Hay 332 presas en la cabecera del río São Francisco. Alrededor del 70% están llenos de residuos mineros. Basta con volar la represa de Congonhas do Campo, con residuos de metales pesados para extraer el oro, para que el Viejo Chico esté muerto durante 100 años, dicen los expertos en la zona.
Luego, Brumadinho y Marianna, que no enviaron una advertencia, advirtieron que tenemos una presa de relaves atada a cada cuello. Somos 18 millones de personas en el Valle de São Francisco, sin mencionar ahora a la gente de Paraíba que también bebe esta agua.
Pero la advertencia de los viejos medios es que en la región de Caldas, también en Minas Gerais, hay una represa con desechos de material radiactivo. Eso es correcto. Es la cuenca del Río Grande, por lo tanto del Paraná, por lo tanto del Prata. Sólo en la cuenca del Río Grande hay 9 millones de personas. El pueblo, la Universidad y el MPF advierten de la inseguridad de la presa ante hechos inusuales en el muro, leen filtraciones e infiltraciones. Sin embargo, Industrias Nucleares do Brasil (INB) ya ha dicho que no tiene la cantidad de 1.000 millones de reales (Sic!) para desactivar la represa.
El Papa Francisco ya había dicho, que esta economía mata. Mata a la gente y mata a la naturaleza. No hay dos crisis, sólo hay una crisis de civilización. De hecho, nadie conoce la seguridad de los desechos radiactivos y de la minería en toda la faz de la tierra. En cualquier momento, una bomba podría aparecer en nuestras vidas.
Mientras tanto, los habitantes de la región de Itacuruba, Pernambuco, protestan una vez más contra la instalación de otra central nuclear, esta vez en el Bajo São Francisco. El horror encima del horror.
Ni siquiera mencionaremos el plástico que ocupa los océanos, la contaminación de metales pesados hacia la agricultura, las hormonas y los antibióticos que se liberan de forma masiva en el agua. El capital no puede medir sus propias consecuencias, sólo tiene que avanzar.
La represalia de la basura se está volviendo fantástica. Para los que les gusta el caos, añadiendo la venganza de la basura a la venganza de Gaia -ver Mozambique-, el espectáculo es dantesco e inimaginable, apocalíptico. Nadie podrá quejarse de la falta de emoción. Que se diviertan.
Traducción del portugués por Nicolás Soto