La salud es un Derecho Humano inalienable y así debe ser tratado. Lo afirma la Declaración
Universal de los Derechos Humanos de 1948 en su artículo 25:
“Toda persona tiene derecho a un nivel de vida adecuado que le asegure, así como a su familia, la
salud y el bienestar, y en especial la alimentación, el vestido, la vivienda, la asistencia médica y los
servicios sociales necesarios; tiene asimismo derecho a los seguros en caso de desempleo,
enfermedad, invalidez, viudez, vejez y otros casos de pérdida de sus medios de subsistencia por
circunstancias independientes de su voluntad”. (Declaración Universal de los Derechos Humanos)
Salud y bienestar humano son derechos universales que no deben depender del país de residencia.
“Humanizar la salud” requerirá de una transformación social profunda que abarcará múltiples
factores y nuevos paradigmas. La equidad en los gastos es sólo uno de estos factores. Aunque el
gasto específico en salud (sin contar lo destinado a bienestar), no define por sí solo una
prestación de calidad, su inequidad aumenta la desigualdad de oportunidades. Algunas
estadísticas reflejan esta situación:
Gastos específicos en salud por persona:
Países con ingresos medio-altos : USD 270 x persona (350% mayor que los demás países)
Países con ingresos medio-bajo: USD 60 x persona (solamente el 40% de este presupuesto
proviene de los gobiernos. El 60% restante proviene de los propios ciudadanos, fundaciones y
organizaciones no-gubernamentales). Fuente: OMS (ver nota completa en: http://OMS – Gastos en Salud ) )
El derecho a la salud y el bienestar para todos los habitantes del planeta independientemente
de su país de residencia es un imperativo moral que no puede quedar como “letra muerta” en
una Declaración de Derechos. La equidad en los gastos destinados a la sanidad, aunque no
resuelve el problema en su totalidad, ayudará a incorporar la “igualdad de oportunidades” a la ya
mencionada declaración de “igualdad de derechos ante la ley”. Esto se lograría por una mayor
participación del gasto público (como % del PBI que cada país destina específicamente a la sanidad)
y consecuentemente un menor peso del gasto privado.
Esta transformación deberá ser impulsada por la presión de las sociedades y por la acción de
organismos internacionales (ONU, OMS) con carácter urgente y vinculante para los países,
estableciendo metas y generando resoluciones para tal fin (como se está impulsando para otros
graves problemas mundiales como es el cambio climático)
Este cambio avanza en la dirección de ver al mundo como una sociedad mundial organizada,
solidaria y no-violenta. ¿Utopía? Es posible…pero es desde las utopías que han nacido y nacen
los grandes cambios de la historia humana.
“Poniendo todo en función de la salud y la educación, los complejísimos problemas económicos y
tecnológicos de la sociedad actual tendrán el enmarque correcto para su tratamiento” (Silo).