Por Vicky Peláez (RIA NOVOSTI, especial para ARGENPRESS.info)
*»La riqueza es como agua salada cuando más se bebe, más sed da» (Arthur Shopenhauer)*
Hace diez días se frustró la expectativa que tenía Chile y toda América Latina ante la apertura del testamento de Augusto Pinochet quien solía decir durante los 17 años de su sangrienta dictadura que “no se mueve una hoja en este país si yo no la muevo”.
El testamento de media página resultó ser el último chiste del Tata quien solamente modificó el documento anterior del 2000, cambiando al albacea Oscar Aitken por Julia Hormazábal. Así por enésima vez la justicia, que tiene embargadas todas sus cuentas bancarias descubiertas hasta ahora hasta establecer la legalidad de su procedencia, se quedó con los crespos hechos.
Resulta que Augusto Pinochet no solamente “hacía mover hojas” en Chile sino era casi un genio en movidas financieras para esconder su fortuna que se multiplicaba misteriosamente día a día. Al morir el 10 de diciembre de 2006 llegó a tener, de lo que se sabe oficialmente, unas 128 cuentas a su nombre verdadero, a sus nombres ficticios o a los de sus 38 familiares y decenas de colaboradores conocidos y anónimos que formaban su “Casa Militar” o su “Circulo de Hierro”, como el cazurro dictador solía decir. Sin embargo, todavía hay tanto por descubrir. Por algo reza el refrán popular que “todos los ladrones toman mil precauciones”.
El Tata era un personaje especial. El periodista peruano, César Hildebrandt lo describió en 2009 como un hombre “puntiagudo como su padre, sanguinario como su abuelo, astuto como la madre que lo había aplacentado y carnicero insomne como toda su estirpe”. Nunca tuvo escrúpulos, pues consideraba a sí mismo como un hombre providencial cuyo destino era salvar a Chile del comunismo, “diciendo que yo obtengo mi fuerza de Dios y lo estoy viendo todo desde arriba porque Dios me puso ahí, la Providencia, el destino me ha puesto ahí”.
Traicionaba y mentía a diestra y siniestra y ordenaba asesinatos y desapariciones no solamente de los militantes o simpatizantes de izquierda sino de cualquier sospechoso en no coincidir con la ideología de su dictadura. Ni sus colaboradores eran exentos a las sospechas del general quien diariamente recibía información detallada sobre lo que pasaba en Chile o sobre los rumores de su más estrecho y siniestro colaborador y jefe máximo de la policía secreta Dirección de Inteligencia Nacional (DINA), general Manuel Contreras.
Para la represión el Tata autorizó inclusive usar la guerra química creando un laboratorio para producir gas sarín y no dejar el menor rastro posible en la ejecución de los supuestos enemigos del Estado chileno, como parte del Plan Andrea. Hay cuatro médicos y tres enfermeras que están purgando sus delitos en la cárcel. El químico preferido de Pinochet, Eugenio Berríos fue “acallado” en Uruguay donde en 1995 encontraron su cadáver con dos balazos en la cabeza.
Fue precisamente el represor Contreras que en 2006 declaró que la fortuna de Augusto Pinochet procedía del tráfico de cocaína, un negocio que manejaba junto con su hijo Marco Antonio y el empresario de origen sirio Edgardo Bathich. En este negocio participó también un famoso traficante internacional de armas y drogas Monser al-Kassar que facilitaba el depósito de los beneficios en las distintas cuentas que el general tenía en el extranjero, igual como lo hacía un ex marine norteamericano vinculado al tráfico de droga, Franklin Barandica.
Sin embargo, la fortuna de Pinochet, de acuerdo al periodista investigativo chileno, Benedicto Castillo autor del libro: “Pinochet el Gran Comisionista’’ no proviene solamente del narcotráfico sino también del tráfico de armas y apropiación de gastos reservados del tesoro público para la presidencia y las Fuerzas Armadas.
Según el periódico británico The Guardian, el mayor fabricante del Reino Unido de armas BAE-Systems pagó en secreto más de dos millones de dólares a Pinochet en coimas por una compra y fue precisamente esta compañía que lo invitó a Londres donde fue arrestado por orden del juez español Baltazar Garzón quien lo acusó por la violación de los derechos humanos en Chile. El general también participó en la venta de armas a Croacia y quien sabe a cuantos países más.
Por supuesto, con todo esto la fortuna del Tata no podría consistir solamente en 29 millones de dólares cuyos rastros se encontraron hasta ahora, sino podría ser mucho más, superando 100 o inclusive 400 millones de dólares, considerando, como lo recalcó Benedicto Castillo que un comisionista de armas como era el húngaro Hoznil que murió en Chile, le heredó a su esposa más de 100 millones de dólares.
Basta revisar 82 páginas del Supplemental Staff Report on U.S. Accounts used by Augusto Pinochet emitido el 16 de marzo de 2005 por el Sub Comité Permanente de Investigación, adscrito al Comité de Seguridad Interna y Asuntos Gubernamentales del Senado de Estados Unidos, para darse cuenta de la magnitud de las operaciones de lavado de dinero que hizo el general.
De lo que se encontró hasta ahora fue que Augusto Pinochet tenía 128 cuentas y certificados de depósitos (CDs) en una veintena de bancos de Estados Unidos, Suiza, Reino Unido, Bahamas, Argentina, Islas Caimán, Chile, Gibraltar, España y en muchos otros países cuyo monto descubierto asciende a 29 millones de dólares.
Solamente en Riggs Bank en Miami y en Washington tuvo 28 cuentas y otras 63 en el Citigroup, muchos de los cuales están a nombre de Augusto Pinochet Ugarte, otros a sus nombres ficticios como J.Ramón Ugarte, José P. Ugarte y también a nombres de su esposa, sus cinco hijos, empresas fantasmas y sus colaboradores. En el Riggs Bank el general fue uno de sus clientes preferidos y a quien se referían en las transacciones como “Red Fox” (Zorro Rojo) o “APU”. Tan estrecha fue su relación ilícita que el Riggs Bank tuvo que pagar una multa de 16 millones de dólares al Gobierno Federal de Estados Unidos y aportar 9 millones al Fondo de las Víctimas de la Represión en Chile.
Ya pasó más de ocho años desde que el Pentágono incluyó a Augusto Pinochet en la lista de sospechosos en el lavado de dinero en Norteamérica, sorprendido por el número de transferencias de dinero y la cantidad de cuentas y CDs a su nombre. También se dieron cuenta que su hija tiene más de 101 departamentos en Estados Unidos. Igualmente sorprende la riqueza de su hijo, Marco Antonio Pinochet. Sin embargo de allí no pasó nada pues el Zorro Rojo era bien precavido y supo esconder bien su fortuna. Nunca reconoció su existencia y en los últimos años de su vida supo interpretar bien el rol de sufrir demencia subcortical.
Lo extraño fue que esta “demencia” no le quitaba la lógica para declarar sobre sus cuentas ocultas: *“cuando me amenazaron de que me iban a quitar los bienes, el señor Garzón de España y Joan Garcés preguntaron a todos los bancos si yo tenía plata, yo decidí tener el dinero en varios bancos, para trasladar las platas en un momento dado, ante la presión de ellos»*.
El «Zorro Rojo» era siniestro, manipulador, mentiroso, trafero y ladrón que paradójicamente cometió sus crímenes en nombre de Dios, Patria y la Familia para liberar a Chile, como solía decir, de la «plaga del marxismo». El legado que ha dejado se siente hasta ahora en el país. Por eso no es de extrañar por qué en la reciente manifestación de unos 60.000 estudiantes en Santiago de Chile los jóvenes clamaban: “Va a Caer, Va a Caer la Educación de Pinochet».
El tiempo para destruir siempre es corto mientras la reconstrucción o creación de algo nuevo es trabajosa y larga. Los jóvenes lo entienden y están tratando de deshacerse del sistema y relaciones sociales que dejó como herencia el dictador.