El presidente argentino Mauricio Macri, en el tono amenazante con el que se comunicó con sus presididos estos casi cuatro años de gobierno, nos había advertido en un spot de campaña que “si me vuelvo loco, les puedo hacer mucho daño”. Parece que el día de la pérdida de la cordura llegó.
El domingo pasado, antes de que se conocieran los primeros resultados provisorios de las elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias, admitió que su partido había hecho muy mala elección y le recriminó a los electores que “no entendieron lo que estaban haciendo” y sin ofrecer números de los comicios, invitó a todos a irse a dormir.
A los pocos minutos, el ministro Rogelio Frigerio anunció lo que parecía imposible, el precandidato Alberto Fernández, por el Frente de Todos obtenía más del 47 % de las preferencias y el propio Macri apenas arañaba algo más de 32 %. Sin tratarse de resultados definitivos, esa tendencia descomponía el escenario de paridad que se dibujaba en el horizonte.
Pero las broncas por el resultado, tensionaron al oficialismo. Algunos ministros pusieron sus cargos a disponibilidad y las conferencias de prensa ofrecidas, si bien hablaban de la posibilidad de recuperarse electoralmente en octubre, mostraban una inquina y desprecio por la voluntad popular inauditas.
La venganza no tardó en llegar y el gobierno liberó una devaluación salvaje de la moneda. La contención que habían realizado hasta el 11 de agosto para perfilarse a las elecciones con la imagen de un gobierno capaz de contener el precio del dólar, se abandonó. La divisa norteamericana aumentó su valor y Macri apuesta por el terrorismo económico como último intento de capturar votos.
Aunque, también es posible que no intente capitalizar electoralmente este desquicio económico y solamente esté magnificando sus beneficios económicos y los de sus funcionarios y amigos, para intentar en tres meses quedarse con todas las ganancias posibles que no podrán conseguir si el Estado vuelve a comportarse como un mediador de la voluntad depredadora y los intereses populares.
Desde que se confirmó el acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, la Argentina está en virtual default, porque lo previsto como pago de intereses de los préstamos para 2020 es imposible de asumir por el pueblo argentino. Así que, si bien hasta ahora Lagarde y compañía quisieron imponer sus condiciones, la resistencia popular organizada frenó las medidas más sanguinarias, que quedaron postergadas hasta un escenario futuro de mayor zozobra económica. Macri confiaba que en su segundo mandato podría “ir por el mismo rumbo, más rápido”, como les había anunciado a los empresarios internacionales que lo visitaron.
Macri le exigió a quienes se impusieron en las elecciones del domingo que “se hagan cargo” del descalabro económico ocurrido durante este lunes negro y dijo que estaba a “disposición para ayudar”. Lo extraño es que pretenda que gobierne una fuerza que todavía no obtuvo una victoria electoral, sino el mayor apoyo para que se presente a elecciones. Y, además, asegurando que ellos volverán a ser elegidos en octubre, con lo cual, el discurso se volvía psicopático.
El rechazo popular se ha hecho explícito y ha desbordado al cerco mediático que protegió al gobierno desde su asunción a finales de 2015. Ni el despido de 6000 periodistas, ni el cierre de medios de comunicación evitó que la gente reconozca el deterioro de su poder adquisitivo, de los aumentos desaforados de las tarifas, de la falta de remedios, del abandono de la educación y la salud, del cierre de industrias, de la incompetencia y de los negociados llevados adelante por la alianza Cambiemos desde que se subieron al tren de la política pública.
Para Macri “Hay 7 millones y medio de argentinos que entendieron, y otros que no” y quienes no los acompañaron con el voto generaron el caos económico. A su vez, su candidato a vicepresidente, Miguel Pichetto, intentó recomponer ese diagnóstico “no le echamos la culpa a la gente, pero es interesante que la gente analice los efectos de cómo votaron, que se están desarrollando”.
A todo esto, el patrimonio de los propios funcionarios de Cambiemos, se vio aumentado con la escalada del dólar, ya que sus declaraciones juradas están hechas en dólares y con fondos que descansan en paraísos fiscales, ya que ni locos, pondrían su patrimonio en manos de ellos mismos.
El macrismo ha demostrado ser una fuerza política dispuesta a todo, así que no podemos descartar los escenarios más violentos y extremistas para estas próximas semanas, con la posible consecuencia de autocumplir sus denuncias de que “el peronismo no deja concluir los mandatos al resto de partidos”. La locura del mandatario, lo habilita, según sus declaraciones a hacernos mucho daño. Deberemos seguir cuidándonos colectivamente.