El caprichoso y cíclico devenir de la Historia, podría hacer que dos presidentes de EEUU (separados en el tiempo por 50 años), quedaran hermanados por el trágico final de sus Mandatos Presidenciales. Así, Trump y Kennedy pasarían a la Historia como fenómenos sociológicos que mediante la utilización masiva e inteligente de los nuevas tecnologías habrían logrado que dos personas sin experiencia ni ideario político conocido se convirtieran en Presidentes de los Estados Unidos, aprovechando el impacto mediático de los medios audiovisuales (Televisión y Twitter) para suplir el desconocimiento de su programa electoral por parte de los electores o la simple inexistencia del mismo.
Trump y Kennedy, bestias negras del establishment
Wright Mills en su libro “The Power Elite” (1.956), indica que “la clave para entender la inquietud norteamericana se encontraría en la sobre-organización de su sociedad “. Así, establishment sería “el grupo élite formado por la unión de las sub-élites política, militar, económica, universitaria y mass media de EEUU”, lobbys de presión que estarían interconectadas mediante “una alianza inquieta basada en su comunidad de intereses y dirigidas por la metafísica militar”, concepto que se apoya en una definición militar de la realidad y que habría transformado la economía en una guerra económica permanente y cuyo paradigma serían los Rockefeller al participar en los lobbys financiero, industria militar y judío y uno de cuyos miembros, David sería el impulsor de Trilateral Comission” (TC) o Trilateral(1973).
Por otra parte, conviene recordar que la Agencia Central de Inteligencia (CIA, Central Intelligence Agency) fue creada en 1947 por Harry Truman, sustituyendo a la Oficina de Servicios Estratégicos (OSS) para investigar sin necesidad de autorización judicial expedientes administrativos y fiscales y con la inicial filosofía de dotar al Presidente de un segundo punto de vista elaborado por civiles frente al aportado por los militares de la Agencia de Seguridad Nacional (NSA). Hasta Eisenhower, la CIA fue únicamente la organización de inteligencia central para el gobierno de los Estados Unidos y estuvo detrás de múltiples tareas de entrenamiento de insurgentes y desestabilización de gobiernos contrarios a las políticas del Pentágono, pero los lobbys militar y financiero (ambos fagocitados por el looby judío) no pudieron resistir a la tentación de crear un gobierno de facto que manipulara los entresijos del poder, derivando en la aparición de un nuevo ente (el complejo militar-industrial, en palabras de Eisenhower, refractaria a la opinión pública y al control del Congreso y Senado de los Estados Unidos).
Por su parte, Kennedy, en un discurso en la Universidad de Columbia el 14 de Noviembre, admite que «existen fuertes presiones de grupos de poder de USA para convertir el cargo de Presidente en algo meramente figurativo» y así el 21 de Noviembre de 1963, fue obligado a firmar la orden ejecutiva 11490 ,»que permite en caso de emergencia disponer al gobierno de medidas excepcionales, incluso para cualquier dictadura» y poco antes de partir para Dallas comentó a sus íntimos asesores: “Tenemos que enfrentarnos a la CIA…”, mientras preparaba en secreto una reunión con Fidel Castro.
Todo ello suponía un claro órdago a la CIA, verdadera detentadora del poder en la sombra y enquistada profundamente en todos los aparatos de poder de los EEUU, por lo que sus dirigentes procedieron a la gestación de una trama endógena que se encargó del Golpe de Mano contra la legalidad democrática del sistema político estadounidense y que culminó con el Magnicidio de Kennedy (Dallas, 1.963). Dicho complot sería una auténtica obra de ingeniería laberíntica que tendría como cerebros a la citada CIA paraoficial y como colaboradores necesarios al exilio anticastrista en Miami y sus conexiones con la Mafia y al FBI de Hoover, a Lee Harvey Oswald como cabeza de turco y ejercicio de distracción para engañar a los sabuesos y como daño colateral el nacimiento de un sistema político tutelado por el Cuarto Poder, quedando desde entonces como rehenes todos lo sucesivos Presidentes electos de EEUU.
Trump como víctima colateral de la deriva totalitaria de EEUU
En los sótanos del establishment, se estaba fraguando un verdadero golpe de Estado virtual que tendría su detonante en el impactante atentado de las Torres Gemelas (conocido como 11-S), atribuido a Al Qaeda , quedando desde entonces implementada la lucha contra el Eje del Mal (Irak, Irán y Corea del Norte) como leit motiv de la política del nefasto mandato de George W. Bush y entronizando de paso a Bin Laden como icono del Imperio del Mal. Así, un mes después del atentado del 11-S, el gobierno de George W. Bush decidió secretamente anular una de las principales protecciones constitucionales de este país (habeas corpus) mediante la ley conocida como USA- Patriot Act bajo la justificación de su lucha contra el “terrorismo” según documentos oficiales revelados a finales de 2005 en una serie de reportajes en el New York Times. Asimismo, el citado diario informó de la existencia de la red de espionaje electrónica más sofisticada del mundo, (el llamado programa PRISM o Big Brother), programas ambos aprobados por el Congreso de EEUU a instancias de la Administración Bush en el 2.007 pero que por inercia apática continuaron bajo el mandato de Obama.
La Compañía se habría transmutado en el llamado Departamento de Seguridad Nacional ( Homeland Security) y de la hidra-CIA habrían nacido 17 nuevas cabezas en forma de agencias de inteligencia que integrarían la Comunidad de Inteligencia de EEUU (la Cuarta Rama del Gobierno según Tom Engelhardt), agentes patógenos de naturaleza totalitaria y devenidos en Estado paralelo y verdadero poder en la sombra. Trump estaría pensando en borrar definitivamente el estigma impreso por la Administración Bush en los aparatos de poder (establishment) y caso de insistir en su cruzada de limpieza de los agentes patógenos del establishment (Cuarta Rama del Gobierno), asistiremos al inicio de una intensa campaña de descalificación personal y política de Trump en los medios de comunicación dominantes o “mainstream media”, preludio de la gestación de una trama endógena que podría terminar por reeditar el Magnicidio de Dallas (Kennedy,1.963) para lograr que EEUU vuelva a la senda de las seudodemocracias tuteladas por el poder en la sombra (Cuarto Poder).
Dicho complot será una auténtica obra de ingeniería laberíntica que tendrá como cerebros a la Homeland Security-CIA y al Mossad israelí con el objetivo inequívoco de lograr que EEUU vuelva a la senda de las democracias formales tuteladas por el establishment anglo-judío y tras su asesinato, aumentará la presión del lobby pro-israelí de EEUU (AIPAC) sobre su sucesor, el actual vicepresidente Mike Pence, para proceder a la desestabilización de Siria e Irán por métodos expeditivos. Así, la Trilateral EEUU-Gran Bretaña-Israel aprovechará la ocasión para proceder a rediseñar la cartografía del puzzle inconexo formado por los actuales países de Oriente Próximo y Medio y así lograr unas fronteras estratégicamente ventajosas para Israel, siguiendo el plan orquestado hace 60 años de forma conjunta por los gobiernos de Gran Bretaña, Estados Unidos e Israel y que contaría con el respaldo de los principales aliados occidentales, ingresando mientras tanto Donald Trump en el Olimpo ingrávido de los mitos tras la estela de John F. Kennedy.