En el 51º Aniversario del asesinato de Martin Luther King, su utopía condensada en la icónica frase “I have a dream” (Tengo un sueño) sigue siendo inalcanzable en la distópica sociedad estadounidense del siglo XXI.
El reverendo Wright en un sermón pronunciado en el 2001 en la parroquia de la United Church of Christ de Chicago expresó la necesidad de una metanoia colectiva de la sociedad estadounidense “que transforme las guerras militares imperiales en guerras políticas internas contra el racismo y las injusticias de clase”, para lo que propuso una redistribución fundamental de la riqueza a través de la reasignación del presupuesto público. Citando el “regalo de la Administración de George W. Bush de 1.300 billones de dólares en exenciones de impuestos para los ricos”, replicó con una propuesta de financiación pública de asistencia médica universal y de reconstrucción del sistema educativo para ponerlo al servicio de los pobres. Asimismo, en una conferencia pronunciada en la Universidad Howard (Washington) en el 2006 afirmó: «Este país se fundó y está dirigido según un principio racista (…) Creemos en la superioridad blanca y en la inferioridad negra (…) más que en el propio Dios», según un extracto publicado por The Wall Street Journal. Asimismo, el ex-Presidente Obama, hijo espiritual del Reverendo Wright y deudor del título de su libro “La Audacia de la Esperanza,” en su libro “Los Sueños de mi padre” habla sobre la actitud vital de la población afroamericana , marcada por el estigma generacional de “una segregación racial que ha caracterizado el devenir norteamericano” según sus palabras, herida sin cicatrizar que posiblemente vuelva a estallar en el mandato de Donald Trump tras los incidentes protagonizados por los supremacistas en Virginia y que contará con la firme réplica de la organización de extrema izquierda Antifa así como de grupos latinos,judíos, musulmanes y de las Fraternidades Negras.
Los supremacistas y el retorno del “White Power”
Según el Pew Research Center, la clase media ( con unos ingresos anuales de 73.400 $) ya no sería el segmento poblacional dominante en la sociedad estadounidense actual al sufrir una lenta pero progresiva caída en las últimas 4 décadas. Así, según el Pew, en 1971, la clase media representaba el 61% de la población (unos 80 millones de habitantes) mientras que en la actualidad no alcanzaría el listón del 50% (49,9%) debido a la crisis de las subprime, estallido de la burbuja inmobiliaria y posterior crash bursátil del 2008. Conviene resaltar que entre los “perdedores de la crisis” además de afroamericanos y latinos aparecen por primera vez jóvenes universitarios endeudados y adultos blancos de más de 45 años sin estudios universitarios y con empleos de bajo valor añadido que tras quedar enrolados en las filas del paro, habrían terminado sumido en un círculo explosivo de depresión, alcoholismo, drogadición y suicidio tras ver esfumarse el mirlo del “sueño americano”, lo que habría tenido como efecto colateral la desafección de dichos segmentos de población blanca respecto del establishment tradicional demócrata y republicano.
Así, según una encuesta de la NBC, el 54% de la población blanca estaría “enfadada con el sistema”, frente al 43 % de los latinos y el 33% de los afroamericanos que siguen confiando en el sueño americano, lo que habría llevado a los votantes blancos a apoyar las posiciones políticamente incorrectas y refractarias a los dictados del estabishment tradicional republicano de Donald Trump, simbolizado en el apoyo de los indignados blancos mayores de 45 años a Trump y de los partidos neonazis y supremacistas blancos que siguen controlado los ámbitos de poder de la “América profunda” , simbolizado en el firme apoyo a su candidatura de David Duke, ex-líder del KKK. Los posteriores nombramientos de Sebastian Gorka,( miembro de la organización de extrema derecha húngara Vitézi Rand) como asesor de contraterrorismo y de Stephen Bannon, (director de la página web Breitbart News, de ideología populista y ultraderechista) como Jefe de Estrategia simbolizaron la llegada de los supremacistas blancos a la Casa Blanca con el objetivo inequívoco de inastaurar el “White Power” en una sociedad en la que la evolución demográfica provocará que la población blanca será minoritaria en el escenario del 2.043. Así, según la Oficina del Censo de EEUU, hacia el 2043 los blancos dejarán de ser la mayoría de la población estadounidense y serán desplazados por la suma de la población hispana que aumentaría de 53,3 millones en la actualidad a 128,8 millones en 2060 y la afroamericana, que pasaría los 41,2 millones actuales a los 61,8 millones previstos por las proyecciones.
¿Hacia una nueva Marcha sobre Washington?
La persistencia de la violencia policial contra la población afroamericana y la práctica impunidad de la policía aunado con la visibilidad mediática de los supremacistas blancos que contarían con “la fraternal comprensión” de Donald Trump, podría hacer oscilar en sus valores la otrora monolítica actitud de las Fraternidades negras de permanecer al margen de las protestas violentas al constatar la certeza de las palabras del visionario Martin Luther King, Premio Nobel de la Paz (“Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces, pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos”). Así, no es descartable que fraternidades negras como Omega Psi Phi, Alpha Phi Alpha y Beta Phi Sigma y las hermandades Zeta Phi Beta y Gamma Sigma Rho hagan un llamamiento a sus miembros para que acudan a una nueva gran marcha pacífica sobre Washington (rememorando a la de Martin Luther King, 1.963) en la que se escuchará la oposición de la “América Progresista” a “todas las formas de racismo y sexismo, así como a las políticas de la Administración Trump contra la inmigración y los musulmanes”. Asimismo, no sería descartable una posterior reedición de los violentos disturbios raciales del verano de 1963 que podría hacer que las áreas metropolitanas con altas tasas de población latina y afroamericana ( New Orleans, Washington, St-Louis, Los Ángeles, Atlanta, Cleveland y Chicago) estallen en violentos disturbios callejeros donde se entremezclarán las demandas sociales con las de segregación racial, olvidando las enseñanzas de Martin Luther King (“La violencia crea más problemas sociales que los que resuelve”) y quedando postergado “sine die” su sueño de ver “sentados en misma mesa a los hijos de blancos y negros en las praderas de Georgia”.