Por suerte, estaba llegando el anfitrión del evento, el alcalde de Hiroshima. Le pedí a Matteo, nuestro fotógrafo, que intentara tomar una foto. Rápidamente disparó el botón de la cámara dos veces, tiempo suficiente para que un guardia de seguridad nos pidiera la identificación. Le mostramos el distintivo, pero incluso así nos dijo que allí no podíamos tomar fotos.
Seguí buscando la acreditación de prensa hasta que desistí y decidí entrar en una zona reservada a los extranjeros. Poco antes de las 8 de la mañana el calor ya era intenso. Estaba un poco irritado por las dificultades. ¿Esa era la ceremonia de Hiroshima? Me senté y me relajé un poco.
Luego vi que en la zona en la que estaba era posible acercarse al “palco” del evento. Me pareció gracioso que estuviera más cerca de la escena central que si hubiese ido al lugar reservado a los periodistas. Cuando dieron las 8 en punto, la orquesta comenzó a tocar y asistí a la primera ceremonia, dedicada al registro de los nombres de las víctimas de la bomba. La irritación había desaparecido y la conmoción fue inmediata.
Después surgió una reflexión que estaba rondando por mi cabeza en los últimos días: ¿por qué los japoneses no han mostrado resentimiento hacia sus verdugos? Todavía no he hallado respuesta a esa pregunta, y no sé si la hallaré, pero es cierto que el clima de la ceremonia era de serenidad. Se respiraban una neutralidad y un respeto que finalmente conducían a una apertura para el futuro. Ningún resentimiento por el pasado.
La música, el homenaje a los nombres de las víctimas, los discursos y el momento culminante: una bandada de pájaros. Los miles de estudiantes japoneses y de otros países observaban todo atentamente. Los pájaros volaron con las almas de los muertos. Definitivamente, no se cernía en el aire un clima de resentimiento, y mucho menos de odio: tan solo la petición y el clamor de que la tragedia nuclear no vuelva a repetirse jamás.
El discurso del presidente de la Asamblea General de las Naciones Unidas parecía captar el sentimiento: *“Japón es el único país del mundo que ha sufrido un ataque atómico, e incluso así ha tenido capacidad de reconciliación… Hiroshima es la ciudad emblemática de la Paz”,* afirmó Miguel d’Escoto. Por eso, Japón continúa siendo el símbolo de la lucha por la abolición de las armas nucleares.
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**La Prefectura de Hiroshima ha invitado al editor de Pressenza, Alexandre Sammogini, al homenaje a las víctimas de la bomba atómica. El día 5 de agosto el periodista lanza oficialmente la agencia de noticias Pressenza directamente desde Hiroshima, en un acto simbólico en que se encenderá una antorcha de la Marcha Mundial por la Paz y la No Violencia.**
*(Traducción del portugués al español: Pilar Royo)*