En Rumania, el segundo país más pobre de la Unión Europea (UE), el gobierno aumentó impuestos en un 24% y recortó los salarios de los estatles en un 25% para cumplir con las condiciones de un «rescate» financiero externo de 20.000 millones de euros.
Miles de personas protestaron en los últimos meses en Rumania para exigir al gobierno que abandone el ajuste requerido por del FMI, la UE y el Banco Mundial, desde que le otorgaron el crédito, en 2009.
Las manifestaciones fueron las mayores en el país desde la caída del comunismo, en 1989.
La austeridad frenó al crecimiento económico y puso en aprietos al premier Mihai Razvan Ungureanu, que hoy cayó cuando la moción de censura parlamentaria logró 235 votos, cuatro más que los necesarios para derribar al gobierno, informó la cadena CNN.
El líder opositor Victor Ponta dijo que la votación macró el fin de «un sistema abusivo que usa cualquier arma que pueda».
«A veces hay justicia. Hoy hubo justicia», agregó.
«Ahora vendrá un gobierno nuevo y mejor», dijo por su parte el diputado opositor Dan Rusanu.
El presidente Traian Basescu, un aliado de Ungureanu, deberá nomimar ahora un nuevo gobierno que cuente con la aprobación parlamentaria.
Esto podría ser complicado dada la atomización de las fuerzas en el Legislativo, y analistas dicen que podrían pasar meses hasta que se forme el nuevo gobierno.
El acuerdo con el FMI es clave para mantener la confianza de los mercados en Rumania, y la crisis política seguramente sembrará dudas sobre si podrá seguir implementándose.
La votación se llevó a cabo en una atmósfera claramente tensa, y tras la caída del gobierno pudo verse a ministros que se tapaban el rostro con sus manos en sañal de profunda desazón.
Dos semanas de protestas -a veces violentas- contra el ajuste en enero pasado derribaron un mes después el anterior gobierno del ex premier Emil Boc, del Partido Demócrata Liberal, que estuvo en el poder cuatro años y fue el que acordó el recate con el FMI.