30 artistas platenses intervienen esculturas de animales en la República de los Niños para dar nuevo sentido a la granja.
Las grandes organizaciones y Estados, muchas veces enuncian discursos en pos de la ecología, vacíos de contenido y en mayor parte con una carga demagógica que poco logra resolver los problemas de la sociedad en que vivimos y que solo aportan intereses que van en pos de la destrucción permanente e imparable del planeta. Son las pequeñas acciones y los grupos reducidos los que dan un verdadero sentido a la conciencia y la educación social; un sentido del compromiso que se arraiga en las nuevas generaciones, tan solo con dar el ejemplo.
Mientras las grandes organizaciones se obsesionan por ver el modo de buscar agua en otros planetas lejanos, se inquinan los mares y deforestan pulmones como la selva amazónica, exterminando especies que por alguna maravillosa razón, existen en nuestros ecosistemas: como el orangután, por nombrar una entre cientos. O exhibirlas enjauladas para divertimento de la gente pero más aún, para lucrar con ellas a costa de sus propias vidas.
Como bien enuncia la frase, la educación empieza en casa, y en consecuencia los pequeños actos que podemos hacer en nuestro pequeño lugar son en suma lo que cambiará el mundo, la Municipalidad de La Plata tomó decisiones al respecto. Llevar a todos los animales expuestos en la Granja de la República de los Niños a lugares donde podrán vivir en libertad y con más animales de sus respectivas especies.
También se ha dicho: «el arte es el último refugio de la fantasía»; o, «Solo el arte nos salvará».
Es así entonces, cómo un gran proyecto gestado en la Secretaria de Cultura y Educación de la ciudad de La Plata seleccionó cuidadosamente y convocó a 30 artistas para que intervengan con su obra animales a escala real realizados en resina poliéster reemplazando a los animales por obras de arte, con el fin de avanzar en un cambio de paradigma sin precedentes generando conciencia sobre el cautiverio y crear un espacio de exhibición artística permanente bajo el lema “Arte es libertad”.
Entre los 30 artistas platenses como Pato Brusa o Jorge Rama, Lido Lacopetti, Gustavo Boggia, Mauro Valenti, Sabrina Daloia, Silvia acevedo, Roxana Mayeyoshimoto, Leonardo Gauna, Alberto Natale, Norberto Santángelo, Meli Valdez Sozani, Lorena Costantini, Carolina Vago Rocha, sólo uno de ellos no es de la ciudad de La Plata, pero su última exposición el Pasaje Dardo Rocha, en las salas del MumArt, le ha valido la invitación por parte de su Director, Gustavo Masó.
Pato Brusa
Gabriel Manzo
Gabriel Manzo, ha vivido y recorrido ciudades como Buenos Aires, Madrid, Cáceres, donde residió casi siete años Venecia, Como, Roma y por supuesto su ciudad natal, Mar del Plata. Hoy pasa la mitad de sus semanas entre “La Feliz”, y de jueves a domingo en Villa Elisa, La Plata.
“La macchina del fango” fue su última obra presentada en agosto de 2018 en las salas del MumArt y luego de meses de preparativos se vio por primera vez su arte en la ciudad de las diagonales. Al verla, Masó lo comprometió a una nueva exhibición para noviembre de este año y esto impulsó con más fuerza un nuevo proyecto gestado años atrás que esperaba un espacio de estas características para hacerse visible. Esta vez, Manzo expondrá por segunda vez en este palacio y la serie será “Rey de corazones”; seguramente su obra más visceral y al mismo tiempo introspectiva. La materia prima de esta serie serán los textos que desde la adolescencia marcaron el recorrido emocional del artista y que describen de modo poético los sustratos de memoria que conforman la urdimbre y la trayectoria de todos quienes alguna vez han parado a reflexionar sobre sus propios recorridos. El soporte será el textil que representando la carne, lejos está de endurecer la imagen de un corazón sino darle esbeltez y ductilidad, la de un corazón que ha sabido pasar entre estrechos pasadizos largos caminos. Una forma de evocar con nuevos códigos aquellos “puentes” trabajados entre 2005 al 2012 y que hoy son el cierre de aquella serie comenzada en España; un rojo intenso y sangriento, traducción de una pasión española y los rastros de vida de las lidias en las plazas de toros. Los mapas que recorrieron la geografía de aquellas experiencias emocionales y que luego lo devolvieron a Argentina en 2013.
El “torito bravo”, como Manzo lo denominó humorísticamente al verlo, es el corolario de una serie con la que jamás hubiese pensado cerrar aquel rojo tan significativo de su recorrida artística por la Península Ibérica y aquel animal que generó tanta controversia aun y sigue generando en la cultura española y en el mundo entero.