De la historia, únicamente extraigo sucesos, fechas y materias primas que pretenden explicar la violencia.
De las religiones, cosecho resignación ante el mal.
De las versiones periodísticas, sólo obtengo incoherencias y confusión, amén de la odiosa santificación de los homicidas.
De los analistas, rescato solamente las frases consabidas: “la naturaleza humana es violenta”, “siempre ha sido así”, “fue peor la 2ª guerra mundial”…
Lo que salta a la vista es que el número de conflictos en simultaneidad ha aumentado (alrededor de 25 en curso en 2012). También que los motivos aparentes se develan muy velozmente: Ya no hay guerras ideológicas o religiosas ni debidas a un penal mal cobrado; en la actualidad prácticamente todas son de rapiña. También es evidente el posicionamiento de los EE.UU. como primer instigador, promotor, actor, financista y beneficiario económico de casi todos los horrores belicistas del momento.
Las noticias de hoy señalan que 25 ciudadanos de Yemen fueron asesinados por aviones no tripulados; que un sargento estadounidense salió de excursión y mató sin pretexto alguno a 16 personas que estaban en sus casas -9 niños entre ellas-; también informan que 21 palestinos han muerto por bombardeos israelíes durante la última noche (ataques aéreos perpetrados en la oscuridad).
Hace unos días el jefe máximo del ejército de los EE.UU. expuso un análisis pormenorizado de los preparativos que su fuerza armada está disponiendo para atacar a Siria. El general Martin Dempsey habló ante el Senado y dijo que *oficiales militares han preparado un “cálculo preliminar de los comandantes” sobre cómo sería una batalla para el Consejo de Seguridad Nacional del Presidente Obama*. Detalla las iniciativas tomadas de un modo frío, matemático; *… prohibición de navegación, corredor humanitario, ataques aéreos limitados, etc.*
Le acompaña el ministro de defensa yanqui, el señor Panetta, quien dijo que está a la espera de las órdenes de Obama para seguir avanzando en los preparativos.
Releo otras noticias de estos días. 17 muertos en Irak, en represalia por 27 muertos de hace unos días. En Afganistán, 6 soldados asesinados. Otro día: Un avión no tripulado mató a un ciudadano norteamericano en Pakistán; 126 muertos en Yemen, y así, cada día nuevas imágenes de esta teleserie macabra que, si mal no recuerdo, no ha parado casi ni un día desde poco antes del año 1990. Unas pocas atrocidades cada vez, en dosis homeopáticas como un veneno en gotas, hasta que nos vamos haciendo fuertes y ya no nos afecta tanto. O quedamos definitivamente inmunes y entonces decimos: *”Es que siempre ha habido guerras”.*
A pesar de que la guerra me ha acompañado como ruido de fondo en toda mi existencia (los primeros capítulos que recuerdo fueron Cuba, Congo y Vietnam y un profesor que nos mostraba con orgullo -y cierta demencia en la mirada- sus cicatrices de la 2ª guerra mundial), la dosificación homeopática no ha funcionado en mi caso. Siempre he sentido el mismo horror y ninguna explicación me lo ha aplacado. Todavía no puedo integrar sicológicamente los más de 4 millones de congoleses muertos hace muy poco con el único motivo de pavimentar la tranquila expoliación de los recursos mineros sobre los que, desafortunadamente, ellos vivían. Allí no hubo OTAN ni ONU ni nadie que detuviera esa masacre. Todos estaban de acuerdo en que esos africanos eran un estorbo para la comercialización del coltrán requerido por los teléfonos celulares, entre otros productos del progreso.
Toda la gente que he conocido a lo largo de mi vida -que estimo en unos miles de individuos- han sido personas sensibles a los hechos de violencia cuyo comportamiento habitual es el de rehuir los actos agresivos.
Rememoro distintas situaciones en las que me vi envuelto, padecí o incluso ejercí violencia en contra de otros y ninguna de ellas me agrada. Reflexiono sobre las violencias de otros a terceros. Ninguno de aquellos con los que he tenido la ocasión de intercambiar sobre tales experiencias las recuerda con orgullo o satisfacción sino, al contrario, con algo de vergüenza y contradicción.
Puedo asegurar que en todos los casos, hubo circunstancias de alteración, de confusión, de presión o amenaza, en suma, de pérdida de control.
No creo en absoluto que esas sean las circunstancias que empujan a un cuerpo colegiado de militares, con buenos sueldos y cómodas oficinas para juntarse, a diseñar un esquema de pasos a seguir para atacar a un país lejano y calcular anticipadamente el número de muertes -militares y civiles- que van a producirse aparte de la destrucción de casas, hospitales, escuelas, plazas, pueblos enteros, etc.
No me imagino al señor Obama, borracho, dándole de golpes a una foto de Gadafi para luego llamar al señor Panetta y darle la orden de enviar soldados a matarlo. Me resisto a aceptar que las prehistóricas monarquías europeas, así como los parlamentos y gobernantes de las repúblicas guerreras de la OTAN, sesionen en medio de humos y sustancias alucinógenas que les hagan percibir de modo amplificado y amenazante sus ocultos temores a lo árabe, lo gitano, lo chino, lo extraño, lo peligroso.
Definitivamente no es así, las noticias referidas dan cuenta de actos criminales y aberrantes planificados fríamente.
Trato de entender…
Vienen a mi mente los relatos y lecturas referidas a pueblos antiguos así como a muchísimas pequeñas culturas, sobrevivientes aún, que desarrollan sus vidas en paz, en contacto con la naturaleza y alejadas de las grandes ciudades y del “progreso moderno”.
De nuestros ancestros que fueron moldeando en Asia y Europa a la actual sociedad, hay huellas (muy poco divulgadas) de que su vida no siempre estuvo marcada por el hierro y la pólvora. Eso vino después. ¿Cambió la naturaleza humana o habrá que creerles a los economistas de cualquier universidad seria, su versión acerca de que fueron los escasos bienes de consumo y el aumento de las necesidades lo que nos hizo progresar a punta de palos? Según ellos, ¡Habría que estar agradecidos de la codicia, de la envidia, del despojo y de toda esa bajeza que elevan a la categoría de ‘motor de la historia’!
Según ellos también, todos los días habría amas de casa saliendo de sus casas para apuñalar a sus vecinas con tal de obtener la taza de azúcar faltante.
Sigo intentándolo…
Otra noticia aporta un dato relevante. Expone que está aumentando la cantidad de grupos discriminadores en Estados Unidos.
Un nuevo informe sostiene que sigue en aumento el número de grupos partidarios de distintas formas de discriminación. El Centro Legal de la Pobreza del Sur determinó que el número de grupos organizados contra alguna característica específica racial, religiosa o de otro tipo aumentó de 602 en el año 2000 a 1018 el año pasado. El Centro también encontró un drástico incremento en la cantidad de grupos patriotas antigubernamentales o de milicias (léase; fascistas).
Esto ocurre en el país del temor, de los inventores de las doctrinas de defensa y de ataque más salvajes, del país más armado del mundo.
Quizás empiezo a entender…
Un buen amigo y maestro de mi vida me explicó un día que *”Sin fe interna hay temor, el temor produce sufrimiento, el sufrimiento produce violencia y la violencia destrucción”.* *
Vuelvo a considerar aquellos pueblos y culturas que “no alcanzaron el progreso actual” de la humanidad. Asimismo, pienso nuevamente en aquellas reuniones de “líderes mundiales” o las de los “estrategas” del homicidio.
Advierto las diferencias más evidentes.
Para los últimos, sus cómodos sillones y sus vidas en general están cimentadas en el deseo y en la posesión. No son nada ni nadie sin las cosas y el estatus que poseen. Han perdido el alma. Son una sombra de un ser humano y un espectro de lo que pudieran ser.
Los otros, que incluyen a la vecina que intercambia amabilidad o compañía por azúcar y a todos esos amigos que rehuyen la violencia, también tienen deseos, pero tales deseos no están satisfechos del mismo modo. Cada día está teñido por la necesidad. Necesidad de los demás para poder avanzar. Necesidad de algún dios para confiar o pedir apoyo. Necesidad de hacerse mejor, para superar lo doloroso.
El temor y la amenaza también están copresentes pero es, sobre todo, el temor a no conseguir. ¿Por qué habría de asesinar a mi hermano si mi sufrimiento es por el miedo a no lograr aquello que quisiera?
Aquel cuyo problema es que ya posee, teme que se lo arrebaten. No sólo eso, su mirada está puesta en nuevos objetos de deseo, más encumbrados aún que aquellos en los que descansa su vida.
Recurro nuevamente a mi maestro.
*Hay deseos de distintos pesos. Hay deseos más groseros y hay deseos más elevados.*
*¡Eleva el deseo! ¡Supera el deseo! ¡Purifica el deseo!, que habrás seguramente de sacrificar con eso la rueda del placer, pero también la rueda del sufrimiento.*
*La violencia en el hombre movida por los deseos no queda solamente como enfermedad en su conciencia, sino que actúa en el mundo de los otros hombres, se ejercita con el resto de la gente.* **
* Silo. Acto Público, Pabellón de los Deportes. Madrid, España. Septiembre de 1981.
** Silo. Arenga del año 1969. *La Curación del sufrimiento*