Por Martín Ruano
Allá por 2016 José Natanson propuso que el Macrismo era un nuevo modelo de derecha renovado, democrático, moderno, etc. La historia demuestra lo errado de tal lectura: la derecha argentina es tan rancia, medieval, racista, semicolonial y obsecuente de los poderes externos como lo fue siempre. Apenas se perfumaron distinto, porque ni siquiera en lo discursivo cuidaron realmente su ideología e intereses. No quita esto que hubo una cobertura propagandística y mediática que trató de contener esa imagen y proyectarla, aunque con el diario del lunes también ésta demostró ser mucho menos efectiva que lo que se preveía.
Sin embargo, en buena medida, esa discusión obturó otras. El Pro en las PASO del 2015 había logrado remontar casi 8 puntos de diferencia para llegar a un ballotage, y luego ganarlo con la mínima diferencia. Fue la primera aparición en escena de los amigos esquiadores de la “delirante” Carrió. Los errores del FPV fueron tan groseros en toda esa elección que la lectura política de lo sucedido también quedó escondida tras el sentido común en dos lecturas: 1) El FPV hizo mal todo, 2) Durán Barba es un genio que pudo aprovechar todos los errores y entiende cómo se maneja la política moderna (de aquí se heredó la “lectura errónea” de Natanson). La primera de las cuestiones era correcta, el FPV hizo todo lo que podía hacer mal en esa elección, así y todo, perdió sólo por poco más de un punto. Sobre la segunda, quedó claro en estas últimas elecciones lo que había quedado en discusión en 2015: no son los medios la piedra fundamental de la política sino apenas su ropaje. Sin quitarles importancia a la hora de crear ambientes y sensaciones sociales, ni de su influencia en estas, queda claro igual que a fin de cuentas ni la mentira de las encuestas ni el alineamiento de los medios de comunicación definen las elecciones ni decisiones populares.
Pero nos quedó en el tintero la remontada electoral de 2015, revalorizada con la actual. También nos queda en el tintero el articulado continental de esta derecha con el resto de las derechas continentales, que son llamativamente parecidas. ¿Cuáles son las características de estas derechas?
Poco después de que Mauricio Macri ganara la elección recorrieron las redes sociales imágenes de Macri en sesiones evangelistas, y luego trozos de discurso del presidente imitando las formas y los modos. El recorrido no superó los memes y la suposición de que Durán Barba copiaba a telepredicadores, mormones, testigos de Jehová, etc. Al tiempo en Brasil Bolsonaro ganaba con el apoyo y militancia de los sectores evangélicos.
Nuevamente en Argentina, luego de la sorpresiva diferencia lograda en las PASO 2019, la iluminada Carrió nuevamente invocó con un guiño cómplice de ojo a sus esquiadores. Y los esquiadores respondieron, sorpresivamente. Pero no eran esquiadores. Mauricio Macri recorrió el país logrando algo que no había logrado en todo su mandato: movilizar multitudes. El anticarismático y antipopular Gato movilizó miles en las calles de todo el país. Quien haya visto las escenas de los discursos no puede evitar ver las similitudes con un programa de medianoche de Canal 9: todos los argumentos y las formas de interpelar al público de un pastor evangélico, todas las respuestas de este público, tal cual responden en sus iglesias evangélicas. Para el postre, Macri se hizo bendecir por un pastor (otro dato que llenó las redes de memes, pero sobre el que se hizo poco análisis político) y se constituyó en un pañuelo celeste (cosa que había rechazado hacer hasta el momento, pero que era una de las reivindicaciones centrales de los movimientos evangelistas el año pasado).
El principal problema de estos hechos es que se toman como representaciones de la estupidez o el medievalismo de Macri y no como signos políticos. Sirven para hacer memes, por supuesto, pero no se puede perder el análisis de los mismos: Macri no usaba los modos evangélicos “porque sí”: Macri usaba los modos evangélicos porque su público era el evangélico, porque los que llenaban esas plazas y, finalmente, la 9 de Julio, eran movilizados por una estructura silenciosa que no hemos tenido en cuenta en el análisis político en América Latina.
La dimensión continental
Voy a pedir disculpas, porque no soy experto en religiones, sé muy poco de ellas realmente. Seguramente se me escapan las diferencias que hay entre diferentes grupos evangélicos y religiosos, muchos de ellos ajenos a las operaciones políticas. Sin duda lo que digo aquí engloba algunos en un colectivo indiferenciado donde hay muchos otros grupos evangélicos que tienen intereses contrarios a los que aquí señalo.
Pero no soy ciego. Si tiene cola de perro, cuatro patas de perro, ladra como un perro y tiene hocico de perro y parece perro, es perro señores. Quizás no le conozco el pedigree, y seguro que el mismo es un dato relevante, pero es perro. Ya otros mucho mejor que yo podrán analizarlo más profundamente y señalar aquellos grupos religiosos que forman parte de una estructura política y aquellos que no.
No es casual que, en el continente en cada acto de la derecha, en cada representante de la derecha obsecuente con el poder norteamericano haya un “líder” evangelista o que se convierte al evangelismo al grito de “sí se puede”.
Cuando pensamos las nuevas características de los golpes de estado en América Latina, situamos las diferencias con los golpes de estado clásicos: Que el ejército no toma el poder en forma personal y pone a un general en el poder, sino que se encarga de sostener a uno de estos repentinos “líderes populares”, siempre ligados a los evangélicos, bastante desconocidos para la mayorías y los medios, que ascienden a la fama rápidamente ante el estupor de los sectores progresistas y la desconfianza cómplice de los sectores medios y acomodados. Hay varios ejes en estos golpes: el judicial, donde se ejecuta de forma vertiginosa un proceso de destitución y/o proscripción de líderes populares legítimamente electos (quizás el prototipo y la prueba de ensayo fue la destitución de Ibarra en CABA en 2006, y luego el mecanismo se fue mejorando y aceitando con varios presidentes hasta el gran golpe en el Brasil de Dilma Rousseff). El desorden civil extremadamente violento, gestado por grupos organizados que intentan boicotear la estructura y atacan a los gobiernos populares declamando de forma vacía defender “la democracia”, “la libertad”, etc. Imitan los levantamientos populares, pero están mucho mejor organizados y atacan objetivos que no son al azar, e incluso a veces con armamentos que no tienen los sectores populares (Venezuela y Bolivia son los dos países donde esto se evidencia de forma más dramática). El apoyo silencioso y logístico de las embajadas norteamericanas, y el apoyo explícito del gobierno norteamericano, al unísono con el de los gobiernos cómplices de la región, y organizaciones internacionales amigas, declamando un discurso alineado completamente con estos “líderes populares”: La “defensa” de la “democracia” para derrocar a presidentes legítimamente electos llamados “dictadores”, el odio racial y de clase, el nombramiento de los sectores progresistas como asesinos, dictadores, indios, pobres, negros, etc. Todo sazonado con el ya característico “si se puede”.
Voy a evitar la discusión con los “argumentos” que emplea este sector para evitar extender por demás esta nota. Sí me interesa señalar que la virulencia y frecuencia de estos “levantamientos populares” de derecha aumenta cuando aumentan las tensiones internacionales entre EEUU y China. También que, a diferencia de lo que sucedió allá por el inicio del siglo, cuando hay levantamientos populares reales, los gobiernos de derecha se niegan a renunciar sin temor de reprimir y masacrar al pueblo. Sostienen sus gobiernos esperando que la situación se descomprima, dando pequeñas victorias a los sectores populares y diciendo que “entendieron”, pidiendo “disculpas”, etc. Por último, es destacable el odio racial y de clase que tienen estos sectores contra todos los sectores populares, con cualquier “argumento” o simplemente con cualquier palabra disponible. Las palabras de la primera dama chilena fueron en tal sentido por demás esclarecedoras: si los pueblos avanzan quizás ellos tengan que renunciar a algunos privilegios.
Conclusión
Es necesario que podamos entender con mayor profundidad cómo se da el intervencionismo norteamericano en la región, cómo han evolucionado sus métodos y resortes. Está claro que no van a respetar ninguna victoria democrática popular en la región. Lo que debemos entender es además como actúan. Es evidente que están dispuestos a intervenir directamente para proteger sus intereses, pero también que esa es la última instancia y que antes tienen muchísimos argumentos y resortes políticos y sociales mediante los que operan silenciosamente en nuestra región. Sus intereses son coloniales, sus argumentos son medievales, pero sus métodos evolucionan mucho más rápido de lo que creemos. Que no haya confusión: no digo que sean evangelistas o religiosos, digo que penetran e intervienen sus estructuras silenciosamente, inundándolas de ideologías y éticas neoliberales, financiándolas, corrompiendo y comprando a sus pastores y líderes, para usarlas y movilizarlas en el momento adecuado. Esto funciona como explicación a por qué ellos confían tanto en sus “remontadas” electorales, cómo usan frases como el “sí se puede” con las que tocan fibras adiestradas en los templos en conjunto con la meritocracia, y cómo inundan a la población con imágenes, odios y éticas antipopulares.