Los tiempos han cambiado, y lo que antes habría significado el gran circo pa´l pueblo, hoy no es más que una instancia de interés para los especialistas por su grado de práctica en negociación y resolución de conflicto, y también para los cada vez menos fanáticos nacionalistas, que desde la absoluta ignorancia quieren generar un ruido que ya no molesta.
Quienes conocen Perú, o más bien, quienes han tenido la suerte de salir del país, incluso quienes tienen amigos fuera de las “fronteras”, se podrán dar cuenta de lo ridículo que suena el llamado “conflicto marítimo de La Haya”, que de conflicto tiene bien poco, más bien es una forma de delimitar y terminar con un tema del pasado, para enfrentar mejor y conjuntamente la visión de futuro, no solo de estos dos países, sino también de todo un continente que se perfila a un futuro más próspero a la altura de la discusión internacional.
Chile y Perú son hoy los países referentes de Latinoamérica, no solo en cuanto a su aspecto macroeconómico, sino también por su estabilidad y desarrollo en conjunto; es así como empresas y empresarios chilenos se han destacados en el quehacer peruano y viceversa, generando equipos de desarrollo potentes para la región.
No quiero en ningún caso desconocer todos los problemas sociales que ambos países enfrentan por la vergonzosa desigualdad, que como el resto del continente, sus ciudadanos han sabido enfrentar a las autoridades y agendar fuertemente el tema a sus políticos, que preocupados y presionados han debido hacer frente a la lluvia de críticas que hoy tiene a la ciudadanía más empoderada. Pero es justamente este tipo de actitud, la que nos muestra sociedades que van bien encaminadas, con movimientos sociales potentes que han sabido terminar con la exclusión política y transformar el modo de gobernar pasando a un sistema más inclusivo, donde por ejemplo hoy Chile tiene a sus líderes estudiantiles en el congreso.
Mientras algunos quieren quedarse en el pasado criticando y hablando hasta de conflicto bélico, en el aeropuerto simplemente los vuelos de Chile a Perú se siguen llenando, haciendo largas filas para arribar a los maravillosos atractivos turísticos que nos ofrece nuestro vecino del norte, quienes además se destacan por un servicio formidable que nos hace recapacitar y querer aprender para traerlo e implementarlo también a nuestros lugares de atracción, con el cuidado y respeto que ellos tienen de su cultura y patrimonio.
Por otro lado los empresarios siguen trabajando en negocios de bastante proyección, sin siquiera preocuparse del destino que pueda tener la famosa resolución de la corte internacional.
En las ciudades limítrofes los ciudadanos como siempre aprovechan esta época para fomentar y crecer en turismo, generar alianzas estratégicas y contactos incluso personales que se mantendrán en el futuro.
En Santiago hablan mucho sobre lo que va a pasar con los pescadores de la zona, quienes realmente se vieron más afectados con la actual ley de pesca que con lo que pudiese pasar en La Haya, donde ellos mismos dicen, seguirán trabajando, como lo han hecho antes, en conjunto incluso con pescadores artesanales peruanos, para sacar el máximo de provecho del sector. Estos comentarios nos recuerdan lo que pasa en los sectores más australes del país, donde los chilenos deben recurrir a Argentina para abastecerse de lo más básico para subsistir, y donde poco importaron los conflictos del 79, ya que para ellos la frontera existía como lugar de encuentro, que es a lo que realmente apunta históricamente el concepto de límite.
Sin ir más lejos, y como ejemplo notable, en estos días la Universidad Andrés Bello de Viña del Mar, se encuentran trabajando arduamente en un curso espejo de innovación, donde alumnos chilenos y peruanos tendrán la oportunidad de trabajar en conjunto desde sus países, a través de la aplicación de tecnologías de video conferencia, en el desarrollo de materias y problemáticas que profesores de cada lugar les presentarán. Claramente más preocupados del futuro y de la proyección de ambos países en conjunto.
Así podría seguir enumerando ejemplos de integración, pero quedar claro el punto, en el que también los artistas e intelectuales han sido fundamentales para cumplir esta tarea que hoy ya tiene frutos, sino sería cosa de recordar los poemas de Neruda o incluso recordar un ejemplo más potente, su interpretación musical, por parte de Los Jaivas, en el centenario del descubrimiento de Machu Picchu, donde las nacionalidad se dejaron de lado para celebrar un legado continental.
A pesar de todo esto, seguirán las noticias sensacionalistas, hay libertad para todas las opiniones por más exageradas y absurdas que sean, es la gracia de vivir en democracia, por más manoseado que se encuentre esa expresión.
Chile y Perú seguirán adelante tras el fallo de La Haya, el comidillo y la farándula nacionalista seguirá haciendo un ruido cada vez más insignificante, nuestras fronteras se fortalecerán, no de soberanía, sino de intercambio, de futuro y de estabilidad.
Lo que pase en La Haya quedará en La Haya, los límites territoriales en estos tiempos están siendo cosa del pasado, el futuro se debe enfocar en la oportunidad que tiene hoy Latinoamérica de crecer en forma exponencial, de generar una integración real que nos permita competir con los más grandes, aprendiendo del otro y re-conociéndonos como iguales, como parte de una misma cultura, de un mismo nacimiento, con diferencias como las que tiene cualquier barrio y cualquier país dentro de sus distintas regiones, que no son más que identidades que se forman desde un todo.
El bajo rating de La Haya tiene que ver con su baja influencia en el día a día de los afectados, tiene que ver con que ya nadie les cree a políticos que hubiesen querido aprovechar la situación para levantar su baja popularidad. Este bajo interés quedará en la historia como una anécdota más de un continente que debe avanzar en conjunto, íntegro y desafiante, firme ante un mundo que nos mira cada día con mayor respeto.