La Red de sobrevivientes de abuso eclesiástico en Chile, señalan hoy en un Comunicado de Prensa que difundimos: «Quienes hemos sido víctimas del delito de abuso sexual en la infancia (ASI), nos ha llevado décadas develar lo sucedido, ya sea por presión directa o indirecta, por la escasa edad que teníamos al momento del abuso, o por tantos otros factores familiares y sociales.
Requerimos muchos años y trabajo personal para poder construir nuestro relato, sacar la voz y denunciar el delito y sus victimarios. Lamentablemente, la actual legislación no da cuenta del cronograma habitual de las víctimas. Lo dice la ciencia y nosotros somos pruebas vivas de cómo operan estos mecanismos destructivos: candados de
silencio y abismos de los cuales algunos no pudieron escapar, precisamente por la impunidad disfrazada de prescripción, siendo el suicidio la salida ante la injusticia garantizada antes de ni siquiera haber podido denunciar.
Si la sociedad no se hace cargo hoy de la sanción penal y civil de este delito, se vuelve cómplice del mismo, al otorgar al delincuente sexual las facilidades para seguir abusando; mientras que los niños y adolescentes que violente sellarán con el silencio forzado el camino de impunidad a causa de una legislación anacrónica.
El ASI es un delito que deja huellas para toda la vida, con secuelas físicas y psicológicas que nos afectarán el resto del tiempo que nos quede por delante.
Nuestras familias e hijos también cargan con la herencia del dolor sufrido. Como bien lo ha señalado el doctor James Hamilton, es un homicidio en permanente ejecución sobre nosotros.
La Red de Sobrevivientes de Abuso Eclesiástico se hace parte del petitorio al poder legislativo chileno para que el #DerechoAlTiempo sea aprobado. Confiamos en que las indicaciones sobre retroactividad también se consideren, y la firme convicción del nunca más al abuso sea reafirmada por la Ley.
Nuestros victimarios siguen libres, constituyendo un riesgo para la sociedad. Apelamos por una justicia que contemple la retroactividad como reparación para los sobrevivientes, pero también, como seguridad para nuestras generaciones presentes.
El delito siempre ha existido, la diferencia que hoy podemos enfatizar es la conciencia social de que el mecanismo abusivo lleva consigo el silencio de la víctima, cuya bomba de tiempo sólo puede ser desactivada desde un cambio legislativo como el que se discute en el Congreso Nacional.
Por los niños que fuimos, por los niños del presente, por los niños del futuro. Que la imprescriptibilidad de los delitos sexuales contra la infancia sea ley.»