Pese a la crisis del mercado editorial y de su competencia con los e-books, el libro impreso está vivo y coleando. La atención que se presta a su diseño le permite imponerse ante las tentaciones del mundo digital.

Hace algunos años la situación parecía ser muy diferente: con el auge de los libros electrónicos o e-books, muchos analistas del mercado editorial pronosticaron el fin inminente de los volúmenes impresos tal como se les ha conocido desde hace siglos. Sobre todo los textos de consulta y las enciclopedias empezaron a ser comercializados en formatos digitales. Y, con el paso del tiempo, cada vez más personas se acostumbraron a leer sus cuentos y novelas en dispositivos electrónicos especialmente diseñados para ello.

Pero otro fenómeno –observado sobre todo en el ámbito de las bellas letras– contradice esa narrativa apocalíptica según la cual el libro clásico tiene los días contados: docenas de editoriales han conseguido la manera de conservar a su público y seducir a nuevos lectores sin renunciar a los textos impresos. “Contra todas las expectativas, el interés por los libros bien diseñados crece, sobre todo entre los jóvenes”, comenta Alexandra Sender de la Fundación Buchkunst.

Saturación digital

El libro impreso vive. Eso queda en evidencia al entrar a la librería Zum Wetzstein, en Friburgo. El libro impreso vive. Eso queda en evidencia al entrar a la librería Zum Wetzstein, en Friburgo.

“En las escuelas superiores de comunicación visual y diseño gráfico, el libro está viviendo un auténtico renacimiento”, acota Sender. Esto queda en evidencia cuando se admiran los volúmenes que engalanan los anaqueles de las librerías especializadas en literatura clásica, como Zum Wetzstein, en Friburgo. Esta tendencia es confirmada también por Stefan Soltek, director del Museo Klingspor para el Arte de los Libros y la Caligrafía en Offenbach. “Yo observo un creciente interés estético por el diseño tipográfico”, señala Soltek.

“Tanto los lectores como los profesionales del diseño gráfico y las tecnologías de la información tienen un ojo cada vez más afinado en lo que respecta a la concepción de letras bellas”, agrega Soltek. El libro como producto cuidadosamente elaborado está demostrando que puede imponerse en el mercado frente a las “golosinas” que ofrece el mundo digital. A decir verdad, existe un vínculo directo entre el progreso de la tecnología y el empeño en conservar el libro impreso. “En la era de la saturación digital, los contenidos diseñados de manera sensible ganan relevancia”, sostiene Sender.

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