Por Marcela Latorre*
En diciembre del año pasado, un titular de El Mercurio decía: “Equilibrar Literatura Clásica y Best Sellers es la Clave para Cautivar a Niños con la Lectura”. Esta idea es del Ministro de Cultura Roberto Ampuero, quien asegura que la variedad en los tipos de libros es lo que se necesita.
Desde el punto de vista de acercar a los niños/as a la lectura por el gusto, ya que leerían también textos “de moda”, es una mirada sugerente, pero la pregunta que surge es: ¿Al leer libros que les interesen, deberían gustarles automáticamente los clásicos?
El Consejo Nacional de la Cultura y las Artes ha realizado varios intentos de fomento lector, se han lanzado diversas campañas, planes y proyectos. Pero el problema de raíz sigue estando presente; no hay interés por los textos y peor aún, la comprensión de lo que se lee es casi una misión imposible. Para qué mencionar la lectura en los adultos, que ni siquiera tienen la obligación de hacerlo, simplemente los precios de los libros y la falta de tiempo e interés hacen de esta actividad algo totalmente olvidado.
Si vamos más atrás, la educación que todavía tenemos, es heredada de los tiempos de la Revolución Industrial, época donde se requería a seres humanos productivos que fueran idóneos para trabajar, no a personas creativas y menos con un desarrollo integral. Entonces en este momento histórico, donde ya no da más este modelo, es muy difícil generar gusto por el aprendizaje, ya que la estructura escolar es arcaica, no atiende a las reales necesidades de los niños/as y adolescentes.
En el libro “Pedagogía de la Intencionalidad” de Rebeca Bize y Mario Aguilar, se mencionan cinco llaves que podrían generar una condición propicia para el aprendizaje significativo y por ende, para el gusto por la lectura y todo lo que signifique estudiar y conocer nuevas posibilidades.
Un ambiente adecuado, buen humor, afecto, atención y diálogo generacional, son las propuestas para conseguir que cualquier ser humano no sólo disfrute del aprendizaje, sino que también lo busque.
En este libro nos plantean que el ser humano es conciencia activa, intención, por tanto, constructor de realidades. Comprender esto resulta primordial para una nueva educación basada en nuevos paradigmas, que aspira a superar concepciones mecanicistas y positivistas.
Hacer consciente el acto intencional es uno de los principales aspectos que comprende un buen aprendizaje, por ende es una trampa decir que vamos a hacer leer algunos libros por gusto y otros por obligación, así tampoco va a resultar la motivación para que los niños/as disfruten leer.
Más que enfocarse en planes lectores y por otro lado buscar buenos resultados en los sistemas de medición educativos, el Consejo Nacional de la Cultura y las Artes y el Ministerio de Educación, deberían trabajar en conjunto para transformar desde la raíz, este sistema que se arrastra desde una época que ya no existe.
*Marcela Latorre es actriz, periodista, pedagoga teatral e impulsora de la COPEHU (Corriente Pedagógica Humanista Universalista) en Chile.