Por Claudio Ojeda
En ocasión del 8M debemos comentar que se esta gestando una revolución no violenta extraordinaria.
Maravilloso ver como los Movimientos Feministas están generando un cambio en hábitos y costumbres, un cambio en las formas de relacionarnos, han complicado al lenguaje, han complicado a la clase conservadora con sus mujeres incluidas. Se están repensando las creencias sobre el cuerpo, la ética y la estética, las ideas de belleza y la incorporación de la valoración de su inteligencia. Los incautos, se preguntan, ¿por qué? ¿Para qué? y ¿para quién? y es ahí en donde se encuentra la mayor revolución: es para ellas mismas, es empoderarse, es pararse frente al mundo que siempre las invisibilizó , las explotó, las usó, las denostó, las violó, las insegurizó, las transformó en esclavas, cosas, decoración, imagen, pero no en seres humanos. Y de esa condición impuesta, no ha salido nadie a rescatarlas sino ellas y por ellas mismas. Es una revolución que viene de lo más profundo de su ser, que se ha querido manifestar durante siglos, y sus expresiones siempre fueron aplastadas abusivamente por el patriarcado con su moral, sus leyes, sus costumbres y sus aires superiores expresados en forma violenta y asfixiante. Cuando trataron de emerger, fueron tratadas de brujas, enfermas mentales, contestarias, desatinadas, ignorantes y todo lo que las atormentara y estigmatizara para mantenerlas en su condición servil a sus intereses mezquinos y arrogantes.
Este reclamo de igualdad llevará a regalar ya no la muñequita en la Navidad, ni el juego de tazas o útiles de cocina sino también juguetes científicos, celulares acorde, música, libros y arte en general. Claro está, que los hombres nos quedaremos con las flores en las manos, ya no es necesario abrir la puerta del auto como señal de dependencia y sometimiento, ni tampoco pagar la cuenta poniéndonos en un “status superior”. .. Tendremos que hacer el esfuerzo de entender la libertad humana y que no nos corresponde hablar por ellas, ni interpretar sus gustos y sus deseos, debemos tomar palco y valorar su revolución, mirarlas a los ojos y acompañarlas en señal de disculpas sentidas por tantos y tantos abusos ejercidos sin contemplación. Familiarizarnos con la plancha, lavadora, escoba, la cocina, el cuidado de los hijos, etc.
Ellas ya no serán la esposas de… la hermana o hija de… Serán en adelante no prótesis de nadie sino ellas mismas. Las necesitamos pero como las partner, las cómplices, como compañeras de vida. Nuestras iguales que debemos aceptar en su elaboración intelectual, sentimental y aventura de vivir. Claro, la permanente represión les generó una sensibilidad maravillosa no solo con los de la misma especie, sino también con las otras especies en el mundo animalista por ejemplo. Tienen vocación de percibir mejor al anciano y las nuevas generaciones, a las actitudes violentas, etc… Capítulo aparte es su sensualidad y sexualidad que ya hace mucho exige su compensación y su deleite sin pudor y su cuerpo como expresión de su aceptación de la aventura que les genera. Ya las tendremos en las mismas proporciones en la política, las gerencias de empresas, las dirigencias del barrio, en la minería, los trabajos de construcción, las jerarquías eclesiásticas y en tantos campos hasta hoy solo destinados a los hombres. Sin duda se nos viene una gran revolución no-violenta.
Si el aporte masculino llevó a este mundo hasta acá, imaginen el aporte al desarrollo de la especie que hará esta mitad silenciada cuando exprese todo el despliegue de esa diosa encadenada que ya está rompiendo sus cadenas y nos llena de una nueva mirada, que genera un tremendo cambio en este mundo y solo se produce por una verdadera revolución. Al género masculino no le queda otra que estar a la altura.