Entre las noticias chilenas de estos días, a media página de un diario nacional, se informó que los servicios de hoteles de mascotas, guardias y aplicaciones de transporte estaban colapsados para fiestas patrias.
Las cuentas alegres corrían a raudales en estos ámbitos. Muchos se quedaron con la expectativa por no haber obtenido cupo para sus mascotas. Algunos de los “hoteles” ya estaban completos con más de 15 días de antelación. Las peluquerías caninas también veían incrementada la demanda por sus servicios para mascotas.
Curiosamente, una de las cosas que más llaman la atención a los turistas que nos visitan, aparte de la basura y el cablerío que observan por doquier, es la cantidad de perros callejeros que suelen encontrar. Solo faltaría que estos últimos solicitaran al gobierno, junto a diputados y senadores, que subsidie el financiamiento de nuevos hoteles y peluquerías para que los acojan.
En paralelo, hay niños que no tienen hogar, que son derivados al servicio nacional de menores o a casas de acogida. Las familias parecen preferir recoger mascotas antes que niños abandonados.
Las empresas de seguridad también se frotan las manos, ante la creciente demanda por sus servicios en estos días, tanto para resguardar los recintos donde se desarrollan los distintos eventos asociados a las fiestas patrias, como a casas particulares cuyos moradores salen de vacaciones. Lo mismo ocurre con las aplicaciones de transporte como Uber y Cabify, que ofrecen tarifas y servicios especiales.
Al leer estas noticias, uno pensaría que estamos en jauja, en el país de las mil maravillas, desarrollados, en marcha, con los problemas esenciales resueltos.
En paralelo, un pueblo al sur de Chile, Puerto Octay, celebra las fiestas patrias sin agua potable, pero no importa. Su alcaldesa afirma que los vecinos entienden la emergencia, en tanto que el gobernador sostiene que están replicando la experiencia adquirida cuando en Osorno se quedaron sin agua por más de una semana, y por último, un comerciante, en un alarde de infinita comprensión declaró que gracias a Dios pudo retomar sus actividades luego de estar parado tres días. Los camiones aljibe están permitiendo sortear la emergencia.
En el diario nacional en referencia, en la misma página, se informa que distintas autoridades nacionales –desde el ministro de Desarrollo Social hasta la ministra de Deporte- sugieren consumir comida saludable, celebrar con recato, y no dejar de hacer ejercicio, o al menos bailar cueca, dado que 40 minutos de movimiento nos permiten quemar una empanada de pino o un choripán. Simultáneamente, en avisos publicitarios a página entera, se nos invita a comprar vinos, empanadas, carnes, chorizos, con grandes facilidades de pago. De la obesidad se hará cargo el país a través de sus servicios públicos colapsados.
Son las contradicciones del país en que vivimos. Mientras tanto, en nuestras manos está la libertad de caer en tentación y endeudarnos bajo la presión mediática, o resistir alejándonos del consumo, yéndonos a Pullay.