Por Juan Gómez.-
Las recientes declaraciones del presidente Sebastián Piñera en el sentido de que el Gobierno está estudiando la permanencia de Chile en el Pacto de Bogotá, llevan a pensar que el Gobierno está desconociendo la importancia de este Pacto suscrito en 1948, cuando los Estados horrorizados por la recientemente terminada Segunda Guerra Mundial firmaban una serie de Tratados al amparo de la recién creada ONU, en los cuales se comprometen a solucionar sus controversias por medios pacíficos y quedar sometidos a la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Es precisamente ése el espíritu del Pacto de Bogotá suscrito por 21 países americanos y ratificados a la fecha a lo menos por 16 Estados, entre ellos Chile que lo hizo en 1967.
Es lamentable que el Gobierno tras el fallo de la Corte en el diferendo Chile-Perú, y previendo una situación similar con Bolivia, esté pensando en retirarse del Pacto. Esto no significa otra cosa que el Gobierno, que representa a nuestro país, permanecerá en el Pacto en la medida que le convenga, es decir en la medida que los fallos de la Corte le sean favorables a su soberanía. Dicho de otra forma, el Gobierno está pensando supeditar la justicia internacional a los intereses nacionales, siguiendo el ejemplo de Colombia tras su diferendo con Nicaragua.
Como humanistas pensamos que todas las iniciativas tendientes a la resolución pacífica de las controversias como es el caso del Pacto de Bogotá deben ser fortalecidas y estimuladas y que sea un Tribunal imparcial e independiente, como el Tribunal de La Haya, que aplique justicia a los diferendos entre los Estados. Aún más, estimamos que el recurso de la guerra debiera ser abolido constitucionalmente, como ya lo ha hecho Bolivia.
El entendimiento, la integración y el desarrollo armónico de nuestros pueblos debe ser una realidad y no un eslogan y el derecho internacional, el recurso mediante el cual se preserve esa armonía.
La conveniencia y los intereses individuales de toda nación deben por tanto someterse al Derecho Internacional que preserva la paz y la justicia entre los pueblos.