Navarra sería un escenario distópico fruto del Tejerazo de 1.981, en el que los guardias civiles de Tejero obligaron “manu militari” a los líderes políticos confinados en el Congreso a aceptar un acuerdo tácito por el que se declaraban intocables el sistema monárquico, el bipartidismo rotatorio de los partidos políticos del establishment español (PP y PSOE) y la unidad indisoluble de España, pasando Navarra desde entonces a ser considerada “cuestión de Estado” por lo que cualquier cambio institucional que se pueda producir en el viejo Reyno foral deberá contar con el visto bueno del establishment del Estado español.
¿Quién manda en UPN?
Parafraseando a Wright Mills, el establishment navarro sería “el grupo élite formado por la unión de las sub-élites política, económica, universitaria y mass media de Navarra”, lobbys de presión que estarían interconectadas mediante “una alianza inquieta basada en su comunidad de intereses económicos y amalgamada por la defensa a ultranza de la “unidad identitaria de Navarra” , doctrina que tendría su plasmación práctica en la perpetuación “sine die” del sistema feudal político-económico imperante en Navarra desde la Guerra Civil del 1939. Así, cerca de 100 familias o clanes familiares dominarían todos los centros de poder económico, político, universitario y mediático de la Comunidad Foral, aunque tan sólo serian satélites orbitando en la esfera de gravedad del Opus Dei, élite Alfa que habría fagocitado todas las sub-élites del establishment navarro convirtiendo a la Comunidad Foral en un coto feudal en pleno siglo XXI, utopía negativa donde la realidad transcurre en términos antagónicos a los de una sociedad ideal, es decir, una distopía de naturaleza real y no ficticia.
Por otra parte, la publicación de los últimos sondeos que pronosticaban la desaparición del PPN en Navarra tras las próximas elecciones al Parlamento foral, habrían encendido las alarmas en el establishment españolista de Navarra y se habrían puesto en marcha los resortes coercitivos para lograr que UPN desista de presentarse con sus siglas y embarcarse en una travesía que tendrá como compañeros de viaje al PPN y a Ciudadanos, diluidos en una marca aséptica (Navarra Suma), fruto de la maquiavélica mente de Jaime Ignacio del Burgo. Así, la estrategia electoral de Navarra Suma utilizará la táctica de la manipulación de las masas expuesta por Edward L. Bernays en su libro “Cristalizando la opinión pública”, en el que desentraña los mecanismos cerebrales del grupo y la influencia de la propaganda como método para unificar su pensamiento. Así, según L. Bernays, “la mente del grupo no piensa, en el sentido estricto de la palabra. En lugar de pensamientos tiene impulsos, hábitos y emociones. A la hora de decidir su primer impulso es normalmente seguir el ejemplo de un líder en quien confía”. Este es uno de los principios más firmemente establecidos por la psicología de masas”, por lo que la propaganda de la nueva coalición navarrista (Navarra Suma) será dirigida no al sujeto individual sino al Grupo en el que la personalidad del individuo unidimensional se diluye y queda envuelta en retazos de falsas expectativas creadas y anhelos comunes que lo sustenta mediante la manipulación del miedo (Barkos persigue la integración de Navarra en Euskadi).
¿Sacrificará UPN el autogobierno fiscal navarro?
Con el Gobierno navarrista de Yolanda Barcina se habría producido una clara sumisión de UPN a los dictados del Gobierno del PP, pues debido a su minoría parlamentaria en la Cámara navarra habría llegado a un acuerdo tácito con el Gobierno central para frenar las leyes que apruebe el díscolo Parlamento navarro mediante el recurso sistemático ante el Tribunal Constitucional, basándose en el artículo 161.2 de la vigente Constitución que señala que “el Ejecutivo central podrá impugnar ante el Tribunal Constitucional las disposiciones y resoluciones adoptadas por los órganos de las CCAA” y que ha supuesto “de facto” el vaciar de contenido las competencias legislativas de la Cámara foral y convertir a Navarra en una Comunidad tutelada por el Gobierno central. Ello habría supuesto la aparición de un agujero en el cortafuegos protector del blindaje jurídico del régimen privativo foral navarro, quedando al descubierto sus inconcreciones y su deficiente incardinación en las estructuras fiscales y jurídicas del Estado español, por lo que estaríamos en la antesala de un severo recorte de la capacidad de la Cámara Foral para legislar impuestos (autogobierno fiscal navarro), que se enmarcaría en el contexto de la instauración de una nueva Doctrina autonómica por parte del establishment dominante del Estado español.
Dicha doctrina consistiría en la implementación de un Estado seudofederal basado en el democrático e igualitario “café para todos” pero que sería un misil en la línea de flotación de la pervivencia del régimen foral diferenciado navarro y su capacidad auto-gestionaria. y que contaría con las bendiciones de PP y Ciudadanos, socios de UPN en su nueva coalición electoral NavarraSuma. Así, permanece vigente el riesgo de la aplicación de nuevas restricciones al autogobierno de la Comunidad Foral en las próximas negociaciones sobre la renovación del Convenio Económico Navarra-Estado ante la cruzada mediática que acusará al régimen foral de “insolidaridad fiscal con el resto del Estado”, medidas constrictivas que podrían convertir a la Comunidad Foral en un autogobierno devaluado, enconsertado y sometido a los dictados del Gobierno Central o Tribunal Constitucional de turno, por lo no sería descartable la reedición en un futuro mediato de la Gamazada, reacción popular de la ciudadanía navarra contra la intentona del ministro español Gamazo de suprimir el régimen fiscal navarro establecido en la Ley Paccionada de 1.841 y glosada en unos versos del paloteado de Monteagudo del verano del 1894:”Si el Gobierno de España sigue con sus pretensiones, se tomarán en Navarra serias determinaciones”.