Por Alberto Galeano
Tal vez lo que más llama la atención de este complicado proceso -que comenzó en enero pasado en Túnez con el derrocamiento de Ben Alí-, es que el camino hacia una transición democrática se está desarrollando en forma mucho más lenta de lo que se creía al principio, señalan analistas.
En Libia, donde gobierna el Consejo Nacional de Transición (CNT) que derrocó a Muammar Kaddafi, el pasado 23 de agosto, las fuerzas de la Organización del Atlántico Norte (OTAN) bombardearon dos ciudades que permanecen leales al ex dictador libio.
Sin embargo, las fuerzas del CNT tuvieron que retirarse de Sirte, una ciudad costera ubicada a 360 kilómetros al este de Trípoli, donde los kaddafistas reunieron armamento pesado y francotiradores.
En una nota en el diario estadounidense The Christian Science Monitor, el analista Scout Baldant se pregunta por qué los dictadores de Medio Oriente enfrentan revueltas civiles y se contesta que los ciudadanos *»tienen ahora más herramientas»* para luchar contra los regímenes encastrados en sus países.
Baldant señala que luego del derrocamiento de Ali, *»muchos ojos pusieron la vista en Zimbabwe, porque existían factores similares en la sociedad civil, bajo el gobierno del presidente Robert Mugabe, ya que sus fuerzas se preparaban para rechazar una eventual insurrección»*.
*»Las protestas han estallado en lugares sorprendentes. Un primer ejemplo hoy es Swazilandia: las manifestaciones contra la última monarquía africana empezaron bien antes que la erupción de la ´Primavera árabe´, y han demostrado ser más duraderas, gracias al apoyo internacional»*, señala.
En Swazilandia, las protestas pro-democracia y en contra de la corrupción del gobierno del rey Mswati III provocaron la detención de numerosos dirigentes sindicales. En la monarquía de Arabia Saudita, otro aliado importante de Estados Unidos, fue notoria la falta de entusiasmo en las segundas elecciones municipales desde 2005, debido a que los sauditas viven en mejores condiciones económicas que sus vecinos, afirma el diario El País, de Madrid. El rey Abdalá, de 87 años, anuló esta semana una condena a 10 latigazos contra una mujer que había manejado un automóvil.
Asimismo, el monarca extendió el derecho a las mujeres para que puedan votar y ser elegidas en las próximas elecciones municipales de 2015, medida que cayó mal en los sectores conservadores de ese rico país petrolero.
En Egipto, en tanto, las primeras elecciones parlamentarias pos-Hosni Mubarak se realizarán el próximo 28 de noviembre, mientras que las del Consejo Shura, que tiene menos poderes que el Congreso, se llevarán a cabo el 28 de enero.
Los egipcios esperan que esta vez no ocurran fraude y otras irregularidades como en los últimos comicios realizados en noviembre y en diciembre pasado, cuando el partido oficialista *»Safwat El Sharif»* ganó casi todas las bancas en la Asamblea Popular.
Estos comicios, precisamente, fueron una de las causas que desataron la rebelión que derrocó a Mubarak, a mediados de febrero pasado, tras gobernar durante 29 años.
Luego de que los palestinos presentaran un pedido a las Naciones Unidas para ser considerados el Estado 194 -o bien, un Estado observador-, el gobierno de Benjamín Netanyahu aprobó esta semana la construcción de 1.100 nuevos asentamientos en tierras anexadas a Jerusalén Este, donde los palestinos quieren proclamar su capital.
Los palestinos señalaron que cualquier tipo de negociación con Israel debe contemplar el congelamiento de la construcción de los asentamientos, cuya última moratoria de diez meses expiró en septiembre de 2010.
Aunque es consciente de que su pedido podría ser vetado por Estados Unidos, el presidente Abbas presentó su reclamo ante el Consejo de Seguridad de la ONU, tras recibir el respaldo de más de cien países.
Sin embargo, el presidente de la Autoridad Nacional Palestina (ANP), que gobierna en Cisjordania, no obtuvo el apoyo del Movimiento de la Resistencia Islámica, Hamas, que controla la Franja de Gaza.
*»Apoyamos el establecimiento de un Estado palestino independiente, pero sin reconocer a Israel como Estado y sin conceder ni una sola pulgada de la tierra entera de Palestina»*, dijo el primer ministro del Gobierno de Hamas, Ismail Haniyeh.
Mientras la *»Primavera árabe»* sigue su curso, un avión no tripulado de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de Estados Unidos mató el viernes al líder de Al Qaeda en Yemen, Anuar el Aulaki, de origen estadounidense, que era considerado el número tres de esa organización fundamentalista.
La noticia, que constituye la más importante victoria contra Al Qaeda desde el abatimiento del líder Osama Ben Laden, el 2 de mayo pasado, ocurre en un momento en que el presidente yemení, Ali Abdalah Saleh, enfrenta protestas desde hace ocho meses contra su gobierno.
La muerte de Aulaki es también considerada un triunfo para el presidente estadounidense, Barack Obama, que atraviesa el periodo de menor popularidad de su mandato, con más de 50% de desaprobación, aunque el mandatario tiene un 53% de respaldo en su lucha contra el terrorismo.
Obama mira con atención lo que está ocurriendo con la *»primavera árabe»*, ya que Washington tiene aliados importantes como Israel y Arabia Saudita que podrían sufrir cambios en sus respectivos países.
Sin duda, Obama sabe que el pedido de Abbas marca una nueva era en el conflicto de Medio Oriente.
Ninguno de los antecesores del mandatario, entre ellos el ex presidente demócrata Bill Clinton, pudieron lograr un acuerdo que reconcilie a israelíes y palestinos.