Se completan tres días desde que EPM decidió cerrar una de las compuertas en el proyecto hidroeléctrico Ituango para detener el paso del agua por la casa de máquinas. La maniobra provocó un descenso en el caudal del Cauca y la muerte de cerca de 50.000 peces, según la empresa. El primer poblado afectado por la disminución del río es Puerto Valdivia, pero de allí aguas abajo, sobre la troncal a la costa, son varios los caseríos y municipios que dependen económica y culturalmente de este afluente.
Uno de ellos es el municipio de Cáceres, ubicado a una hora de Puerto Valdivia y a 76 kilómetros de Hidroituango. Para sus habitantes, el río es parte fundamental de su existencia.
Para ingresar al casco urbano de Cáceres se debe atravesar un imponente puente sobre el caudaloso río Cauca. Una imagen macondiana, pues como si se tratara de un espectáculo circense, casi sincronizados a lado y lado del puente, niños y jóvenes se lanzan confiados a sus caudalosas aguas. Es la competencia diaria que la cotidianidad les permite. El río es su principal lugar de recreación, y ni qué decir de su economía.
Pero hoy las imágenes son diferentes. Decenas de personas están apostadas en las márgenes del puente con la mirada puesta en el Cauca. El río se esfumó y dejó a la vista una imponente playa de arena y rocas. “El agua tapaba esa columna del puente que estaba antes, son como 4 o 5 metros de alta. Desde hace ocho meses, con la emergencia en Hidroituango, el agua empezó a bajar y mire hoy, ya se ven hasta las cepas”, decía una mujer morena de unos 40 años, mientras señalaba con su mano y fijaba la mirada en el pequeño arroyo.
“Donde alguien se tire hoy se mata porque queda clavado en la arena, y antes uno era preocupado de que se ahogaran porque el Cauca ha sido muy caudaloso”, comenta Jaír Mendoza, habitante del municipio.
Al ingreso de Cáceres la imagen es bastante diciente. Sobre el extremo izquierdo del río se observa una débil corriente de agua que escasamente llega a los talones de quienes están inmersos en ella. Ese es el Cauca que baja desde Puerto Valdivia, a esta altura prácticamente desaparece y deja a su paso una inmensa playa de arena y roca. Sobre la margen derecha, como un salvavidas, ingresan las aguas del río Tarazá, que a esta altura se suma al Cauca. Es el que le da un respiro y son sus aguas en las que se vierten los peces rescatados. Un proceso que realizan minuciosamente durante horas mientras en las alturas los curiosos observan con detenimiento.
Entre esos curiosos están quienes se lanzaban alegres a sus aguas a nadar y quienes sacaban de sus entrañas los peces para la venta. “Estamos en el rebusque. No hay nada que hacer”, dijo Carlos, un hombre de aproximadamente 40 años dedicado a la pesca. Se pone la mano en el mentón y se apoya en la rodilla mientras observa desde su bicicleta la panorámica bañada por el fuerte sol.
Entre la gente estaban los policías del pueblo, quienes, mientras prestaban vigilancia, lanzaban las opiniones que tenían atragantadas. “La gente estaba esperando que bajara el pescado porque esta es la época. Esta mañana a las 5 a.m. vinieron todos los pescadores, muchos en bicicleta. Se pararon aquí a mirar el río y se quedaron mudos. No podían creer que en dos días prácticamente hubiera desaparecido”, decía uno de los patrulleros.
Otro de sus compañeros me comentaba que “en la mañana fuimos hasta allá arriba donde se ve que termina la playita, ahí donde está esa canoa”. La señala con la mano y continúa: “Allá estaban puros señores de edad, como cinco, buscando oro. Nos decían que ojalá sacaran 20 o 30 mil pesitos para sobrevivir, porque no hay nada más. Eso me impresionó porque eran puros señores mayores”.
Los comerciantes de Cáceres también se ven afectados. A un costado de la plaza, y a escasos 100 metros del río, se encuentra un restaurante de techo de paja que invita a comerse un buen plato de pescado fresco. Omar Blabquicet es su propietario y con la voz entrecortada hablaba de cosas del pasado. “Esto ha sido la catástrofe para nosotros los del Bajo Cauca. Tener bagre, bocachico ya no se ve, y quién sabe si lo volveremos a ver. Llevo 45 años aquí y nunca había visto esto”.
Tal vez por ello preparan una manifestación para el fin de semana. Quieren alzar la voz, que los escuchen. Sacar su dolor y su impotencia, aunque, como dice, puede que no sirva de mucho, “Estamos organizando una manifestación porque sentimos mucha impotencia. Ellos solo buscan el lucro económico y no les importa la afectación de la comunidad, el bienestar de la región”.
Esa afectación de la que habla también se refleja en la escasez de agua potable. A los corregimientos de Puerto Bélgica y Jardín, ahora llegan carro tanques dispuestos por EPM para la contingencia.
Con el paso de las horas disminuyó el cauce y con él los rescatistas de peces. Las cifras de cuántos sobrevivieron y cuántos se salvaron no será posible conocerlas, pues era más importante llevarlos pronto al agua, antes que contarlos como si se tratara de un simple censo para mostrar resultados.
Se espera que este viernes empiece a subir el nivel del río Cauca
Empresas Públicas de Medellín prevé que el caudal del río Cauca empezará a normalizarse a partir de este viernes, cuando el nivel del embalse alcance el vertedero del proyecto hidroeléctrico Ituango.
En la jornada del jueves, la compañía desplegó 21 carrotanques y bidones para “atender el suministro de agua segura en caso de que se requiera”.
Asimismo afirmó haber distribuido en total 269 metros cúbicos a una población de 71.466 habitantes aproximadamente. “En el municipio de Caucasia entregamos una motobomba para la captación del río Man con una capacidad de 200 l/s, a Aguascol. También se fortaleció el preposicionamiento para Caucasia con dos motobombas flotantes con capacidad de 150 l/s cada una”.
La Autoridad Nacional de Acuicultura y Pesca anunció su acompañamiento en la atención de la emergencia. Como primera medida, se hará una caracterización de los pescadores y un censo de las asociaciones pesqueras en el territorio.