Frente al Golpe de Estado en Bolivia, percibo una suerte de justificación de los hechos, como que la causa de ello fuera el mismo Evo que ha sido derrocado.
En primer lugar quiero expresar claramente mi punto de vista de forma muy sintética: la gestión de Evo ha sido ejemplar, tanto respecto a la redistribución de la riqueza como por el empoderamiento de los sectores populares de Bolivia. Su gestión se mantuvo en pié buscando siempre el apoyo y la aprobación popular, ganando elecciones con un margen importante, hasta la última elección en la que ganó con «alrededor» de 10 puntos de ventaja sobre el segundo candidato.
El liderazgo de Evo, así como de otros en Latinoamérica, hay que entenderlo desde la perspectiva de lo que es el desarrollo de las instituciones democráticas en estos países. Pienso en los tres poderes del Estado, las fuerzas armadas, las constituciones y también la distribución de la riqueza y la concentración de los medios de comunicación.
Lo que es difícil entender es que las instituciones democráticas en Bolivia son demasiado frágiles. Si vemos la democracia como una forma de distribución del poder y de la riqueza, en Bolivia así como en otros países de Latinoamérica el nivel de desarrollo de las instituciones democráticas no garantiza que haya suficiente redistribución, que no haya golpes de Estado, etc, etc. El liderazgo es como una etapa previa, lo que sería una democracia embrional, y sobre este liderazgo es posible construir un Estado que pueda garantizar ciertos niveles mínimos de democracia y redistribución.
No estoy diciendo que el liderazgo siempre haya sido la forma de llegar a instituciones democráticas fuertes, digo sólo que esto es lo que pasa hoy es algunos países de Latino América, donde se van construyendo democracias. Son países «nuevos» fruto del colonialismo, que sufrieron Golpes de Estado durante los años 70, sufrieron y sufren una fuerte injerencia desde el exterior.
En síntesis hay que entender que las instituciones democráticas en algunos lugares se encuentran en una etapa embrional y los liderazgos son una forma de fortalecer la democracia, entendida como la redistribución del poder y de la riqueza.
Por supuesto el liderazgo tiene sus problemas porque en algunos casos se puede transformar en algo impopular. El caso de Evo me parece que siempre tuvo mucho apoyo popular y también de desarrollo democrático, además de mucha redistribución de la riqueza y de protección y desarrollo de los sectores más pobres.
Sin este liderazgo, Bolivia no hubiera crecido tanto como lo hizo en la última década, un crecimiento que fue absolutamente acompañado por mecanismos de redistribución de la riqueza y empoderamiento de los sectores populares.