A poco más de dos años del desalojo de los grupos terroristas, la ciudad siria de Alepo está reconstruyéndose para propiciar el renacimiento de la milenaria historia de su antiguo centro.
Las primeras huellas de civilización de la urbe se remontan al año 1860 antes de Cristo y constituye una mezcla documentada de los sucesivos imperios hitita, árabe y persa y las fallidas irrupciones de las cruzadas cristianas.
Entre el 2012 y fines del 2016 los 420 kilómetros cuadrados que integran su área metropolitana, fue un frente de batalla entre un sin número de elementos terroristas y las fuerzas del ejército sirio y milicias aliadas.
Los dramáticos resultados implican la destrucción del 10 por ciento de las instalaciones históricas en toda la urbe y cerca del 30 solamente en el Casco Antiguo, en numerosas ocasiones dinamitadas y saqueadas por los extremistas armados.
La zona a reconstruir es de difícil acceso por su calles estrechas y la diseminación de unas 16 mil propiedades que incluyen pequeñas tiendas y mercados o viviendas, y a cuyos dueños o inversores el Gobierno indemniza con el 70 por ciento del costo total, según explicó a Prensa Latina Ahmad Al Ahmat, director del Departamento encargado de la parte antigua de la ciudad. Toda la labor se hace por etapas sobre la base del cumplimiento de los aspectos técnicos para rehabilitar y preservar monumentos y desmintió datos de Naciones Unidas de una destrucción cercana al 60 por ciento porque ninguno de sus expertos o especialistas estuvo en Alepo, ni antes ni después de su liberación y responde a criterios de desinformación y mal manejo de la realidad.
La reconstrucción abarca actualmente a toda la ciudad y en particular la zona del Casco Antiguo, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1986 y que ocupa 350 hectáreas (3,5 kilómetros cuadrados) e incluye la propia ciudadela, zocos (mercados) como Al Medur, la Gran Mezquita, la madraza (escuela) de Halawiyé, el hotel Barón, la catedral de San Elías y el baño de Yalgamma,este último típico de la época del Imperio Otomano.
En todas estas tareas intervienen los ministerios de Asuntos Religiosos y el de Cultura que emprenden de conjunto además, obras de restauración, reconstrucción y rehabilitación en más de los 50 barrios que componen la estructura administrativa de Alepo, actualmente con más de un millón y medio de pobladores y cabecera de la provincia de igual nombre de 18 mil 500 kilómetros cuadrados y fronteriza con Turquía.
El rescate de la milenaria historia de la localidad, donde conviven musulmanes, cristianos y etnias minoritarias como armenios, chechenos, turcomanos, albaneses, bosnios y búlgaros, entre otros, es sede del Patriarcado de la Iglesia Ortodoxa de Antioquía.
En el 2006 fue declarada como capital de la cultura islámica, debido a la comprobada mezcla con características de cuatro diferentes civilizaciones.
Alepo es un ejemplo típico en ese sentido, donde se habla un dialecto árabe levantino, y definida como centro de la música árabe tradicional, dulces y comidas originales, elaboración de brocados particulares, confección de textiles variados, bordados y alfombras y cuyo rescate es ahora un reto al que se enfrentan los sirios.
Hasta la fecha, estas ingentes tareas cuentan con una activa colaboración de Rusia, fundamentalmente y con el aporte de la Fundación no gubernamental Aga Khan, creada en 1967 y dirigida a la fecha por Aga Khan IV, imán de los ismaelitas chiítas y con objetivos altruístas y no de base confesional, con sede en Londres, Reino Unido y cuyos representantes están en Alepo desde el año dos mil, la única de tales características presente en Siria.
Alepo es, en la actual fase de reconstrucción en esta nación del Levante, un reto para los sirios, empeñados en el rescate de una historia milenaria y que rememora al país como integrante del llamado Creciente Fértil y el punto de convergencia histórica de Asia, Africa,el Medio Oriente y Europa.