Por Rafael Monsalve –
Ante los clamores generalizados del pueblo colombiano por los nefastos efectos de los TLC firmados con Estados Unidos y la Unión Europea, que como consecuencia han producido la pérdida de las cosechas de café, maíz, arroz, papa, y muchos productos más, el despojo de tierras a los campesinos para entregárselas a empresas transnacionales, así como en encarecimiento de los alimentos importados impositivamente desde los Estados Unidos y Europa, la obligación de la compra de semillas transgénicas, el gobierno de Juan Manuel Santos ha respondido con la máxima violencia contra los manifestantes y opositores a sus políticas neoliberales y sumisas a las naciones imperialistas y neocolonialistas.
Los campesinos iniciaron un paro nacional agrario el 19 de agosto, con manifestaciones y marchas pacíficas, acciones no-violentas en la mayoría de los casos y a ellos se fueron sumando otros sectores de la población colombiana como los productores lecheros, los camioneros, mineros artesanales, trabajadores de la salud, empleados bancarios, estudiantes universitarios, cuyas acciones y movilizaciones masivas, sin ningún tipo de armas ni presencia guerrillera, a lo cual el gobierno colombiano respondió con les escuadrones asesinos de la ESMAD, agentes policiales que además de reprimir con inusitada violencia y muerte de varios participantes de las protestas y cientos de heridos, les arrebató los productos agrícolas a los campesinos, robándoles directamente de sus tierras, invadió casas agrediendo a mujeres y niños, violando todos los derechos humanos sin distinción, como se puede constatar en videos y fotografías, testimonios grabados en los acontecimientos, los que se pueden consultar al final de este comunicado.
Finalmente y ante la imposibilidad de seguir ocultando y negando los hechos como lo hacía el presidente Santos, al llegar los manifestantes a Bogotá y al alcanzar un nivel de protesta generalizado en toda la población, el gobierno opta por militarizar todas las ciudades y carreteras colombianas, con el despliegue de más de 50.000 militares, adicionales a los que ya actuaban en las represión. Si no había paro como sostenía el gobierno, si son unos pocos “vándalos y violentos”, ¿por qué el gobierno se ve en la necesidad de tan desproporcionado uso de la fuerza pública? ¿Por qué aplica una violencia con tanta sevicia y perversidad?
¿Es de esta manera que el gobierno de Santos construye la paz? No bastan los diálogos con las guerrillas para obtener la paz en Colombia: Más allá de la paz militar, se requiere construir una cultura y una sociedad exenta de todo tipo de violencia (armada, económica, social, cultural, racial, de géneros, psicológica y religiosa) y eso no se logra con actos de violencia y de guerra como los que efectúa el gobierno colombiano, ni infiltrando agentes de la ESMAD en las protestas, quienes son los que inician actos de vandalismo para justificar la represión oficial. Por lo tanto y en solidaridad con el pueblo colombiano, los humanistas demandamos del presidente Santos y de las fuerzas armadas, el cese de toda violencia, la revisión de los TLC firmados, el desarrollo de políticas que lleven a la justicia social y la democracia real y directa.
Motivamos a la población colombiana a continuar con sus demandas mediante acciones Noviolentas, la desobediencia civil y la resistencia creativa a innovadora siguiendo las enseñanzas de Gandhi, Luther King y Silo, los mayores referentes de la No-violencia activa. A la guerrilla le pedimos no seguir sirviendo de pretexto para la criminalización de la protesta social, reconduciendo su lucha por otras vías. ¡Es con la fuerza de la No-violencia que se derrota a la violencia!