Como disciplinar a una comunidad para que acepte ser “sacrificada” por la(s) economía(s) extractiva(s)

Neuquén, Puel Mapu. Mientras avanzamos con el equipo de imagen documental sobre la Ruta Provincial N° 7 hacia el paraje de Sauzal Bonito, registramos en el camino como éste se va transformando lenta y paulatinamente hasta convertir las chacras verdes en parajes desolados, cubiertos de hierros que emanan fuego. Los álamos cortados de cuajo para que no vuelvan a crecer, los cubos de alfalfa recostados sobre el centro de las chacras donde antes había árboles, el bulto de una vaca muerta rodeada de jotes negros gigantes al costado del camino, el fuego en el aire que produce el venteo de las plantas de gas y las casillas rodantes que conforman los barrios donde viven (temporalmente) los trabajadores petroleros que residen en Añelo, configuran el paisaje post – apocalíptico en el que nos introducimos a investigar.

Introducción

Al llegar a la “ciudad que tiembla” nos encontramos con una enfermera, un bombero voluntario y un grupo de trabajadores petroleros desocupados recientemente despedidos. Sus relatos describen un escenario asfixiante, deshumanizado y corrupto que el Estado provincial y los medios locales se ocupan de invisibilizar y minimizar. “Están muy delicaditos”, les respondió el intendente de la comunidad Ariel Zapata cuando parte de la población le reclamó por la evidente contaminación del agua y los problemas gastrointestinales que esta contaminación está produciendo en Sauzal Bonito.

Kiñe | Uno
“Casi todos estamos comprando agua mineral (para beber)”

El historial de violencias que producen las economías extractivas sobre la población –y todas las formas de vida cercanas– están delimitadas por los decretos y permisos que establecen el Ministerio de Energía nacional, los Estados provinciales y las empresas extranjeras. El ejemplo más concreto, y con respecto al fracking, es que aún hoy resulta un secreto de Estado saber cuáles son los metales pesados que utiliza la fractura hidráulica para romper las rocas contenedoras de gas que habitan el subsuelo de la tierra. Por otro lado, lo que sí es visible dentro de las ciudades extractivas, son los signos de malestar que comienza a expresar la población y los elementos de la naturaleza que la acompañan; signos que pueden adelantar el malestar crónico que se avecina y que finalmente se incorpora de forma irremediable en el cuerpo de las víctimas. La primera consecuencia directa en este historial de violencia es la contaminación de los distintos afluentes de agua dulce (ríos, arroyos, ojos de agua, aljibes) cercanos a la ciudad o paraje donde existe un asentamiento social. En segundo lugar, como si se tratara de un gesto de dolor, aparecen las enfermedades en la población que consume este agua contaminada. Al respecto Mariela Cursi, enfermera de la posta sanitaria de Sauzal Bonito, nos detalló información sobre el sedimento que empezó a aparecer y quedar alojado en las bachas de las cocinas de las casas.

“En el agua lo que empecé a notar es una sustancia como arenosa. Yo soy una persona que consume mucha agua y en mí fue el cambio también, porque yo desde que llegué nunca había tenido que comprar agua y ahora si lo tengo que hacer. Pero no sé explicar qué tipo de sustancia arenosa es y qué daño nos puede producir. ¡Nos está preocupando el tema del agua! Estamos recibiendo muchos casos de problemas gastrointestinales y no sabemos si se deben a estos movimientos telúricos o… no sé. Yo sé que la tierra se mueve por algunos segundos y creo que eso también mueve las capas de la tierra, que es lo que nos trae el agua así. Según los estudios, el agua está para el consumo humano, pero casi todos estamos comprando agua mineral”.

Luego de pasar la pequeña ciudad de Añelo, abordamos con el equipo de imagen documental una calle de tierra que nos condujo hasta Sauzal Bonito. La ciudad está aislada. Hay que recorrer cerca de 15 kilómetros por una calle de tierra hasta llegar al paraje. En ese recorrido pudimos divisar un puente y un cauce de agua totalmente seco, una escena que se repite también en la ciudad de Añelo. Pero el efecto del fracking no es el único que está presente, también el venteo de gas muestra rápidamente sus efectos en la población.

Paraje de Sauzal Bonito. Foto: Gustavo Figueroa. Equipo de imagen documental

“Más consultas hemos tenido por problemas alérgicos, porque ahora tenemos un pozo acá cerca en Loma de la Lata, que dependiendo de como venga el viento, ese aire llega hasta acá y terminamos todos con problemas de alergia, hasta yo inclusive. Picazón de nariz, los ojos, como un resfrío, pero cuando eso se va no pasa más nada. Gente que viene bajando, por ejemplo, por el camino desde Cutral Co, siente un olor diferente en Sauzal Bonito. Yo que estoy todo el día acá no lo he notado, sólo estar resfriada o una mucosidad que no sé de dónde viene. Y esto es reciente. Es más, gente que es alérgica ha venido a mi casa los fines de semanas para preguntarme si no tenía algo para la alergia. Y cuando nos ponemos a hablar estamos teniendo los mismos síntomas.”

Con el equipo de trabajo viajamos dos veces al paraje. En el primer viaje fuimos con la idea presente de que sólo nos íbamos a encontrar con las rajaduras en las casas y el relato de las personas que vivenciaron los sismos, pero el escenario resultó mucho más complejo. En los momentos críticos la ciudad padece la falta de personal y de recursos. Rápidamente el paraje queda aislado, sin comunicación. Los alertas en el cuerpo comienzan a dibujar un historial de enfermedades que se pueden llegar a presentar de forma permanente en un futuro no muy lejano.

“Los movimientos en sí son como un hundimiento. Yo lo he percibido así. Son cuatro segundos. No te da tiempo a nada. Sólo a quedarte quieta. Parece que se te va a hundir la tierra. El movimiento es la vibración. Y me ha producido taquicardia, por eso el tema de la capacitación de mis compañeros de Cutral Có fue eso, que estén capacitados ellos para venir a rescatarnos a nosotros porque en sí, en el lugar no sabemos si vamos a estar preparados para rescatar a otra persona. No sabemos con qué nos vamos a encontrar.”

Epu | Dos
“Nosotros estamos en el medio de Vaca Muerta y no tenemos trabajo”

Mientras entrevistaba a Mariela en una plaza pequeña y curiosamente deshabitada de niños, llegaron en varios autos un grupo de jóvenes. Se trataba de cerca de 12 trabajadores de entre 20 y 30 años de edad que habían sido despedidos recientemente. Ellos esperaron todos, respetuosamente en un costado de la plaza. Un hecho que sin duda me sorprendió. Que una parte importante de la comunidad nos haya estado esperando para concretar las entrevistas detalla sutilmente el aislamiento comunicacional y la situación de incertidumbre económica –por la falta de propuestas laborales– en la que está sumida esta comunidad.

El equipo de imagen documental junto a uno de los trabajadores despedidos registrando la cisterna de agua. Foto: Gustavo Figueroa

Comencé conversando con dos trabajadores, luego tuvimos una charla general con todos antes de dirigirnos hasta la cisterna de agua que está en una de las bardas que rodean la ciudad. El primero en contar su caso fue Andrés Mena, un joven de 26 años, “nacido y criado en Sauzal Bonito”, como él asegura. Hace un mes lo despidieron. Trabajó dos años en Techint.

“Trabajaba en la administración con certificados de elementos de izaje. Me despidieron por finalización de obra. En la actualidad estamos sin trabajo. Estamos peleando para poder trabajar, para poder conseguir un trabajo. Tenemos pocas posibilidades. Tenemos el apoyo de la UOCRA (Unión Obrera de la Construcción), pero se pararon todos los ingresos. No hay respuestas. Nosotros estamos en el medio de Vaca Muerta y no conseguimos trabajo.”

Andrés, como sus compañeros, saben que si consiguen nuevamente un empleo, va a ser temporal. Las empresas y los municipios locales establecen mecanismos de dependencia y exclusividad en que los jóvenes trabajadores se perciben acorralados, sin opción. Los contratos son cortos, de entre 6 y 8 meses de duración. Las empresas les exigen para trabajar capacitaciones específicas, pero pareciera que nadie está dispuesto a capacitarlos para tales funciones.

Grupo de jóvenes desocupados en la plaza de Sauzal Bonito. Foto: Gustavo Figueroa. Equipo de imagen documental

“Hay desocupados de acá que nunca entraron a Vaca Muerta. Y los que entraron, entraron por poquitos meses. ¡No es seguro! Si es por obra, estás 6 o 7 meses. Nosotros lo que pedimos son capacitaciones para poder trabajar bien en Vaca Muerta”.

El juego es perverso y extenso. Las empresas gasíferas, los municipios y el Estado provincial se encargan de anular toda clase de posibilidades para acceder a propuestas laborales que estén por fuera del negocio extractivo. Peor aún, Andrés sabe que trabajar en estas empresas significa también ser parte de un movimiento económico que afecta directamente sus vidas, ya que el fracking es el responsable de la contaminación del agua y los movimientos sísmicos dentro del paraje. Una verdad de perogrullo que es sabida dentro de la comunidad, pero Defensa Civil, durante el inicio de los sismos, se encargó de difundir el mensaje de que los sismos se producían por causas naturales. “Los sismos están hace 3 o 4 años, pero comenzaron a ocurrir cuando comenzó todo el movimiento de Vaca Muerta. Nunca hubo movimientos acá”, aclara Andrés Mena.

Retrato de Andrés Mena. Foto: Fernán Costantino. Equipo de imagen documental

Andrés señala que han pedido charlas con la empresas Pluspetrol e YPF para saber qué es lo que pasa con los movimientos que afecta la ciudad, pero nunca se las dieron. Por su parte, otro joven trabajador me muestra una foto de su celular donde se puede ver una pileta pequeña con agua totalmente negra, la misma agua contaminada que nos mostró Mariela dentro de la posta y que pudimos constatar en la cisterna de agua. El ocultamiento de información y la contaminación del agua, parecieran ser parte de un plan sistemático que se viene ejecutando en la mal llamada patagonia argentina hace décadas.

“Mi nena tiene dos años. Primero estuvo internada. Tenía muchos vómitos. Le iban a poner suero por la deshidratación, pero finalmente no le pusieron. Así que tuve que empezar a comprar agua porque antes cuando trabajaba en la empresa podía traer agua de la empresa, pero ahora que me echaron me quedé sin trabajo y ya no podía crear más agua”.

El círculo es vicioso e hiriente. Las empresas extractivas no sólo establecen una dependencia laboral y económica, sino también en la vida cotidiana suprimiendo un elemento vital para la vida y para el desarrollo de una sociedad. En todas las ciudades extractivas el agua es la primer damnificada. Las empresas instaladas en Añelo, por ejemplo, desvían el curso de los ríos para riego y consumo del personal. El gran interrogante es, ¿cómo es devuelta esa agua al río? ¿Cuál es el grado de contaminación? Si trabajás dentro de las empresas gasíferas tendrás acceso a un sueldo promedio de 50 mil pesos, podrás mejorar tu casa en caso de sismos (y mantenerte en silencio) y tendrás el capital para comprar el agua que no podes tomar del río. De otra forma el panorama es desolador.

“La mayoría estamos haciendo changas en las chacras: limpieza de canales, alambrados, cortando varillas. Más adelante comienza el tema de la cosecha, pero este año van a pagar $ 9 el kilo y dura un mes o 15 días.”

Tanques de la empresa Galileo presentes a 500 metros de distancia del paraje Sauzal Bonito

Uno de los datos más precisos que arrojaron estos trabajadores es que, en su mayoría, sus funciones dentro de las empresas gasíferas se basa en la conexión y extensión de cañerías para la extracción y el transporte de gas. La distinción de esta norma de trabajo la establece la empresa Galileo, cercana al paraje. Esta empresa, como se puede ver en la fotografía, realiza los traslado de gas a través de camiones, un hecho que aumenta los riesgos de seguridad, estableciendo un escenario más de vulneración para la comunidad de Sauzal Bonito y las ciudades aledañas.

Küla | Tres
“¡Ya había un estudio previo anunciando que ésto iba a pasar!” 

Hugo Acuña está sentado en la cocina de un salón de fiestas que está a punto de inaugurar. Hugo reconoce ser bombero voluntario (oficial auxiliar) hace 12 años. Además, es docente. En la primera parte de su relato este trabajador mencionó la falta de recursos en el que se encuentran como bomberos voluntarios y la necesidad de mejorar las telecomunicaciones en Sauzal Bonito. Además, Hugo fue preciso al reconocer datos históricos que se han registrado en la zona y en los que él ha estado particularmente atento.

“Ésto es algo reciente. Comenzó hace dos años atrás, con el primer movimiento sísmico que se registró en Paso de las Liebres, aproximadamente a 26 ó 30 kilómetros de acá. Y ese fue el primer sismo. Fue aproximadamente a las 2:15 de la tarde, y a partir de ahí empezó a generar movimientos para este lado, para el lado del lago. En la línea histórica de los sismos que hemos tenido ahora, a partir de ese momento hasta ahora, se ha marcado una línea casi perfecta desde el primer sismo hasta los últimos, que se han producido acá cerca, en el lago Los Barriales. Esa es una línea casi perfecta, que si fuera un sismo mucho mayor y tuviéramos un inconveniente, la gente de Cutral Có y Plaza Huincul no nos podría asistir. Si vos la analizás en el mapa histórico de este año, es una línea perfecta. Han tenido (los sismos) la misma intensidad. El primero fue fuerte, y a partir de ahí ha habido más o menos fuertes, pero la intensidad ha sido casi la misma.”

Hugo afirma que él y dos bomberos voluntarios más son los encargados de dar la primera respuesta ante un sismo, pero que en el caso de un incendio en una empresa petrolera privada (como por ejemplo Galileo) ellos no tienen acceso, ni conocen los protocolos de seguridad de las propias empresas. En este sentido, las ciudades aledañas tardan entre 35 a 45 minutos para llegar a Sauzal Bonito. “El fuego es lo único que no tenemos controlado. Inclusive nosotros los bomberos no lo podemos controlar. El fuego es como un ser vivo. Cuando se queda prendido entre medio del techo es como que pide oxigeno para explotar.”

En la actualidad, según el relato de Hugo existe un riesgo presente perdurable y hechos del pasado que comprometen judicialmente a distintas autoridades. Por un lado, hay tres casas en riesgo. “Ha habido derrumbes, tenemos dos vecinos que están en riesgo. Una vecina que tiene riesgo de que una piedra se mueva”. Por otro lado, en segundo lugar, el dato compromete a la comuna de Sauzal Bonito y al Estado provincial. Existen pruebas contundentes que evidencian que ya se sabía con varios años de anticipación que los movimientos de Vaca Muerta iban a producir los sismos.

Herida en la tierra sobre un afluente de río seco en Añelo. Foto: Florencia Sosaire. Equipo de imagen documental

“¡Ya había un estudio previo anunciando que esto iba a pasar! Cuando comenzamos a construir yo era albañil y me preguntaba: ¿por qué tenemos que usar tanto hierro? ¿Por qué se tiene que atar todo? ¿Por qué hacemos casas flotantes? A las casas las poníamos arriba de un nylon y si vos querías las podías enganchar y llevártelas completa. Acá la normativa cambió en el 1999 ó 2000, y casi todo se hizo antisísmico. No sé por qué dieron la orden desde provincia y la autoridad que estaba la acató y se empezó a hacer todo antisísmico con hierro ensamblado. Antes de esto teníamos todo de adobe, sin encadenado. Pero en el 2000 cambió. Y empezó a cambiar para bien, gracias a Dios, porque gracias a eso muchas de las casas no se han caído. Por ahí donde hubo grietas es porque eran casas de adobe”.

Hugo realiza un profunda advertencia, por lo mismo que ya padece Mariela y lamentablemente otros habitantes incorporan en su cuerpo de manera crónica e irremediable.

“Es que ahora no te vas a dar cuenta, pero más adelante va a empezar a haber problemas cardíacos. Por eso uno de los proyectos con el área de salud es traer los equipos para hacer reanimación y electrocardiogramas, y hacer un estudio sobre los datos de la gente porque necesitamos como autoridades decir: ‘¡Mira! ¡Esto es lo qué está pasando!’”

Por último, antes de concluir su relato, Hugo nos detalló su intervención en un incendio desatado en una empresa que manipula químicos que se inyectan en la fractura hidráulica.

“Asistimos a Bolland en Rincón de los Sauces. Bolland trabaja con productos químicos. Tenían una vivienda chorizo. Ellos tenían en esa vivienda chorizo un techo de machimbre. Arriba (del machimbre) tenían un techo de cartón y más arriba tenían un techo de zinc. Cuando se prendió el cartón, el fuego iba cayendo sobre las mismas cosas, así que se iba prendiendo fuego todo. Ahí estuvimos trabajando casi tres horas. Nosotros teníamos conciencia de los químicos, el riesgo es que si llegaba el fuego a los químicos podía contaminarse todo Rincón de los Sauces”.

Hugo advierte que en función del viento, los gases de estos químicos una vez liberados se pueden propagar fácilmente hasta llegar a los habitantes de las distintas poblaciones aledañas. Específicamente, sin ir más lejos, Bolland y Cia S.A. tiene una sede en el Parque Industrial de Neuquén. ¡La ciudad posee su propio Chernóbyl! En caso de fuga, si el alerta es notificado a tiempo en pocas horas –según Hugo–, se puede desalojar a las personas de la ciudad. El problema radica en que no se efectúan simulacros y la experiencia con los volcanes en la provincia ha demostrado que las personas no quieren abandonar sus casas, con lo cual las evacuaciones no se producen de forma efectiva y rápida. En este contexto, es necesario reconocer que las responsabilidades no pueden ser dirigidas a los habitantes o quedar delimitadas a los procedimientos de evacuación. Por el contrario, el ejercicio de reflexión nos debería conducir hacia el inicio del historial de las violencias para preguntarnos en qué momento decidimos, como sociedad, avalar que el fracking se instale en la provincia y en el país. Y fundamentalmente deberíamos preguntarnos por qué cedemos espacios tan pasivamente a las distintas formas de economías neo-extractivas que se encargan en poco tiempo de contaminar cualquier afluente de agua dulce que encuentren a su paso, colocando paralelamente, a modo de bomba química, productos volátiles innombrables y letales en ciudades y zonas rurales.