Al interior de Radio San Gabriel, medio en el cual trabajaba la mayor de los hermanos, dos versiones han sido difundidas. Por un lado, una sostiene la existencia de una llamada amenazante que habría recibido Verónica Peñasco un año atrás. La otra, asegura que la periodista habría sido seguida, algunas semanas antes de su muerte, hasta la puerta de la estación de radio por un individuo al que ella le habría pedido esperarla afuera.
El tiempo corre, y el descontento por la inseguridad crece al interior de la población de El Alto, donde vivían las dos victimas. Varias protestas se han transformado en enfrentamientos con la policía, la cual habría llegado hasta impedir por poco un intento de linchamiento. El gobierno manifestó igualmente su inquietud frente a los llamados hechos para la creación de “brigadas armadas” al interior de la población. El Ministerio del Interior denunció la existencia de panfletos promoviendo este llamado y circulando en la ciudad de El Alto, donde se multiplican igualmente las llamadas a favor del restablecimiento de la pena de muerte para los asesinos y violadores. Algunos denuncian igualmente la falta de movilización de un sector de la prensa desde el asesinato de los dos colegas.
“La investigación debe seguir avanzando y pedimos a las autoridades competentes seguir firmemente su curso”. En ningún caso, sin embargo, los asesinatos de Verónica y Víctor Hugo Peñasco, deben justificar una justicia callejera que no es la justicia, ni el restablecimiento de la pena de muerte, contraria al Estado de derecho. Nuestros dos colegas simbolizaban la nueva expresión de la cultura indígena aymara en el espacio informativo boliviano. Este es el símbolo que debe perdurar”, declaró Reporteros sin Fronteras.