Y llueve un chaparrón de alegría que desborda las calles y las plazas. Llueve de muchos colores y abuelos y bebés y estudiantes y rastas y señoras y amigos y charanga y jipis y niños y mulatos y perros y vida, mucha vida otra vez. Respiramos.

La plaza es toda abrazo un 12M, puro encuentro. Feliz pero sin la urgencia que latía hace un año, sin la electricidad aquella. De ahí que no se acampa, sino que se está.

Cambio de plano, hachazo en el aire, miseria policial, violencia, gris, azul… Pobres hombres. Atrapa mucho y hace mucho daño, como siempre. De nuevo detenidos e impotencia. De nuevo la alucinación de la maldita épica envenenada de miseria.

Vuelve la escalada en el aire: energía de construcción, asamblea masiva con ganas de escuchar, silencios impresionantes y confiados, trabajo de un año, entusiasmo muchas veces. Personas sin hogar, jubilados, educación, infantil, madres, hipotecas, finanzas, créditos, macroeconomía, eurovegas, rescates, bono, mentiras, deuda privada, leyes del embudo, enredados, agua pública, sanidad, CIEs, Tribunal Ciudadano… Mucho trabajo, precisión, voluntad y heterogeneidad. La matriz es ancha. Se dispara en muchas direcciones. Algunas harán diana, habrá mechas que prenderán.

A ratos chispazos de magia, conversaciones dentro o fuera de la plaza, gestos, trazos. Un hombre con una armónica, una discusión, una perspectiva, un debate. Otra vez los benditos cuidados. Un aquelarre de poetas callejeros convoca un auténtico vacio de aire. Vuelan palabras afiladísimas que caen a plomo. Varios grados Richter. Palabras rápidísimas, muy cargadas y de muchos. Nuevo formato. Apertura y kilowatios.

Muchas manos caídas porque no hay tarea común, no sabemos muy bien a qué ponernos. Nos miramos, nos reconocemos como los mamíferos, nos recomponemos un poco sordomudos, que es lo que hemos sido, una densidad que se hace a sí misma, una energía, un eco que recorrió la sociedad en los mejores días y que ha dejado el reverso de su dibujo. Una sombra grande que rodean siempre los editoriales y los tertulianos y los políticos. Una presencia velada en negativo que en realidad sólo se hace de comunicación, de reconocimiento de frecuencias que no capta la tele y que no oyen los políticos ni la gente bien. Una frecuencia como de ballena, que recibe, codifica y emite un 80% de la sociedad según el CIS. Un 99% según nosotros.

La energía permanece, intacta en intensidad, variable en direcciones. Nosotros también. Quizás creímos que lo nuestro eran las reglas del primer juego que inventamos y que se llamaban asamblea, grupo de trabajo, etc. Los niños cambian de juego y de reglas cada vez que se sientan, alguien debería recordárnoslo. Las reglas no son el juego ni el signo. El signo somos nosotros, un nosotros sin contorno, una frecuencia que sintonizar.
Probablemente aún no estamos sabiendo nombrarnos.
¿Jugamos?

Articulo original: http://alfinaldelaasamblea.wordpress.com/