En consecuencia, los organizadores de la llamada contra-cumbre decidieron convocar al levantamiento de un muro popular, en un lugar que se anunciará, para denunciar los ataques contra el derecho a manifestarse.
La víspera más de 10 mil personas marcharon unos cuatro kilómetros desde Hendaye, en el país vasco francés, hasta Irún, en la vecina España, localidades que han sido escenario de las principales muestras de condena al G-7 por la responsabilidad de sus miembros en males como las guerras, el cambio climático y las crisis económicas y migratorias.
Casi 70 personas fueron arrestadas en el contexto de las manifestaciones a propósito del comienzo de la reunión del G-7, aunque el gobierno de Francia insiste en que diferencia a los protestantes pacíficos de los violentos.
De acuerdo con los organizadores, merecen ya el calificativo de éxito total las acciones para condenar a los poderosos y reclamarles que no pretendan definir en su encuentro de Biarritz el futuro de la humanidad.
Alrededor de seis mil pacifistas, ecologistas, defensores de la justicia social y luchadores anticapitalistas participaron en las conferencias y talleres de la contra-cumbre y más de 15 mil en la marcha de ayer, precisaron en un comunicado.
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