Más de 500 personas, especialmente mujeres, se manifestaron la tarde noche de este miércoles 8 de Agosto en Santiago de Chile, convocadas por las organizaciones feministas, en frente del consulado de Argentina para el llamado Pañuelazo feminista en apoyo a que el aborto sea ley en Argentina, justo cuando el proyecto ley se discute en el Senado del otro lado de la Cordillera. Una manifestación alegre y festiva que una vez más terminó con represión policial.

Allí entrevistamos a Catalina Valenzuela, una de las referentes del Feminismo en Chile desde hace varios años.

Pressenza: ¿Cómo se da tu acercamiento al activismo Feminista?

Catalina Valenzuela: A mí el tema del género, más específicamente del Feminismo, me surge como un proceso súper personal, como a todos,  de hecho hubo un momento en mi vida, cerca de los 18 años, en que llegué a pensar que la vida era injusta, porque yo debería haber sido hombre. Evidentemente ser mujer no daba ninguna ventaja, al contrario, y por otro lado todos los modelos de éxito eran masculinos, yo quería ser como ellos.

Lo anterior sumado a una crianza que fue absolutamente libre de sesgo de género, algo que hoy puedo entender, ya que durante años pensé había sido criada como «hombre», dadas las libertades y fortalezas  que se me reforzaron, pero en la práctica lo que recibí de mis padres fue, por el lado de mi madre un pensamiento humanista respecto a las relaciones personales, basadas en el respeto y la confianza, en las que el sexo era de mi exclusivo consentimiento, como requerimiento ‘sine qua non’, y la importancia de tener la capacidad de mirar al otro cómo a sí mismo desde la empatía.  Y por el lado de mi padre, una educación que exigió ejercicios físicos, matemáticos, capacidad argumentativa y aprender a defenderse de igual igual sin temer jamás al dolor físico, y la sabia recomendación,  de que antes de comprometerme con un hombre, me acostara con él, porque no podía apostar a que me gustaría y luego amarrarme a una relación infeliz, como solía ser con  las mujeres de su época.

Jamás mis padres me hablaron de matrimonio, hijos, o de el día que te cases.  Sumado a este factor biográfico, lo que más me impactó al ingresar al Movimiento Humanista a mis 18 años, y comenzar a participar a través de La Comunidad para el Desarrollo Humano en talleres de Género con Gloria Mujica, realizar luego una cualificación en Liderazgo para Mujeres en la Fundación Laura Rodríguez, fue el trabajo social con Mujeres. Ahí, me pasaron dos cosas: primero me enamoré de este formato lúdico, simple, cercano e increíblemente efectivo. Poder traspasar herramientas que generaban registros concretos de avance y, segundo, el verlas a «Ellas» abiertas y expuestas y a la vez tan increíblemente fuertes y diversas, con unas historias impresionantes.

Ese fue el principio. Ya van 23 años desde aquellas experiencias y los he dedicado todos en esa dirección. Hablando de género, de empoderar mujeres a través del liderazgo, porque ellas no habían tenido la suerte de ser criadas como yo, sin miedo y liberadas,  y luego, con el paso de los años cuando quise ser madre a los 25 años, conecté con la fuerza suprema de Lo Femenino, con la Diosa perdida, con la historia no contada, con todo ese tramo oculto que da cuenta de que las mujeres hemos sido la Madre del mundo, y llevamos al menos 4.000 años siendo invisibilizadas y maltratadas sólo por temor a nuestro poder. En ese punto de exaltación, supe, embargada de emoción, que tenía la fortuna de ser Mujer en estos tiempos.  Si me preguntan, el Feminismo hoy, es la llave para avanzar hacia un mundo humanizado, equilibrado y libre.

Pressenza: ¿Cómo ves esta oleada de Feminismo en Chile, Argentina y otros países?

Catalina Valenzuela: Como un proceso lógico de concomitancia a la necesidad de un avance planetario. No se puede avanzar con una sola pierna, llevamos siglos negando a la mitad del mundo y su fuerza. No se explica esta forma patriarcal de lo que se llama desarrollo, todo basado en conquista, depredación y subyugación.

En base a lo anterior, lo que hoy tenemos es la continuación de todos esos momentos históricos que gracias a la conectividad nos permiten vivir un momento global, en que peleamos algunas para que nos dejen de vender como esclavas, nos dejen de mutilar, otras para que nos permitan manejar y estudiar y otras más para conseguir la igualdad salarial y participación en los espacios de poder. Pero todas, independientemente del escalón que nos toque superar, conscientes de que estamos unidas por una historia y por un futuro en común.

Las fotos son de Dalia Chiu y de Sergio Bastías: