La situación de crisis climática que enfrenta la humanidad ha sido advertida por el Panel intergubernamental de Expertos sobre el cambio climático que el 2018 concluye que es imperativo que el incremento de la temperatura global no sobrepase 1.5°C respecto a los niveles preindustriales. Ello implica que las emisiones globales se reduzcan a 50% el 2030 y lleguen a cero antes del 2050. Según dio a conocer la ONU el 2018 tenemos 11 años para prevenir la catástrofe. La meta es evitar llegar al punto de no retorno es decir a la destrucción del equilibrio ecosistémico que sustenta vida en la tierra como la conocemos ahora.
De acuerdo al informe del CDP (Carbon Disclosure Project) entre los años 1988 y 2015, solo 100 compañías son las responsables del 71% de las emisiones de gases causantes del calentamiento global (32% son de propiedad pública). Las 10 empresas principales, causantes de las emisiones, son: China Coal 14.3%, Saudi Aramco 4.5%, Gazprom OAO 3.9%, National Iranian Oil Co 2.3%, ExxonMobil Corp 2.0%, Coal India 1.9%, Petróleos Mexicanos 1.9%, Russia Coal 1.9%, Royal Dutch Shell PLC 1.7% y China National Petroleum Corp 1.6%. Según este mismo informe, de mantenerse el ritmo de extracción de combustibles fósiles de este periodo, la temperatura de la tierra subiría 4 grados aprox. en próximos 28 años[1].
Es importante señalar que la crisis climática es la expresión más descarnada de la crisis sistémica es decir es el resultado de una forma de organización económica y social ya caduca que enriquece a unos cuantos en desmedro de la gran mayoría de la población mundial que a su vez resulta siendo la población más vulnerable frente al cambio climático.
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Tenemos la obligación de cuidar nuestro hogar, nuestra casa común, ecosistema vivo que nos sustenta sin el cual la vida no sería posible como la conocemos ahora. Llamamos por ello a poner los pies sobre la tierra, es decir apelar a nuestro sentido de realidad. Ello requiere de un cambio de mirada del punto de vista individualista, egoísta, por otro humanista, solidario con la naturaleza, las generaciones futuras.
Proponemos un cambio de paradigmas integral pues somos conscientes de que lo que ocurre en el planeta es causado por la forma de producción y consumo incompatible con los ciclos ecológicos. Aspiramos al cambio de los acuerdos sociales, para no seguir permitiendo que el 1% de la población mundial siga enriqueciéndose a costa de las grandes mayorías y de la destrucción de la casa que habitamos: la tierra.
En América Latina será necesario frenar, por ejemplo, la deforestación de la selva amazónica, miles de hectáreas se pierden por reconversión de los bosques para orientarlos a la agricultura y ganadería intensiva -bosque húmedo que los científicos consideran el corazón y el pulmón del planeta-; así como la protección de las fuentes de agua ya mermadas por el deshielo de los andes producto del cambio climático y que por ejemplo, en la vertiente occidental de los andes, usan las mineras que compiten de manera descarnada por la poca agua necesaria para sostener los ecosistemas funcionando así como las otras actividades humanas.
Frente a la encrucijada que enfrentamos como humanidad y a la incapacidad de la clase política de dar respuesta dando soluciones prontas y efectivas a la reducción de emisiones provenientes de los gases efecto invernadero, apostamos una vez más a que la intencionalidad humana abra caminos de esperanza. Ejemplos, concretos los tenemos en la mirada que inspira hoy a los jóvenes que vienen accionando en todo el planeta exigiendo la declaratoria de emergencia climática o aquella que tienen nuestras culturas originarias de su relación con la naturaleza, se consideran parte de la vida que nos sostiene y agradecen lo que la tierra nos provee y al espíritu que hizo posible la vida.
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Estos ejemplos muestran como en distintas latitudes se viene produciendo un cambio en la conciencia humana dada la acción intencional de miles de ciudadanos del mundo que apuestan a que un salto cuantitativa y cualitativamente diferente se produzca. Estas acciones nos inspiran porque nos muestran el germen de la nación humana universal a la que aspiramos.
Por lo referido:
- Nos sumamos a las demandas que se vienen haciendo en nuestros países a declarar la emergencia climática a efectos de que dicha declaratoria conlleve acciones concretas para reducir drásticamente las emisiones de gases efecto invernadero en el más corto plazo.
- Apoyamos activamente la convocatoria que viene haciendo Fridays for Future y las distintas organizaciones ambientalistas a la semana de movilizaciones globales por el clima del 20 y 27 de setiembre.
- Como ciudadanos del mundo, siendo conscientes de que somos parte de la ecuación nos comprometemos a revolucionar nuestras formas de consumir y de relacionarnos con los otros seres humanos.
- El clima exige acuerdos y compromisos globales concretos y un sistema económico que privilegie el nosotros y que afirme la complementariedad como la solidaridad planetaria para superar la crisis climática y dar paso a la nación humana universal.
Finalmente aspiramos a que estos cambios de paradigmas se produzcan desde el contacto con lo sagrado en la profundidad de la conciencia, espacio que nos conecta a todos y todas como los seres humanos que somos. Ello dará paso al ser humano del futuro que como dice Silo, inspirador del humanismo universalista, “…no va a querer ganar y poseer cosas; va a querer sentir, crear, construir, aprender sin límite. No va a querer poseer, tener, controlar, ese humano comprenderá que hay millones de formas de desarrollar la emoción y el pensamiento, que hay una diversidad inimaginable de formas de sentir y pensar”.
04 de setiembre del 2019
[1] https://www.sostenibilidad.com/cambio-climatico/cien-empresas-responsables-71-emisiones-gei/