de corporaciones del Norte global. De particular relevancia es el tema de la seguridad digital, aplicando herramientas que prevengan el espionaje y los ataques cibernéticos.
Mirado en proceso, es clave el acoplamiento y apoyo a las múltiples iniciativas existentes de emancipación tecnológica en el marco de una Internet de los Pueblos, en alianza con coaliciones globales para incidir en la redefinición democrática de la gobernanza internacional de la tecnología.
En términos más tácticos es obvia la importancia de lograr contrarrestar las agresivas campañas de la derecha por redes sociales y de mensajería, campañas de contenidos falsos cuya masividad, segmentación, automatismo y amarillismo tienen un severo impacto negativo en la imagen de líderes y proyectos populares, desplazando los logros sociales con maquinaciones ficticias sobre sus actores.
En términos cualitativos, la producción debe ampliar el caudal de imagen, la transmisión en vivo y el componente gráfico, aplicando el humor, la ironía, la creatividad y la capacidad de síntesis incluyendo una porción de contenidos culturales y de ocio instructivo.
Al mismo tiempo, dada la velocidad, desestructuración y fugacidad de la información actual, es crucial atender a aportar elementos que den estructura a la masa de contenido desorganizado, generando una comprensión resistente a la manipulación y la desinformación. En este sentido, es evidente la importancia que cobra el componente de formación política.
Para terminar y a modo de síntesis, para avanzar en los proyectos de integración y emancipación popular nuestro Foro saludaría y acompañaría un plan que contenga ejes de comunicación estratégicos de mediano y largo plazo, ejes temáticos de relevancia coyuntural, la coordinación en red de ofensivas comunicacionales integrales y regionales a través de múltiples soportes y la articulación de discurso y acción política en vasocomunicancia con los sectores populares, amplificando apoyos desde diversos sectores del medio social. Más allá de esto, reafirmamos que lo más importante es crear un acumulado de conciencia social que resista en perspectiva histórica a la manipulación del poder establecido, más virulento que nunca por su propia crisis terminal.
Nada más. Nuevamente, muchas gracias.