Por Nestor Marin
La Revolución Ciudadana que llegó a Ecuador el 15 de enero de 2007 de la mano del presidente Rafael Correa cumple siete años de vida, inmersa en un proceso de consolidación del proyecto social que busca construir el socialismo del buen vivir. Hasta 2006 este país se caracterizaba por el lacayismo, a través del cual eran los estados imperiales los que determinaban políticas, proyectos y nombres, aseguró Galo Mora, secretario general de Alianza País, el movimiento fundado por Correa.
Según explicó Mora en declaraciones a la televisión local, el marco fundamental del cambio ocurrido en Ecuador está en la correlación de fuerzas, pues ahora, dijo, es el pueblo el que gobierna, a través de una representación legitimada en varias elecciones y plebiscitos.
Nos dicen que la figura piramidal de Correa es la que determina el cambio, pero pienso que también hay que destacar la madurez política alcanzada por el pueblo, añadió Mora, tras apuntar que Alianza País cuenta ya con más de un millón de afiliados.
El ministro de Conocimiento y Talento Humano, Guillaume Long, consideró, por su parte, que el gran reto inicial de la Revolución Ciudadana fue democratizar la sociedad a través del cambio del poder entre las clases, y los intereses foráneos y soberanía.
En ese sentido, coincidió con Mora al resaltar la recuperación del proyecto país, y para apuntalar su tesis sobre el fin de la injerencia extranjera puso como ejemplo el cierre en 2009 de la base militar estadounidense de Manta, y la renegociación de la deuda externa y de los contratos petroleros.
Vencidos esos objetivos, ahora lo más importante es empezar a sofisticar y diversificar la economía, con el objetivo de industrializar el país y producir conocimientos, agregó Long, quien considera que esos serán los dos pilares fundamentales en que descansará la nación andina.
El secretario nacional de Planificación y Desarrollo, Pabel Muñoz, tampoco dudó en asegurar que la Revolución Ciudadana logró rescatar al Estado del secuestro en que lo mantenían los grupos fácticos de poder, y restablecer las políticas públicas, sin tener que seguir las recetas de los organismos internacionales.
La Constitución de Montecristi, aprobada en septiembre de 2008, fue un nuevo pacto social, y su aprobación democrática representó un cambio fundamental respecto a la constitución acuartelada de 1998, aseguró Muñoz al canal GamaTV.
El titular de la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo recordó que en los últimos siete años el gobierno ha puesto en marcha tres planes del Buen Vivir, el buque insignia del proyecto social ecuatoriano.
Explicó que en 2007 se trabajó fundamentalmente en el cambio del modelo neoliberal, mientras que de 2009 a 2013 se trató de acomodar las políticas públicas refrendadas en la nueva Constitución a la gestión y la inversión en el sector público.
El tercer plan, en marcha desde el año pasado, y que concluirá en 2017, tiene un presupuesto de 72 mil millones de dólares, y ya no busca, recalcó Muñoz, romper con el neoliberalismo, sino cimentar el proyecto social, y acercarnos al socialismo del Buen Vivir.
En la práctica, y según cifras aportadas por el gobierno, la pobreza en Ecuador disminuyó en un 13 por ciento en los últimos siete años, y la extrema pobreza va en franca retirada.