Amy Goodman y Denis Moynihan
Los Juegos Olímpicos de invierno de Sochi ponen de relieve toda una serie de abusos que se han vuelto moneda corriente en Rusia bajo el régimen de Vladimir Putin. Su característica más saliente ha sido su intensa, e incluso violenta, homofobia apoyada tácitamente por el gobierno mediante la reciente aprobación de la ley contra la «propaganda homosexual». Mientras Sochi sirve para arrojar luz sobre las violaciones a los derechos humanos en Rusia, también sirve para denunciar la corrupción y los abusos generalizados que rodean al Comité Olímpico Internacional (COI).
Fui víctima de la corrupción que rodea a los Juegos Olímpicos cuando intenté ingresar a Canadá en noviembre de 2009 para dar una charla en la Biblioteca Pública de Vancouver. Iba en el coche junto a dos compañeros de trabajo, cuando los guardias de la frontera canadiense nos obligaron a salir del automóvil. Un grupo de guardias me interrogó exhaustivamente, mientras los demás se encargaban de desvalijar el auto. Querían saber de qué temas hablaría en la conferencia. Les dije que hablaría de la importancia de los medios alternativos, de la guerra del gobierno de Obama en Afganistán, de su intento por hacer fracasar las negociaciones sobre cambio climático de la ONU, entre otros temas.
«¿Tiene pensado hablar de los próximos Juegos Olímpicos de invierno en Vancouver?», me preguntaron. No se me había ocurrido, al menos no hasta el momento del interrogatorio. La noticia sobre mi detención circuló en los medios de todo Canadá. Para poder ser sede de los Juegos Olímpicos, las ciudades deben cumplir las estrictas normas del COI y los gobiernos deben proporcionar grandes subsidios públicos, fundamentalmente para la construcción de estadios deportivos y de otros proyectos que los ciudadanos pagan, pero que, a menudo, no desean que se construyan. Para forzar este despilfarro de dinero en la población, el COI y los gobiernos reprimen a quienes se oponen.
En Rusia, bajo el régimen cada vez más totalitario de Putin, la represión es aún mayor, al igual que el saqueo de las arcas públicas. Las estimaciones más conservadoras sitúan el costo de los Juegos de Sochi en 51.000 millones de dólares, más de cuatro veces el costo estimado y, sorprendentemente, más del costo de todos los Juegos Olímpicos de invierno tomados en su conjunto, según informó el periódico holandés NRC Handelsblad. El periodista deportivo y activista político Dave Zirin me dijo: «La construcción de una carretera desde la Villa Olímpica hasta la cima de la montaña, donde se encuentra el centro de esquí, costará 8.700 millones de dólares. No solo supera el costo total de los Juegos de Vancouver, sino que con ese dinero podrían haber pavimentado la carretera con caviar de beluga y aún así hubiera costado menos». Zirin informó que al menos 25 trabajadores murieron en la carrera desenfrenada por terminar la construcción en Sochi. Mientras que los trabajadores sufren las consecuencias, Zirin afirma que los beneficiarios de las dádivas son «una combinación del Estado ruso y la plutocracia que existe en el país».
Además de beneficiar a Putin y a los plutócratas, los Juegos Olímpicos representan una gran oportunidad de marketing para las empresas transnacionales. El Comité Olímpico de Estados Unidos (USOC, por sus siglas en inglés) se jacta de tener entre sus patrocinadores a empresas como Dow Chemical, General Electric (GE), McDonald’s, Budweiser y BP. Samantha Retrosi fue seleccionada a los 11 años de edad durante la campaña de reclutamiento de atletas denominada “Verizon-USA Luge Slider Search» y compitió con el equipo olímpico de ‘luge’ (trineo) de Estados Unidos en los Juegos de Invierno de Torino, Italia, en 2006. Retrosi nos contó su experiencia en el programa «Democracy Now»: «El patrocinio de las empresas es una necesidad fundamental. No hay apoyo del Gobierno para el trineo ni para ningún otro deporte olímpico. Básicamente, el sistema está totalmente privatizado. El presupuesto de la Asociación de Trineo de Estados Unidos y de muchos otros organismos nacionales está completamente subvencionado por empresas patrocinadoras. Cuando esos son los únicos medios para funcionar, todo el presupuesto operativo se basa en el auspicio de las empresas. Como atleta de la delegación de Estados Unidos cada año tuve que firmar un contrato con la Asociación de Trineo de Estados Unidos que estipulaba lo que podía decir y lo que no, cómo utilizaba mi tiempo de exposición en los medios. Básicamente, me estaban entrenando para ser la portavoz de Verizon». Si bien Verizon ya no patrocina al equipo de trineo de Estados Unidos, la dependencia del auspicio de las empresas continúa existiendo.
Con respecto al tema de los derechos de los homosexuales, el Presidente Obama ha expresado su rechazo a la postura de Putin al tomar la decisión de no asistir a los Juegos y, en su lugar, enviar a varios atletas homosexuales como parte de la delegación oficial de Estados Unidos. La famosa tenista Billie Jean King fue invitada, pero no podrá asistir debido a que su madre está enferma. Cuando le preguntaron sobre la posibilidad de manifestarse en los juegos de Sochi, King le dijo a CBS: «No permiten que [los atletas] se manifiesten ni que protesten. Si lo hacen, les pueden retirar las medallas y enviarlos de regreso a su país de origen. De todos modos, creo que algunos atletas probablemente expresen su opinión. …Yo haría algo».
En Rusia, decir lo que se piensa puede tener graves consecuencias. El grupo activista de punk rock Pussy Riot realizó una actuación musical en contra de Putin en Moscú y, como consecuencia, dos de sus integrantes fueron enviadas a prisión durante 21 meses. Acaban de ser liberadas y están de visita en Estados Unidos, invitadas por Amnistía Internacional. Una de las integrantes de la banda, Maria Alyokhina, me dijo en su primera conferencia de prensa en Estados Unidos: «Nos gustaría que los estadounidenses realmente miraran a Rusia y vieran a Rusia más allá de las imágenes de los objetos y edificios olímpicos. …Lo único que vincula a esos objetos con el país es el dinero de los contribuyentes, que ha sido robado». Le pregunté a Nadia Tolokonnikova, la otra integrante de Pussy Riot que acaba de ser liberada de prisión y está de visita en nueva York, qué le diría al Presidente Putin. A lo que respondió: «A Vladimir Putin le diría: ¿no está cansado de todo esto?»
Las integrantes de la banda Pussy Riot están asumiendo una postura valiente de oposición a Putin. Pero también están asumiendo una postura valiente al venir a Estados Unidos y planificar una visita a al menos una cárcel del país. Después regresarán a Rusia. Como dijo Dave Zirin: «Si viviéramos en un mundo normal, Pussy Riot estaría tocando en la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Sochi».