Por Clarisse Freyssinet
Hace ocho meses, me embarqué a Chile, sin ninguna expectativa particular excepto la de vivir y encontrar, sin fecha específica de regreso.
En ocho meses, finalmente recorrí muy poco pero descubrí, en Santiago, una familia en la calle Huérfanos: Ailanto.
Aquí, construyen otro mundo, que se convierte en el propio en el momento en que se suben las escaleras de esta casa colonial…
«Ábrete Sésamo»
Febrero 2014, Santiago de Chile
Ahora está oscuro. El barrio Yungay está durmiendo. Sólo el hospital público de San Juan de Dios está iluminado.
Iván está apostado en la esquina de la calle Huérfanos con Herrera.
Silencioso.
Casi se puede oír su corazón latiendo rápido.
Él lo siente. Ella lo llama.
Silenciosa.
A pocos metros de él se encuentra la casa que ocupará con seis de sus amigos: 4 chicos y 3 chicas, de 18 a 36 años.
Un edificio gris, balcones expuestos, casa colonial abandonada desde hace más de 18 años.
Silencio.
Iluminados por su linterna, los siete amigos cortan el candado oxidado.
Detrás de la puerta, descubren una escalera de madera que les lleva a un enorme espacio cubierto de capas de excrementos de paloma y escombros, ¡pero en pie! Los años de abandono no han terminado con esta casa.
Inmediatamente, los siete compañeros cambian la cerradura y se instalan. ¡De la manera difícil! Amontonados en una habitación, sin agua ni electricidad, un tarro como WC y una cocina improvisada, están motivados. ¡Porque todo está por hacerse!
Dos baños, seis dormitorios, una cocina, un salón, un taller.
Todos son artistas, artesanos, manitas, inventores, científicos casi locos por creer en otro mundo.
El propietario, dueño de una inmobiliaria que parece vivir en un Monopoly, envía detectives. No hay inmigrantes que declarar, sino jóvenes motivados y bien instalados, una casa abandonada….. Las demandas se guardan en el ático. Parece que los toleran, al menos por un tiempo.
Un barrio animado
Unas semanas más tarde, uno de ellos nota un agujero en un listón en la escalera.
Sorpresa! Milagro! Planetas alineados!
Detrás de ellos, los siete compañeros descubren un espacio tan grande como el que ocupan arriba. Demasiado grande para ellos. Entonces, ¿qué hacer con él?
Un centro cultural a disposición de la comunidad! Así nació el centro Ailanto – Arte y Tecnología.
Durante cuatro años, este centro ha sido un pulmón creativo en el corazón del barrio Yungay: uno de los barrios más antiguos de Santiago, habitado años atrás por familias adineradas, intelectuales, políticos o artistas famosos, idealmente situado en la carretera del tren y el comercio, se convierte con el tiempo en un lugar más popular y familiar, hoy en día un barrio de inmigración donde chilenos, sudamericanos (peruanos y colombianos) europeos y haitianos viven uno al lado del otro, surfeando en la ola de la «gentrificación».
Por la mañana, los niños pequeños siguen una pedagogía Steiner (cuentos y creación, paseos por los parques y huertos de los alrededores, experimentos y manipulación).
El resto del tiempo, los colectivos ensayan gratuitamente, se ofrecen talleres (canto, pintura, yoga de la risa, cartas de tarot o flamenco) a precios asequibles, encuentros que reúnen a humanistas, feministas y otros curiosos.
Muchas cosas están sucediendo allí…
Un árbol en la ciudad
Tantas cosas que me dieron ganas de quedarme, dejar allí mi mochila de viaje y comprometerme.
Nunca había vivido en una casa ocupada. Tenía, como muchos seguramente, prejuicios en mente (un puñado de hippies marihuaneros en lugares sucios y ruidosos; una caricatura en buena y debida forma!). Nunca me interesó este tipo de lugares en Francia. Estaba harta de París, de las grandes ciudades y de la contaminación. No me gusta especialmente Santiago: una ciudad gris, contaminada, hostil (como son un buen número de capitales, no?).
Pero Ailanto es un lugar de resistencia que te da la impresión de poder mover la Cordillera de los Andes, donde el aire es más limpio que en el resto de la capital. En Ailanto, vivimos en la ciudad de forma diferente.
Ver mesas preparadas para una comida en medio de una calle, artistas pintando la pared de la escuela de enfrente, regando las plantas de un pequeño jardín en la acera, organizando el Año Nuevo «Mapuche» (pueblos indígenas de Chile y Argentina) en el centro cultural, encendiendo una hoguera, sintiendo la Tierra vibrar bajo el alquitrán, escuchando el eco de nuestros gritos de alegría que resuenan en el barrio….
Trata de sembrar…
Hoy en día, Ailanto (llamado así por un árbol de China que significa «árbol de los dioses») tiene dos ramas (el centro cultural y la casa) que crecen hacia otro mundo posible, construido a diario.
En casa, siete adultos y tres niños comparten su vida cotidiana con los residentes visitantes (artistas o amigos que vienen a desarrollar un proyecto). Cada semana se organiza: reunión de casa, compras comunes (a la vega, a la feria, al supermercado y al mayorista) con un presupuesto compartido, tareas domésticas y almuerzo colectivo que cada uno debe preparar una vez a la semana, horizontalidad, discusiones, revolución.
Aquí se concreta un sueño.
Quien nos ama nos sigue !
Sitio internet : www.ailanto.cl
Página FB : Espacio Ailanto
Las fotos son de Ricardo de la Fuente