Por Pietro Ameglio
Nos ha tocado en este mes, estar atravesados -desde compartir talleres y reflexiones colectivas- por una serie muy importante de acciones directas noviolentas, con alto grado de radicalidad, legitimidad y urgencia. Nos sumamos a todas estas luchas, aprendemos cómo construir una “frontera moral” en nuestras vidas y colectivamente en las de muchos más.
En la Ciudad de México, numerosos colectivos feministas salieron a protestar con mucha fuerza material y simbólica, para “desnudar la verdad” socialmente ante tanta normalización y complicidades con los feminicidios, la violencia, los abusos policiales, el acoso, la discriminación de género, de que son objeto las mujeres diariamente en nuestra sociedad. Realizaron marchas, escraches en muros, monumentos públicos y oficinas gubernamentales, buscando visibilizar socialmente esta violencia y presionar a las autoridades por medidas inmediatas de justicia y prevención.
En otra escala, pero con el mismo problema de violencia de género, en la facultad de Filosofía y Letras de la Unam, se realizó un foro abierto muy concurrido, para convocar a la comunidad a buscar soluciones inmediatas de autoorganización y, en conjunto con las autoridades, comenzar a detener las dos principales violencias que enfrentan las estudiantes: el acoso sexual (40% del total de violencias) y el abuso de poder (20%), realizadas en su mayoría por profesores y compañeros.
En la misma Unam se volvió increíblemente a registrar un ataque porril afuera de rectoría, exactamente un año después del gran levantamiento estudiantil del año pasado, por el mismo motivo de atacar a una marcha pacífica estudiantil. Esta provocación armada contó con demasiada impunidad. En alguna facultad se reaccionó con un paro de un día.
La red de Enlaces Nacionales de familiares de desaparecidos, que agrupa a más de 60 organizaciones de todo el país, tuvo su Encuentro anual con el objetivo de articular a los grupos entre sí, de ir convirtiendo cada vez más a la Red en un actor social capaz de presionar y enfrentar más a las autoridades responsables de su dolor, de consensar estrategias y formas de acción noviolentas para seguir potenciando las Brigadas de búsqueda de fosas clandestinas, y aumentar más la presión social en el terreno de la identificación de los cuerpos y restos hallados en las fosas, ya que si no se intensifica este aspecto, desde los tiempos de la urgencia y desesperación de los familiares, se revictimiza a las familias y se abren heridas el doble de dolorosas, al encontrar restos y no poder conocer sus identidades.
Las familias dialogaron y enfrentaron colectivamente a Alejandro Encinas, subsecretario de DDHH de Gobernación, con una larga lista de reclamos y exigencias. También se plantearon la importancia de que fuerzas con mayor “poder social” (como iglesias, universidades, empresarios, intelectuales, artistas…), sean capaces de “meter más sus cuerpos” y recursos, al lado de estos familiares en acciones noviolentas más radicales para lograr verdad, justicia y reparación en esta brutal inhumanidad que los y nos atraviesa.
Mientras estábamos en el Encuentro, era liberado “por haber sido torturado” Gildardo López –El Gil-, asesino y líder de la desaparición de los 43 estudiantes en Iguala en 2014. Y hoy, miércoles 11, el gobierno, a petición de los padres y madres de los 43, declaró el regreso para coadyuvar en las investigaciones del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI), mismo que con sus investigaciones hizo atrapar a El Gil. Así de paradójica y contradictoria es la construcción de paz en México: Guardia Nacional y Ley Garrote por un lado, programas sociales intensivos y GIEI por otro.
Fuera de México, Greta Thunberg es una joven sueca de 16 años, que consciente y angustiada sobremanera por la lentitud y perversión de las autoridades locales y mundiales en implementar acciones contra el cambio climático y el calentamiento global, decidió “meter su cuerpo” ella misma, frente al parlamento sueco todos los viernes desde el año pasado, boicoteando también sus clases en la escuela ese día. Esta acción noviolenta individual, rápida y mediáticamente se volvió masiva e internacional, y así está construyéndose un gran movimiento centrado en los “Viernes por el futuro”. Incluso ahora, como una forma de escalar el nivel noviolento de las acciones, se está convocando para una gran acción mundial el 20 y 27 de septiembre, de “Huelga general por el clima”. Esta chica ha estado presente en foros claves confrontando a varias autoridades mundiales propulsoras del capitalismo menos sustentable, para denunciar la urgencia de cambiar este modelo de desarrollo. Para asistir a la cumbre climática de la ONU, se embarcó en Plymouth el 14 de agosto en un pequeño barco, con mínimas comodidades (sin baño ni ducha ni cocina), con cero emisiones de carbono, para cruzar con una muy pequeña tripulación el Atlántico en 15 días y llegar a Nueva York; la “determinación moral” de Greta quedó clara: esta lucha puede llegar incluso hasta en dar la vida por ella. Claramente, no queremos construir ningún mesianismo hacia ella, sino sólo reflexionar sus acciones y el impacto mundial que están teniendo, hacia los jóvenes y hacia los poderes.
¿Qué elementos comunes atraviesan estas experiencias de lucha social radicales y noviolentas? ¿De qué sirve estudiar si no podré respirar?
Ante todo, todas ellas nacen de una gran indignación y rabia ante injusticias y violencias sociales. Hanna Arendt nos advertía muy bien cómo la rabia no es en absoluto un sentimiento espontáneo sino una construcción del conocimiento y la identidad moral consecuente, que nace de estar ante situaciones sociales que uno sabe que podrían ser diferentes pero por diversos motivos no lo son. También Stephan Hessel, en su texto de “Indignaos” del 2010, inspirador de muchos movimientos de protesta social en este tiempo, invitaba sobre todo a los jóvenes a conocer más la historia contemporánea de las luchas sociales y los avances en logros por la justicia y la paz, y a indignarse y rebelarse contra todas las acciones actuales que hacen regredir esos avances de la humanidad.
Otro aspecto importante de estas luchas sociales, es que pudieron pasar de la indignación a la acción colectiva. Bien dice Greta (La Jornada, 26-8-19) que “Necesitamos enojarnos y transformar ese enojo en acción”. No es mecánico ni automático el hecho de que por ver una injusticia surjan el enojo, la rabia o la indignación -de hecho la mayoría de la gente no los tiene-, así como menos aún lo es pasar de ellos a la acción. Y agregaría también que se pasó en estas luchas, a su vez, de esos sentimientos a unas acciones que no fueran sólo inspiradas por esa rabia sino que tuvieran alguna forma de reflexión estratégica, desde la cultura en que se estaba luchando, pero con un nivel de presión suficientemente radical y proporcional a la violencia que se combatía.
Se realizaron así paros, huelgas, boicots, escraches, marchas masivas, viajes en barcos precarios arriesgando la vida, junto a foros y encuentros para radicalizar las acciones de las Brigadas de búsqueda de desaparecidos y del autocuidado estudiantil. Todas estas acciones en su mayoría están en el nivel noviolento de la “no-cooperación”, para romper con la normalización de la violencia social, algo que no es menor.
La acción impulsada a nivel mundial por el movimiento social junto a Greta para el 20 y 27 de septiembre se conceptualiza como “huelga”, lo que nos parece muy importante porque no se plantea como marcha, foro o concientización ambiental. Aquí se aprecia cómo este movimiento ha ido subiendo el nivel de sus acciones noviolentas cada vez más en poco tiempo, y de una huelga individual o pequeña estudiantil en alguna ciudad los viernes, se plantea una acción global desde la no-cooperación: retirar mi cuerpo y recursos de todo lo que pueda ayudar a reproducir la inhumanidad que combatimos. Esto en términos de la educación, como se ha hecho por ejemplo en la Unam algunas veces, significa “romper la normalización” del dar clases “como si no pasara nada”. Entonces, ese día no es que no haya clases, al contrario se deberá “estudiar el doble”, pero no en el aula sino en la calle junto a muchos otros cuerpos, en una reflexión y protesta colectiva fundamental para la sobrevivencia de nuestra especie. ¿Puede haber algo más importante que reflexionar, estudiar y en qué presionar a las autoridades? Los jóvenes y adolescentes nos están dando el ejemplo y empujando con sus acciones, ojalá ese día haya miles de grupos escolares que cambien las aulas por el encuentro reflexivo en las calles, las verdaderas aulas donde se ha ido construyendo la especie humana, en su largo proceso de humanización que podría pronto verse interrumpido abruptamente.
Si este proceso social global continúa en cuanto lucha noviolenta, nos parece central la proclama de Greta, que concluye su anterior cita: “Es hora de desobediencia civil. Es hora de rebelarse”. Hay violencias y explotaciones que la historia nos enseña que sólo se detendrán con este tipo de acciones masivas. Creo que este movimiento irá pronto hacia esa etapa, la más radical de la acción noviolenta, pero también la que ha hecho que la especie humana avanzara en su proceso de humanización y no se fosilizara en la Edad de piedra. Esta intensificación de la lucha, dependerá de si este movimiento mundial logra crecer en su fuerza moral, aumentar la determinación moral y material de sus acciones de confrontación noviolenta cada vez más hacia los actores con mayores responsabilidades para cambiar estas violencias, y logra seguir ampliando el número y empoderamiento de sus bases sociales -que son su verdadera fuerza-, empezando por niños y jóvenes, que han otorgado a Greta y muchísimos más una gran “fuerza moral”.
En el caso de la noviolencia, ésta tiene como uno de sus principios centrales la acumulación de “fuerza y determinación moral”, derivada también del aumento de “fuerza material” (cuerpos que la legitimen), y para ello es fundamental mantener una relación directa y coherente entre el fin y los medios; estos últimos ya son un fin en sí mismos. El caso de Greta es el más claro, pues ella en su lucha contra el cambio climático considera fundamental no viajar en avión y contaminar lo menos posible, y aun siendo verdad que ella es privilegiada en lograr una embarcación que la traslade, lo principal es el mensaje de coherencia y sacrificio personal, aún con riesgo de vida, al cruzar un océano en un transporte mínimo.
En este sentido, las protestas feministas hicieron muy bien en escoger símbolos nacionales para pintarlos, como forma de protesta simbólica que antepone sus cuerpos a los de metal de las estatuas; aunque no es lo mismo escrachar un edificio público cuyas autoridades son partícipes de la violencia contra ellas que casas o negocios particulares, etc.
Este tema de la relación entre el fin y los medios es muy actual en México, porque a partir de optar el gobierno por un modelo de pacificación que, en parte, promueve la “paz armada”, ha descuidado en muchos casos la legitimidad de los medios, como por ejemplo ha sucedido con la “ley garrote” en Tabasco, y otras acciones político-legislativas recientes. Sin embargo, en el tema de la seguridad -sinónimo de paz en este modelo militarizado- el desprecio por los medios ha sido muy grande al negar actualmente, por ejemplo, legitimidad y legalidad a todas las guardias y policías comunitarias, generalizándolas e ignorando su contexto y proceso histórico, aún en casos de gran valor y legitimidad social como la CRAC, Cherán, Ostula y otras comunidades autónomas.
Otro elemento de la resistencia civil noviolenta que une a estas luchas es el valor de enfrentar directa y abiertamente a las autoridades responsables de las violencias que combaten. Exponiéndolas con fuerza públicamente en sus falsedades, ignorancia y codicia. Nuevamente, el caso de Greta es interesante desde el punto de vista de subir el nivel de las acciones desde el aspecto del actor social a quien se dirigen, porque se pasa de confrontar al parlamento sueco, a confrontar a empresarios y ministros del gran capital, y ahora a la ONU.
Asimismo, estas acciones evidencian que los movimientos sociales que las construyen están en estadios de lucha más allá que el de la solidaridad, lo cual es muy importante en cuanto a medir la determinación moral y fuerza material que hay detrás. O sea, quienes las realizan están decididos a “desobedecer y enfrentar toda orden de inhumanidad” hacia sus cuerpos, territorios, recursos y culturas.