Con la llegada de los marchadores españoles se hicieron evidentes ciertas diferencias en el funcionamiento de la Asamblea de Indignados de París con ellos, que generó momentos de mucha confusión y un estado un poco babélico. Los problemas de comunicación se fueron solventando por la buena voluntad general y el interés de crear lazos y fortalecer el movimiento que se está construyendo.

Hoy sábado la cita es en la Cité Universitaire a las 11 horas para encontrarse y comer juntos, en un ambiente de camaradería asamblearia. Para más tarde marchar hasta Bastille, por el momento el sitio elegido como símbolo de esta nueva revuelta social. La llegada de la noche permitirá concentrarse en una Asamblea General Indignada.

Los contrastes vividos por los españoles fueron muy interesantes, porque permiten dar una dimensión distinta al accionar parisino. La gente llegada de Santander estaba muy sorprendida de la cantidad de policías que intervenían cercando a los indignados reunidos en Bastilla. Del mismo modo que les resultaba chocante el desconocimiento general en la calle sobre este movimiento. “Es importante que mañana nos hagamos ver” me confiaba una indignada llegada de Santander.

Un francés repatriado hace pocos meses también me aportaba su visión de la Francia que había encontrado. “hay una indiferencia brutal, en la calle se cruzan los ricos con los pobres y ni se miran entre ellos”. “En Cannes era muy explícito ver a una niña de 16, 17 años, que nunca trabajó y que ya va con su Blackberry y un bolso de 5 mil euros” nos relataba. Pero su estupor no terminaba allí, luego de relatarle el funcionamiento de las comisiones de trabajo y los permisos de la prefectura, él me preguntaba agitado “¿Hay que llenar formularios para poderse indignar en Francia?”. Bueno, por lo menos en París la policía debe darte el visto bueno para que cuatro personas se manifiesten en la calle.