El gobierno de Mariano Rajoy ha sido legitimado en las últimas elecciones presidenciales, obteniendo más votos que nunca en la historia un candidato del Partido Popular (PP). Siendo un candidato poco fiable y del que se mofaban incluso los suyos, logró convertir la traición del socialismo (PSOE) en su mejor campaña publicitaria. Prometiendo pararse en las antípodas del gobierno herido de Rodríguez Zapatero consiguió desbancar a los socialistas justo a tiempo para salvar a sus aliados.
Rajoy estafó a toda la población llevando adelante políticas idénticas a las que esgrimieran los del PSOE, incluso hundiendo más profundo los clavos del ajuste y el recorte. Escudándose en que son medidas forzadas por el Banco Central Europeo (BCE) y las potencias europeas, no quiere pagar el costo de las reformas asesinas que está llevando adelante.
Si bien los discursos fueron ditirámbicos, no se le puede acusar de incoherencia en lo que lleva de gobierno, ha barrido para los que ha barrido siempre el PP: los grandes oligarcas, la Iglesia, la banca y la monarquía.
Esperar otra cosa del partido filofranquista es una ingenuidad. Lo que no podemos avizorar todavía es hasta dónde van a arrasar, cuál será el límite que le imponga la población y hasta qué nivel de violencia están dispuestos a llegar.
Por ahora la represión ha sido desproporcionada y fuerte, obteniendo el objetivo buscado: la dispersión. Pero las últimas medidas (30 mil millones de euros para los bancos, rebajas de sueldos, pensiones y prestaciones para desempleados, subida del IVA, etc…) pueden haber desencadenado nuevos movimientos populares que desborden a los operativos de reviente de manifestaciones habituales y porras alegres.
Hay dos datos muy desalentadores en ese sentido, pese al asesinato de un seguidor del Athletic de Bilbao por el golpe ocasionado por las pelotas de goma y acero, la prohibición de estas armas no se hará efectiva hasta, por lo menos, el año que viene. Y por el otro lado tenemos la militarización de Asturias, en lo que se refiere a los enfrentamientos contra los mineros del carbón, que se resisten a quedarse en la calle.
Estos dos videos muestran, por un lado como dispararon contra la gente sin ninguna justificación en Madrid estos últimos días y por el otro el tipo de enfrentamientos que se están llevando adelante en las sierras asturianas.
Muchos agoreros apostaron por el fallecimiento del movimiento del 15M. Lo hemos visto sucumbir en algunos barrios a causa de partidos políticos que cooptaron las asambleas o en otros se llevó a la disolución por las dificultades de comunicación. En ese sentido será interesante seguir de cerca la evolución de los paradigmas en el interno del movimiento, como se instalan y se ponen en marcha las formas novedosas de organización, de toma de decisiones, de estrategias de lucha. Deben aprender haciendo para poder mostrar a otros con el ejemplo que es posible hacer realidad los sueños.
En la Argentina en los momentos de mayor crisis se dieron respuestas a las urgencias primarias: comedores populares, cooperativas, fábricas recuperadas, sistemas de trueque, asambleas barriales, escuelas populares y sindicatos de desempleados. Todo eso permite hacer frente a las responsabilidades cotidianas, a las necesidades básicas y también permite ir adquiriendo una nueva consciencia social solidaria, plural, respetuosa, con ingenio colectivo.
Esa inteligencia colectiva debe manifestarse también políticamente. Para erradicar las malas políticas y a la enferma clase política profesional es necesario ocupar los espacios de decisión, ir desbancando al interior de los partidos a los corruptos y vendidos, crear nuevos partidos que tengan los valores pretendidos.
Ocuparse de la política no significa abandonar los proyectos paralelos, pero dejar el cuidado del rebaño a los lobos será siempre peligroso. El camino de la transformación noviolenta requiere adueñarse de todos los frentes de acción de los violentos para poder cambiarles el signo.
En ese sentido también hay datos esperanzadores: los bomberos, los empleados de la sanidad y de la educación manifestándose y queriendo cambiar el estado de cosas, significa también una democratización de sus instituciones; que un sindicato militar exponga abiertamente su descontento con las políticas del gobierno abre nuevos frentes de discusión.
Llegará el turno de la justicia, de los policías, todo llega. Lo importante es no caer en la pesadumbre y en la ansiedad. Mantener el espíritu alto de lucha organizadamente, cuando no estamos solos no estamos vencidos. Es el conjunto el que mejora los individuos, si se logra dar ese salto de individuos a conjunto la batalla principal está ganada.