Un día de septiembre como hoy, Joane, joven migrante haitiana, se acerca a un municipio santiaguino con su hija lactante: su pareja ha perdido los documentos y su situación es crítica, sin documentos no hay visa, sin visa no hay trabajo y sin trabajo no hay dinero para alimentarse. La barrera del idioma es insalvable, Joane le encarga su bebé a uno de los guardias del municipio y sale en busca de traductor que le permita aclarar su situación, está desesperada. Rápidamente se prenden las alarmas en la oficina municipal: se la acusa de abandono y su hija es enviada de inmediato al Servicio Nacional de Menores, ella es detenida por la polícia. A priori y sin leerles sus derechos, la joven es acusada y declarada culpable. El desenlace es fatal.
A un año de la muerte de Joanne, las más de cien organizaciones sociales que adhieren a la marcha del día de hoy piden justicia para ella, justicia para los migrantes y cómo dijo a Pressenza María Emilia Tijoux: “los migrantes son un aporte al país, se desloman trabajando, son precarizados, vulnerados en todos sus derechos; el estado les aplica la política del enemigo interno”.
Respecto la inmigración, ¿a qué le tememos los chilenos? le pregunto a María Emilia Tijoux y ella contesta: “el trabajo, el migrante viene a trabajar, si un empleador tiene cuatro trabajadores y tres son migrantes es posible que se quede con los migrantes, paga menos y tiene una fuerza de trabajo sin restricciones”.