El miércoles por la mañana en Madrid, representantes de la Cumbre Social por el Clima anunciaron oficialmente el inicio de sus actividades, que ocuparán diferentes espacios de la capital española del 6 al 16 de diciembre, con un amplio programa de talleres, conferencias, manifestaciones y ceremonias a cargo de representantes de los pueblos indígenas. Esta iniciativa se desarrolla paralelamente a la COP 25, 25ª Conferencia de las Partes (unos 200 países) que adhirieron a la Convención de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, y reúne jefes de Estado para buscar soluciones a la crisis climática derivada de la acción humana, también en Madrid, del 2 al 12 de diciembre.
Inicialmente toda la atención se centra en la marcha que comenzará a las 18:00 horas en España, el 6 de diciembre, a la que se espera que asistan miles de personas de diferentes países. «Vinimos de Chile para traer este mensaje al mundo: en nuestro país parecía imposible que la gente saliera a las calles continuamente para cambiar la Constitución. Y eso es lo que tenemos que hacer ahora: salir a las calles y no parar hasta que alcanzar los cambios que queremos», dijo la representante de la Sociedad Civil por la Acción Climática (SCAC), que representa cerca de 150 ONG ambientales chilenas en la organización de la Cumbre. «Este no es un año cualquiera, es el último año que tenemos que empezar un gran cambio», añadió.
Esta afirmación se refiere al hecho de que la COP25 es la última reunión para poner en marcha el Acuerdo de París, concebido como el primer pacto global vinculante sobre el clima, que entrará en vigor en enero de 2020. El objetivo es que cada país tome las medidas necesarias para mantener el calentamiento global por debajo de los 2 grados centígrados en relación con la era preindustrial; mantener la producción de alimentos con bajos niveles de emisiones de gases y poner a disposición los recursos financieros para enfrentar el desafío.
De ahí la urgencia y la importancia del mensaje chileno para la población mundial. Sin duda, aunque la conferencia sea global y el país anfitrión europeo, la atmósfera de esta cumbre social paralela está dada por el escenario político latinoamericano, para bien o para mal.
Es decir: si el entusiasmo viene de Chile, por otro lado, uno de los grandes obstáculos para el éxito de los objetivos climáticos es sin duda el actual gobierno de Brasil, que en primer lugar, a fines de 2018, se negó a ser sede de la COP 25. En segundo lugar, acusó a los ambientalistas e incluso al actor Leonardo di Caprio por los incendios sin precedentes que ocurrieron en la Amazonia a mediados de 2019: la selva perdió más de 9.700 kilómetros cuadrados de vegetación –equivalentes a 10.000 campos de fútbol– entre agosto del año pasado y julio de este año, un 30% más que en el mismo período anterior. Finalmente, y a contramano de los objetivos del Acuerdo de París, defiende la expansión de las fronteras agrícolas como matriz de crecimiento económico, en lugar del uso intensivo del actual territorio agrícola brasileño, que actualmente está subutilizado. Además de estimular la deforestación ilegal, aunque indirectamente este discurso también parece estar relacionado con la creciente invasión de territorios indígenas y el consiguiente asesinato de sus líderes, se opone a esta política depredadora para toda la humanidad.
Brasil es el séptimo país del mundo en emisión de gases por el uso agrícola del territorio, que representa el 70% de las emisiones, la mayoría debido a la deforestación. Si la deforestación se redujera a cero, Brasil podría reducir sus emisiones en un 44%, lo que corresponde a lo que la industria y el sector eléctrico emiten juntos. Por otro lado, y con independencia del gobierno actual, el país está a la vanguardia mundial en la producción de energía limpia: el 47% de la energía que produce proviene de fuentes limpias, y el 85% de la electricidad proviene de fuentes renovables.
La conclusión de este escenario es la misma de siempre, pero vale la pena reiterarla: no es posible lograr el equilibrio climático sin el compromiso de todos los seres humanos con la igualdad social y el respeto a la diversidad de pueblos, razas, culturas, especies vivas. Todas las demandas se incluyen en estas, como podemos ver en la galería de fotos que acompaña a este informe.
Fernanda Mendes (con información de DW)