La CSI acoge con satisfacción el resultado de la elección presidencial en Argentina, donde Alberto Fernández ha derrotado al presidente en ejercicio, Mauricio Macri. Macri ha liderado un periodo de colapso económico, de violación de los derechos de los trabajadores, de austeridad promovida por el FMI, intentando imponer una legislación contraria a los intereses de los trabajadores.
“Felicitamos al valeroso pueblo argentino que, durante los últimos cuatro años, ha venido enfrentándose a un presidente que personifica totalmente el fracaso del neoliberalismo. Nos dicen que no hay alternativa a sus políticas de austeridad. Ahora al Gobierno entrante se le presenta una oportunidad histórica para demostrar que existe una alternativa a confiscar las riquezas y el poder en beneficio de una élite. Esa alternativa implica reforzar la democracia; implica restituir la confianza y la justicia, aportando una prosperidad compartida y desmantelando las estructuras que redistribuyen la riqueza a las élites”, declaró Sharan Burrow, Secretaria General de la CSI.
La población trabajadora ha venido enfrentándose a una situación cada vez más dura bajo el Gobierno Macri. Mientras que el salario mínimo se congeló, la inflación ha supuesto que la gente atraviese crecientes dificultades para cubrir sus necesidades básicas. La mitad de la población activa trabaja en la economía informal, y 60% de quienes tienen un empleo formal no ganan lo suficiente para mantener a sus familias por encima de la línea de pobreza. La desigualdad se ha disparado, aumentado un 20% en tres años. Aquellos que se alzaron en defensa de sus derechos han sido sancionados, con numerosos sindicalistas detenidos, procesados y encarcelados, y huelguistas reemplazados y despedidos.
“Hemos sido testigos de la llegada al poder de una oleada de partidos reaccionarios y anti obreros en la región. Pero la población está reaccionando. Esta elección es la prueba de que sus luchas desembocarán en un cambio político con el tiempo. No se puede engañar a la gente eternamente. Fernández proviene de una tradición política que comprende el papel del diálogo social y la necesidad de que la gente trabajadora pueda hacer oír su voz respecto a las decisiones políticas que afectarán a sus vidas. Esto representa ya una enorme diferencia respecto al enfoque de Macri”, añadió Burrow.
La deuda argentina creció vertiginosamente con Macri, que firmó el mayor crédito de la historia del FMI. Las condiciones para el reembolso de dicho crédito hacen que la carga recaiga esencialmente en los trabajadores y trabajadoras. El FMI ha redoblado su enfoque de austeridad severa, ejerciendo presión para que el Gobierno cumpla con todos sus objetivos fiscales a través de recortes adicionales. Más de dos millones de personas se hundieron en la pobreza en menos de un año desde la implementación de dichas medidas. Una protección inadecuada para los más vulnerables se ha sumado a una reducción del 20% en las prestaciones de pensiones, impuesta por el programa.
“Esta elección envía un mensaje directo al FMI. El llamamiento a un cambio en sus prescripciones se hace sentir más fuerte que nunca. La nueva Directora Gerente, Kristalina Georgieva, deberá distanciarse claramente de las políticas tradicionales del FMI. La próxima renegociación del préstamo a Argentina podría ser un momento histórico. Requiere liderazgo, pero para que la población recobre la confianza en las instituciones que se supone están ahí para servirles, se requiere un cambio radical”, concluye Burrow.