Geneviève Legay, la militante pacifista de Attac de 73 años, gravemente herida tras una agresión policial en Niza el pasado 23 de marzo durante el Acto 19 de las manifestaciones de los chalecos amarillos, ha vuelto a casa tras una larga hospitalización. Ayer dio la noticia Attac Francia en su cuenta de Twitter. El mensaje afirma que la activista, sin embargo, «no ha recuperado la vista y el olfato y camina con dificultad».

En Francia, “estamos en una dictadura latente«, fue una de las primeras declaraciones de la mujer después del «incidente».

La historia de Geneviève Legay es increíble y, por lo tanto, muy simbólica.

Mientras estaba tranquilamente en la vereda, fue empujada de manera violenta y desproporcionada por un policía durante una carga contra los chalecos amarillos. Se golpeó la cabeza, perdiendo abundante sangre y el sentido. En el impacto sufrió fracturas y un hematoma subdural.

El presidente francés Emmanuel Macron se pronunció directamente sobre el incidente, negando primero cualquier «contacto directo entre la policía y la mujer», e invitando luego a la mujer a ser más «sabia» y a evitar participar en las manifestaciones como la persona mayor que es. Una invitación «indecente» para muchos.

Posteriormente, estalló la polémica sobre el hecho de si la policía tendría que investigar lo que había ocurrido.  La polémica se hizo aún más fuerte cuando se supo que la persona a cargo de la investigación había participado en las operaciones y era compañera del que lideraba el destacamento que cargó contra la multitud; en pocas palabras, el comisionado era juez y parte.

La renuncia del Ministro del Interior, Christophe Castaner, siempre fiel a Macron, había sido solicitada inútilmente por muchos, sobre todo después de que el prefecto Jean-Michel Prêtre y las imágenes de vídeo tomadas por los propios manifestantes y relanzadas en el ámbito social confirmaran precisamente el violento «contacto directo entre la policía y la mujer».

Otras controversias siguieron cuando se afirmó que la intervención violenta de la policía era legítima, ya que la manifestación no estaba autorizada y la policía había dado órdenes a la multitud de dispersarse. «Es como decir que, si cruzas la calle fuera del paso de cebra, es legítimo atropellarte», comentó alguien en las redes sociales.

Por otra parte, la activista se manifestaba precisamente para defender el derecho a… manifestarse. «La prohibición del prefecto de manifestarse en gran parte de Niza es ilegítima y no puede justificar el uso de la fuerza contra los ciudadanos que se reúnen pacíficamente para expresar sus opiniones», dice Attac Francia.

Sin embargo, y esto es lo importante, Geneviève Legay no se rinde y en cuanto salió del hospital aseguró: «Vuelvo al ataque. No quiero dejar a mis hijos y nietos en este mundo podrido donde sólo cuenta el dinero, no los seres humanos».


Traducción: Ana Gabriela Velásquez Proaño