Chile requiere avanzar desde la actual democracia «formal» hacia una verdadera democracia, con participación social efectiva. Para eso, lo primero es darnos una nueva Constitución generada a través de una Asamblea Constituyente. Por otra parte, necesitamos avanzar en forma acelerada hacia un Estado que garantice los derechos sociales fundamentales. Recuperar nuestros recursos estratégicos es otra de las tareas urgentes que tenemos. En el plano internacional, integrarnos con Latinoamérica en forma constructiva, aportando al fortalecimiento de los derechos humanos y la democracia en la región y no promoviendo el golpismo que ya conocimos en carne propia.
La postura del presidente Piñera en relación a Venezuela es de una incoherencia que linda con el surrealismo político. Chile debe ser el único país del mundo que 29 años después de terminar la dictadura, sigue teniendo una Constitución generada en dictadura, redactada por un pequeño grupo de hombres de extrema derecha sin debate alguno, “votada” sin registros electorales, diseñada para perpetuar un sistema profundamente antidemocrático. Salvo pequeños retoques, sigue siendo la misma que mantuvo en el poder al dictador Augusto Pinochet. Por casi 20 años tuvimos senadores designados a dedo y un sistema electoral totalmente amañado. Y ¿desde acá se pretenden dar lecciones de democracia?
Chile, mientras se vanagloria internacionalmente por su supuesto éxito económico, tiene una de las peores distribuciones de ingreso del planeta, con un salario mínimo vergonzoso que no alcanza para la subsistencia del millón de trabajadores que lo recibe. Y ¿se pretende dar lecciones de derechos sociales desde acá? El sistema de pensiones chileno, también creado en dictadura y mantenido por el poder del empresariado sobre el mundo político entrega pensiones miserables, cercanas al 25% del sueldo recibido al momento de jubilar. Es una verdadera violación a los derechos humanos de los adultos mayores. A su vez, la salud y la educación son negocios y no derechos, definidos por el mismo presidente como bienes de consumo.
Chile es el único país del mundo en el que el agua es 100% privada. Los recursos pesqueros fueron entregados en el primer gobierno de Piñera a perpetuidad a 7 familias, mediante una Ley que fue públicamente reconocida como corrupta, aprobada con el cohecho a ministros y parlamentarios. El cobre, el litio, los bosques, la energía, todo, absolutamente todo ha sido desnacionalizado y entregado a multinacionales, que por supuesto hablan muy bien de nuestro país…
La policía, Carabineros de Chile, está siendo investigada por el mayor robo de la historia de nuestro país. Y mientras tanto, esos mismos carabineros siguen asesinando a los mapuche.
¿Desde este país se pretenden dar lecciones de democracia, justicia, derechos humanos, igualdad social? Da vergüenza siquiera sugerirlo.
Por lo demás, por estos días nos enfrentamos a un “revival” de la valoración de la dictadura y de Pinochet. Se ha instalado un intento de negacionismo de lo que fueron las violaciones a los derechos humanos durante la dictadura. Piñera pretendió instalar como ministro de Cultura a un declarado negacionista. No hay que olvidar que, además, para su elección Piñera fue apoyado, con su personal agradecimiento, por el “Bolsonaro” chileno, José Antonio Kast, populista neofascista que cuenta con el apoyo creciente de parlamentarios de gobierno. Que duda cabe que en este, su segundo mandato, estamos en presencia de un Piñera fuertemente cargado hacia la derecha dura.
Y esto sucede en un país en el que durante los últimos años, no solo en este gobierno, sino que también en los de la ex Concertación, se han violado reiteradamente los derechos humanos y así lo ha expresado en reiteradas oportunidades la Comisión Interamericana de DDHH y otros organismos internacionales de DDHH. Se ha asesinado mapuche a sangre fría. A niños mapuche incluso se los ha atacado con bombas lacrimógenas en sus escuelas y se les ha disparado a quemarropa. Y a los criminales, siempre miembros de la policía de Carabineros, no les ha pasado nada; a lo más condenas con penas nominales absurdas. A su vez, cientos de niños, niñas y adolescentes vulnerables han muerto en los últimos 12 años mientras están al cuidado del Estado en el Sename (Servicio Nacional de Menores). Y últimamente, hemos asistido a ataques reiterados contra diferentes sitios de memoria correspondientes a los lugares en que la dictadura torturó y asesinó, y el gobierno deja hacer y mira para el lado. Sí, podemos decir enfáticamente, aunque con dolor, que en Chile se violan los derechos humanos.
Como si eso fuera poco, seguimos teniendo una Ley de pesca promulgada por Piñera en su primer gobierno, que puede ser considerada un ejemplo perfecto de lo que es la corrupción y el cohecho. Decenas de diputados y senadores sobornados, ministros y subsecretarios que recibieron cientos de miles de dólares, párrafos completos de la Ley redactados por las grandes pesqueras y enviados por mail al gobierno. Todo lo anterior comprobado por la justicia. ¿Resultado? La Ley sigue vigente bajo el pretexto de que en Chile no se puede anular una Ley.
Entonces no debiera extrañar a nadie que recientemente se haya develado cómo Piñera, en su primer período, hizo gestiones (exitosas) para obtener una playa privada frente a una de sus muchas casas en los lagos del sur de Chile. Es una pequeña muestra de lo que se devela cada día en nuestro país: que la corrupción y sobre todo el abuso de poder han estado instalados en la política chilena.
Y si hablamos de nuestras riquezas fundamentales, en Chile los recursos naturales hace mucho tiempo que dejaron de pertenecer a los chilenos. El cobre, en su momento nacionalizado por Allende con el apoyo unánime del Congreso Nacional, hoy pertenece en un 80% a multinacionales. El litio, una riqueza estratégica, a 2 grupos económicos, los recursos pesqueros fueron entregados a 7 familias, el agua está privatizada en un caso único a nivel mundial, la energía es manejada en su totalidad por grupos multinacionales. El país entero está en manos privadas.
Mirémonos por un minuto desde “afuera”: Hay una foto vergonzosa que circuló en las redes sociales hace un tiempo. Durante la visita que hizo a EEUU, al reunirse con el presidente Trump, el presidente Piñera le mostró una bandera norteamericana que en su interior contenía una minúscula bandera chilena. Ver la imagen reproducida en el mundo entero fue una vergüenza nacional, pero al mismo tiempo una comprobación de hasta qué punto este gobierno, sin dignidad alguna, se alinea con el gobierno y las políticas intervencionistas de Estados Unidos tal como lo está haciendo ahora con Trump y sus intentos de promover un golpe en Venezuela.
Chile requiere avanzar desde la actual democracia “formal” hacia una verdadera democracia, con participación social efectiva. Para eso, lo primero es darnos una nueva Constitución generada a través de una Asamblea Constituyente. Por otra parte, necesitamos avanzar en forma acelerada hacia un Estado que garantice los derechos sociales fundamentales. Recuperar nuestros recursos estratégicos es otra de las tareas urgentes que tenemos. En el plano internacional, integrarnos con Latinoamérica en forma constructiva, aportando al fortalecimiento de los derechos humanos y la democracia en la región y no promoviendo el golpismo que ya conocimos en carne propia.
Chile debe dejar de pretender ser lo que no es. Debe dejar de dar “lecciones” a otros países y debe concentrarse en resolver los múltiples y enormes problemas sociales que tenemos acá.