Prepotencia y desaciertos políticos –típicos de la arrogancia imperial-, volvieron a ponerse de manifiesto en una audiencia en el Comité de Asignaciones de la Cámara de Representantes, en la que el secretario de estado norteamericano, John Kerry, marcando una estrategia totalmente distanciada del criterio preponderante en las naciones latinoamericanas, amenazó con sancionar a Venezuela, basándose en argumentos insostenibles.
Unilateralmente, aun cuando su eterno figurín, la OEA, no pudo lograr el éxito diplomático con respecto a sancionar al gobierno de Maduro, el empecinado Kerry intenta presionar con desesperación para invocar la Carta Democrática Interamericana de la OEA, desconociendo otros protagonistas ya involucrados en el tema venezolano actual, como UNASUR, cuyas intenciones son más sanas y más consecuentes con la realidad de lo que sucede en ese país. De hecho, USA aboga por el castigo injustificado, mientras sus pares latinoamericanos favorecen el diálogo y la conciliación entre los venezolanos.
Lo cierto es que UNASUR parte de la premisa lógica de reconocer por principios la gobernabilidad de Maduro y apoyar sus esfuerzos en busca del diálogo que involucre a todos los venezolanos en la búsqueda del entendimiento, del cese de la violencia y haga primar la paz.
Una sutil amenaza de establecer sanciones económicas puso sobre el tapete el acorralado Kerry para satisfacer a la extrema derecha en el Congreso. Es un paso subsiguiente al proyecto de ley aprobado en el Senado, el cual establece sanciones específicas contra dirigentes bolivarianos.
¿Hay realmente un cambio de postura en Washington hacia Venezuela? Evidentemente, no. La amenaza de sanciones contra la nación bolivariana responde a una estrategia prediseñada, sabedores de que la OEA no cumpliría sus expectativas, dada su falta de representatividad, dudoso proceder histórico y caída de imagen como sujeto político y foro continental.
El propio Kerry tuvo que reconocer las fuertes fallas en la diplomacia norteamericana sobre el tema venezolano, sin entender que su traspatio ha cambiado sustancialmente. Ya no es posible, en los nuevos escenarios, lograr una sumisión incondicional a sus planes hegemónicos y EE UU sufrió un duro KO cuando se quedó aislado en el Consejo Permanente de la OEA, sin lugar sus siniestros planes contra Maduro. Al respecto, comentó: «Hemos estado en contacto con los países vecinos y hemos hablado con ellos para tratar de lograr una iniciativa conjunta». (…) «Pero, obvio, no nos están escuchando particularmente».
La respuesta de UNASUR contempla una resolución de cinco puntos, cuyos fundamentos básicos son la creación de una comisión que apoye y garantice el diálogo transparente entre todos los sujetos políticos, a partir del reconocimiento de la Conferencia Nacional de Paz ya instalada en el país. Esta comisión sesionará a inicios del mes de abril.
Otro aspecto fundamental de la resolución es el rechazo y preocupación ante cualquier acción foránea que socave o amenace a la independencia y soberanía de la República Bolivariana de Venezuela.
Kerry podrá amenazar a Venezuela, pero nuevos aires de comprensión, solidaridad e independentismo, crecen día tras día, en nuestra América Latina, quien ama la paz tal como lo demostró en la reciente II Cumbre de la CELAC. Hoy, cobra vigencia la frase de Mahatma Gandhi, la cual reza: «Lo más atroz de las cosas malas de la gente mala es el silencio de la gente buena.»
EE UU sabe bien, pues, que el silencio cómplice está pasando a la historia de nuestras naciones, las que comprenden que solo la unidad les permitirá las fortalezas necesarias para convivir con un vecino cruel, poderoso, ambicioso y sin escrúpulos.
Percy Francisco Alvarado Godoy