Cada 2 de octubre los humanistas celebramos el Día Internacional de la No-Violencia para seguir concientizando, como lo hacemos desde hace más de 40 años, de la necesidad de superar todas las formas de violencia y discriminación. Este miércoles realizamos un pedido por la paz en la Plaza Congreso, por la no-violencia en el mundo y en cada uno de nosotros, por el fin de las guerras. Culminamos la jornada frente al Congreso de la Nación elevando nuestros pedidos: de modo simbólico realizamos una suelta de globos naranjas.
Este día es para el Humanismo un día de reflexión. Reflexión acerca de cómo la violencia se instala en nuestras vidas, y sin advertirlo nos convertimos en receptores y transmisores de violencia, casi de modo permanente. Para mi reflexionar tiene que ver con poder reconocer esa violencia operando en cada uno, para poder decidir un cambio en la dirección de la propia vida.
La no violencia es una actitud, un estilo de vida, un sistema de valores que se traduce en una forma de relación con el otro, dando el trato que se pretende recibir. Creo que en este día es importante recordar que la reflexión y reconocimiento de esas violencias disimuladas, que no se perciben porque no son físicas, que generan en quien la produce y en quien la recibe, registro de sufrimiento.
¿Cómo es que al responder a un estímulo violento nos convertimos en un eslabón más de la cadena de violencia? Esa reflexión nos llevará a hacerle el vacío a la violencia en lugar de convertirnos en un eslabón más. Porque nada se puede hacer por superarla si no es a partir de cada uno de nosotros.
Si queremos generar conciencia, tenemos que tomar conciencia, es justamente este acto en que crea conciencia en otros. Porque la no violencia y la no discriminación representan la puesta en práctica del máximo valor social: la libertad.