El hecho de que el emperador no mostró signos de descomposición hasta los seis días de declarada su muerte, dio origen al mito de que el hombre era una especie de dios. Una investigación reciente propone una explicación más racional, pero también más inquietante.
Algunas personas tienen un terrible temor a ser declaradas muertas cuando no lo están y carecer de todo poder de acción para salir de su situación.
La muerte de Alejandro Magno, quien fue conquistador y rey de Macedonia, ha sido un misterio durante más de 2.000 años. ¿Fue envenenado? ¿Murió intoxicado por alcohol? ¿O en realidad fue una infección mortal en los tiempos de la antigua Babilonia?
Ahora, se ha presentado una nueva teoría que de alguna manera es peor que todas esas. La leyenda dice que el cuerpo de Alejandro no mostró signos de descomposición durante los seis días posteriores a su muerte, una señal que para los antiguos griegos significaba que su héroe guerrero era un dios. La explicación más reciente es que sufrió un raro trastorno autoinmune que lo dejó paralizado e incapaz de comunicarse hasta seis días después, cuando finalmente murió, aunque todavía en su sano juicio.
La Dra. Katherine Hall, de la Universidad de Otago en Nueva Zelanda, argumenta en la revista científica The Ancient History Bulletin, que Alejandro pudo haber sufrido el Síndrome de Guillain-Barré (SGB), un debilitamiento rápido de los músculos que tiene efectos en el sistema nervioso, causado por el daño al sistema inmunológico. Eso puede explicar la controversia sobre cómo y cuándo murió el conquistador.
“Su muerte puede ser el caso más famoso de pseudotanatos, o falso diagnóstico de muerte, jamás registrado”, dijo.
Nacido en 356 a.C. en el antiguo reino griego de Macedonia, Alejandro heredó el trono a la edad de 20 años. Tutelado por Aristóteles en su juventud, se convertiría en uno de los más grandes generales y conquistadores que el mundo haya visto. Contra todo pronóstico, conquistó el gran Imperio Persa desde Asia Menor hasta Egipto e India, lo que lo convirtió en Rey de Macedonia, líder del ejército griego, faraón y “Gran Rey” de Persia a la edad de 25 años. Su imperio se extendía por tres continentes y 5 millones de kilómetros cuadrados. Murió a los 32 años en Babilonia (el actual Irak), en 323 a.C.
Se dice que Alejandro tuvo fiebre y dolor abdominal y pronto se volvió incapaz de caminar, moverse o hablar, pero la Dra. Hall señala que estuvo consciente hasta su muerte. Esto, afirma ella, se ha pasado por alto, pero en realidad es clave para el misterio e indica que probablemente haya tenido una variante de neuropatía axonal motora aguda del SGB, contraída por una infección por Campylobacter pylori, que era una común causa del síndrome.
“He trabajado durante cinco años en medicina de cuidados críticos y he visto probablemente unos 10 casos de SGB. La combinación de parálisis ascendente con capacidad mental normal es muy rara y solo la he visto con [este síndrome]”, dijo Hall.
“Su vista se habría difuminado y, si su presión arterial fuera demasiado baja, habría estado en coma. Pero existe la posibilidad de que estuviera al tanto de lo que lo rodeaba y que al menos pudiera oír. Así que habría escuchado a sus generales discutiendo sobre la sucesión y la llegada de los embalsamadores egipcios que estaban a punto de comenzar su trabajo”, explica la investigadora.
En esos tiempos, el diagnostico de la muerte se basaba en la respiración más que en el pulso. Si el cuerpo estaba paralizado, su respiración habría sido superficial, su cuerpo podría haber luchado para regular la temperatura y sus pupilas podrían haberse vuelto fijas y dilatadas. El cuerpo de Alejandro, sin signos de descomposición después de la muerte, puede no haber sido un milagro, sino el simple hecho de que todavía no estaba muerto.
“La elegancia del diagnóstico de SGB para explicar la causa de [la muerte de Alejandro] es que explica muchos elementos diversos y los convierte en un todo coherente”, dijo Hall, quien recalcó que la teoría no puede ser probada definitivamente, lo que mantiene el misterio -y probablemente el mito- sobre los últimos días de Alejandro Magno.
Fuente: IFLScience