Por David Swanson

El gasto militar de los Estados Unidos hace ocho años fue de 1.2 billones de dólares anuales cuando se agregaron las armas nucleares en el Departamento de Energía, el Departamento de Seguridad Nacional, la CIA, los intereses de las deudas, el cuidado de los veteranos, etc. Ahora el valor llega a 1.3 billones de dólares. En los años transcurridos desde que el gasto militar se incrementó dramáticamente, los Estados Unidos se ha vuelto menos seguro, menos querido, menos ambientalmente sustentable, menos libre, menos próspero, menos tolerante y menos democrático. Mover dinero a otras áreas incrementa significativamente la economía, recompensando el cambio financieramente así como de muchas otras maneras. De hecho, el mismo dinero gastado en empleos de energía limpia devuelve un incremento del 50% en impuestos sobre el dinero gastado en empleos militares.

Se ha estimado que la eliminación de la pobreza infantil ahorraría $ 0.5 billones por año al reducir gastos en atención médica, deserción y delincuencia. Los experimentos con una Garantía de ingresos básicos han mejorado la salud, la educación y han reducido la delincuencia. Es seguro asumir que eliminar la pobreza adulta también generaría ahorros significativos. Sabemos que la atención médica de pagador único, que cuesta menos, generaría grandes ahorros (y cubriría a los veteranos junto con todos los demás), y que un aire, agua y tierra más limpios reducirían la necesidad de atención médica. Sabemos que los subsidios a los combustibles fósiles y el encarcelamiento masivo y la expansión de carreteras son enormemente costosos pero contraproducentes.

Realmente no hay duda de que hay una enorme cantidad de dinero con el que se puede trabajar. Existe, simplemente, la cuestión de qué hacer con él, si se le cobra impuestos, y si es así cómo gastarlo. O, más bien, no hay ninguna duda si queremos sobrevivir como una especie. Un nuevo tratado verde que crea 20 millones de empleos es una necesidad. Un negativo impuesto a la renta que cuesta $ 175 mil millones por año es perfectamente alcanzable y costaría significativamente menos (o proporcionaría más a las personas que pasan necesidad) si se creara en combinación con 20 millones de empleos y en combinación con cualquier reducción en programas menos efectivos contra la pobreza.

Darle dinero a las personas que lo necesitan, mientras que gravar a las personas que pueden costearlo, requeriría poca más burocracia de la que existe ahora y mucho menos de lo que requieren otros programas. No se les diría a las personas cómo deben gastar su dinero ni tratar de monitorear cómo lo hacen. Sería bastante respetuoso, y he visto más  afirmaciones calvas que pruebas, que cualquiera lo tomaría como un insulto. Pero aún no alcanzaría el ideal de entregar a 285 millones de adultos, incluidos los multimillonarios, $ 50,000 en efectivo cada año. Eso costaría 14,25 billones de dólares. Pero 20 millones de empleos a $ 50,000 por año costarían 1 billón de dólares. Es un número enorme pero perfectamente factible. Algunas prioridades tendrían que cambiar. Si, por ejemplo, los anunciantes de deportes dieran las gracias a sus tropas por observar desde 138 países en lugar de 175, ¿alguien lo notaría?

Hay millones de maneras de reducir la pobreza globalmente o con un enfoque más estrecho. Estoy a favor de varios de ellos en combinación, incluida la legalización del derecho de organización y huelgas, lo que tiene ventajas democráticas adicionales e incluye un salario máximo vinculado a un salario mínimo cuyo valor se restaura e incluso aumenta.

Un nuevo libro titulado “A Fews Thousand Dollars” escrito por Robert Friedman, examina cuidadosamente varias formas de reducir la pobreza que han demostrado ser al menos algo efectivas. Muchos de ellos implican la creación de cuentas de ahorro que multiplican la cantidad de dinero ahorrado pero restringen la forma en que se puede utilizar. Ampliar esta idea más allá de los sueños de sus defensores, al proporcionar  3,000 de dólares para 200 millones de adultos, costaría $ 0.6 trillones más la burocracia.

En su libro, Friedman examina casos de estudio y los mejores diseños para cuentas de ahorro dedicadas a la educación, a las casas y al inicio de negocios. Pero todos estos restringen las opciones de uno. Friedman incluso mantiene al GI Bill como modelo para los programas de lucha contra la pobreza porque sus beneficios supuestamente se obtuvieron a través de un «servicio». Sea lo que piense del tan llamado servicio y de si podríamos sobrevivir a su repetición, fue para la mayoría de las personas obligatorio. Friedman dice que la noción de que nadie debería querer una «limosna» es lo que «hace grande a nuestro país», que es, por supuesto, el país rico con más pobreza en la tierra. La «grandeza» nunca está conectada a los hechos.

Desafortunadamente, no tenemos tiempo para lidiar con demasiados planes, y necesitamos aplicar planes viables a nivel mundial, ya que gran parte del sufrimiento de la pobreza se encuentra entre el otro 96%. Pero lo que estamos obligados a hacer, lanzar un programa masivo de protección del clima y del medio ambiente, la conversión a energía limpia, el desarme y la conversión a industrias pacíficas, también crea empleos de una manera nunca vista ni siquiera por su «creador de empleos».

¡Empecemos!


Traducción del inglés: Ana Gabriela Velásquez Proaño

El artículo original se puede leer aquí