Por Michel Collon.-

PREFACIO AL NUEVO LIBRO DE RAF CUSTERS PUBLICADO POR INVESTIG’ACTION

Cada ciudadano europeo consume de media 26 kilos de aparatos de todo tipo : ordenadores, teléfonos, televisiones, electrodomésticos… ¿Lo hemos decidido nosotros?, ¿Deseamos que así sea?
 
Sea como sea, un acto aparentemente inocente, tiene un enorme impacto. Lo tiene por supuesto sobre la naturaleza, pero también sobre los seres humanos. Los hombres y las mujeres del Sur son condenados a morir de hambre, sus hijos serán privados de educación, sufrirán de malaria, de tuberculosis y de todo tipo de enfermedades endémicas.
 
¿Pero, cuál es la relación entre el consumo en el Norte y la miseria del Sur? El libro de Raf Custers nos da informaciones indispensables. El cobre, aluminio, hierro, plomo, cobalto, zinc, manganeso, bauxita, cromo, uranio, oro y los diamantes vienen, sobre todo, de África, y su extracción crea una inmensa riqueza y, a la vez, una inclemente pobreza.  Raf Custers ha visitado los lugares en los que esto sucede y nos ayuda a comprender cómo ocurre todo esto.
 
Vemos “Cazadores de  materias primas” como una pieza que debe figurar de forma indispensable en vuestra carpeta personal: “¿Puedo hacer algo contra el hambre, contra la pobreza, por la solidaridad?”. Es una pieza que da sentido a las investigaciones y a la cólera de Jean Ziegler respecto al hambre en el mundo, a sus causas y a la responsabilidad de las multinacionales. Jean me habló de ello: “las cifras son catastróficas. Cada cinco segundos un niño muere de hambre, 47000 personas mueren de hambre todos los días. ¡Mientras la agricultura mundial, en su actual estado de desarrollo podría alimentar a 12.000 millones de personas! Un niño que muere de hambre en el instante en que hablamos, es un niño asesinado. En el plano de la lucha contra el hambre, el fracaso es total.”Pero este libro también les da sentido a mis investigaciones personales: por qué América Latina es pobre y qué esperanza aporta la experiencia de Hugo Chávez, de Evo Morales y de otros…
 
Estamos traumatizados, lo podemos decir así, por una pobreza que persiste y se agrava, a pesar de promesas solemnes. Sentimos angustia por esta inmisericorde cifra: 1000 millones de personas padecen hambre en el mundo. Más que en cualquier otro momento de la historia de la humanidad. Y los dos estamos preocupados, desearíamos que hubiesen más fuerzas que se impliquen contra  las reglas económicas asesinas, contra una competencia ciega que empuja inevitablemente a la destrucción de la naturaleza y del ser humano. Más fuerza quiere decir más testimonios, más reportajes, más análisis concretos sobre un asunto que pretenden ocultarnos: ¿cómo la política del norte, la política del 1% (¡que además se aplica en nuestro nombre!), cómo asesina esta política? ¿No es todo esto un simple eslogan?
 
El libro de Raf Custers nos demuestra que no. Este periodista e investigador – de un tipo peculiar- recorre el mundo y nos presta sus ojos para ver todo aquello que pretenden ocultarnos… encontramos los mineros de Mali obligados por Bouygues y compañía a buscar el oro con arsénico y cianuro que los matarán en 4 o 5 años, y su país que sigue siendo pobre porque los beneficios se van  al norte sin ningún tipo de reparto. También oímos a los pescadores marroquíes a los que los barcos industriales del norte han arruinado robándoles  el pescado del atlántico y que además no encuentran trabajo en la región porque toda la  riqueza de las minas de fosfato es confiscada por una corrupta élite marroquí que la pone en manos de las transnacionales. Sentimos amargura por los campesinos congoleses que viviendo al lado de una de las mayores presas del mundo carecen de electricidad porque los tiranos y sus protectores en occidente decidieron que esta energía no serviría más que para generar ganancias. Sentimos angustia por esos mineros que en todas partes tienen o se quedan sin trabajo dependiendo de las fluctuaciones del mercado, o sea, para no ser hipócritas, de millonarios especuladores de bolsa que se enriquecen con el sudor de estos mineros y cuya ambición provoca crisis cada cierto tiempo.  Raf Custers va al encuentro de todas esas personas, las escucha y nos transmite sus vidas: sufrimiento, cólera, esperanza, resistencia…

Pero el libro va más allá. Raf Custers también interroga a algunos de los responsables de este pillaje y de este empobrecimiento. Por supuesto no aquellos de más alto rango, sino a aquellos que actúan sobre el terreno: ingenieros, directores de explotación, expertos de transnacionales de la minería, confían sus secretos a un reportero que ha sabido cómo acercarse a ellos. Así obtenemos perlas sobre los métodos de estas compañías. Y comprendemos mejor su peligrosa lógica. Son conocimientos necesarios para cualquier ciudadano: hay que saber cómo funciona el adversario.
 
Raf Custers no es solo testigo y reportero, también es investigador en el grupo de investigación de la economía alternativa (Gresea), con sede en Bruselas. De esta forma completa el expediente analizando para nosotros los mecanismos económicos, las reglas de la competencia, las estrategias especulativas. Entre otras cosas, cuando recorre el mundo también lo hace para investigar acerca de algunos de los expertos locales, grandes conocedores de las estrategias de las multinacionales. Así aprendemos mucho sobre grupos muy conocidos: Bolloré  Arcelor Mittal, Georges Soros, Mitsubishi. Y sobre otros menos conocidos y que prefieren la discreción pero que son tan importantes como los primeros.
 
Sigue habiendo un interrogante: ¿cómo consiguen tanto poder
  estas multinacionales? ¿Tan pesada es la artillería que utilizan? A veces. Pero en general se hace de forma más sutil: corrupción, chantaje, y lobbies. Raf Custers nos permite, también en este punto, comprender cómo maniobran las transnacionales sobre el terreno. El Banco Mundial se presenta siempre como un elemento humanitario, arrogante y dominador, aun cuando sus actuaciones han sumido en la miseria a cuantos países ha “ayudado”. El comisario europeo de Comercio, el belga Karel De Gucht, quien se presenta en Kinshasa con su sombrero colonial. Diferentes ONGs que dicen obrar con transparencia, pero que son financiadas por uno de los especuladores más criminales y más secretos del planeta. Y es, para gran sorpresa de todos,  el seductor George Clooney, transformado en vulgar representante de comercio de compañías mineras estadounidenses, que buscan ampararse de las preciosas mercancías de la región.
 
La lección de « cazadores de materias primas” es límpida y útil: mientras los países del Sur sigan siendo débiles y dependientes, mientras no puedan decidir por ellos mismos, las riquezas de África no dejarán de salir  por sus “venas abiertas”.
 
Su visita a Bolivia, nos enseña cómo Evo Morales está dándole la vuelta a toda esta lógica: en vez de exportar el litio en bruto para que la mayor parte del beneficio se haga en el norte con su transformación, los bolivianos han puesto en marcha un programa para transformarlo en su propio país y así venderlo más caro., llegando incluso a la fabricación de coches eléctricos. ¿Industrialización? Enorme ha sido la furia de Renault que quería conservar el control como en “aquellos maravillosos años”.
 
África empieza a preguntarse si ellos no podrían caminar por la vía que ha marcado América Latina. Por la vía de la recuperación de la soberanía sobre las materias primas, emplear esas riquezas para, por fin, proporcionar educación y salud a aquellos que producen la riqueza. Por la vía del desarrollo de una economía local que permita alimentar a los que tienen hambre.
África deberá afrontar poderosos enemigos.  Raf Custers nos revela los chantajes, sabotajes, guerras civiles y demás crímenes,  no es una palabra exagerada, a lo que recurren las multinacionales. Hacer lo que sea necesario para que un país como el Congo no pueda ponerse de pié  y decidir qué hacer con sus riquezas.  “La soberanía, ese es el peligro”, afirma cruelmente el neo colonizador Karel De Gutch en su visita a Kinshasa.
 
La pobreza no es un accidente, es un sistema. Está muy bien organizado y aquellos que se benefician de este sistema no tienen ninguna intención de cambiarlo. Es necesario saberlo. Sólo la lucha y la solidaridad acabarán con la pobreza.
 
En esto también Custers nos es de gran utilidad. El epílogo del libro hace una búsqueda de aquellas cosas de las que los países africanos podrían sacar las fuerzas necesarias para este combate, uniéndose y colaborando entre ellos, dirigiendo sus miradas hacia las nuevas economías emergentes: Brasil, India, Rusia, Sudáfrica y, sobre todo, China.
 
Por todos lados se presiona para impedir que África firme acuerdos con China. La clave estará en encontrar la fuerza necesaria para imponer otra política. En su visita a los mineros y sindicalistas sudafricanos, Custers nos da una respuesta: la fuerza no está en la cima de los estados, sino abajo, en la movilización de las masas y en el desarrollo de la democracia. Y es así como este libro no nos transmite sólo la cólera, también nos transmite la esperanza.   
 
Un  llamamiento a nuestra responsabilidad… ¿Seguimos como hasta ahora? ¿En el Norte desperdiciando y en el Sur muriendo de hambre? ¿Dejamos que las transnacionales hagan lo que quieran? ¿Esperamos hasta que llegue la explosión general? ¿O bien nos sentamos, escuchamos los testimonios y los análisis y decidimos juntos Sur y Norte cómo cambiar los mecanismos asesinos, cómo acabar con el hambre y la  pobreza y cómo construir un mundo diferente?


Fuente: articulo publicado originalmente en francés para Investig’Action

Traducido del francés al español por Quique Guerrero para Investig’Action
 
«Cazadores de materias primas», de Raf Custers , disponible ( en francés) en: http://www.michelcollon.info/spip.php?page=produit&ref=Custers&id_rubrique_thelia=