El ataque más reciente hacia los inmigrantes lanzando por el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, que sostiene que deben ser deportados sin la posibilidad de presentarse ante un juez, se produce al mismo tiempo que una serie de protestas continúan a nivel nacional para exigir la reunificación de las familias de inmigrantes que fueron separadas en la frontera, así como el fin de la represión sobre ellas y la abolición del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE, por su sigla en inglés). Cientos de manifestantes están instalados en campamentos que, bajo la consigna “Ocupar ICE”, bloquean edificios del Servicio de Inmigración en las ciudades de Nueva York; Los Ángeles; Portland, Oregon; y Tacoma, Washington. En la localidad de McAllen, en el estado de Texas, un grupo de manifestantes impidió temporalmente que un autobús que transportaba a menores inmigrantes saliera de un centro de detención el sábado, mientras cantaban: “Liberen a los niños”.
También en McAllen, Dolores Huerta; Kerry Kennedy, la hija de Robert F. Kennedy; y otros activistas y celebridades se congregaron cerca del tribunal federal para iniciar una huelga de hambre de 24 horas, con el objetivo de captar la atención en torno a los 2.400 menores inmigrantes que fueron separados de sus padres por la fuerza en la frontera con México durante los últimos dos meses.
Mientras tanto, más de 5.000 personas marcharon en la ciudad de San Diego, en California, mientras que en la ciudad de Emeryville, en el mismo estado, un grupo de artistas trepó una valla publicitaria ubicada en la ruta interestatal 80 y modificó un cartel que originalmente decía: “Hacemos desaparecer la basura”, para que se lean las palabras: “Hacemos desaparecer a los niños. El Servicio de Inmigración”.
Otros cientos de manifestantes se congregaron el domingo en la localidad de Tornillo, en Texas, para exigir la liberación de los menores inmigrantes que se encuentran detenidos en el recientemente instalado campamento a cielo abierto. Las siguientes son palabras de Julián Castro, exsecretario de Vivienda y Desarrollo Urbano, hablando el domingo en una protesta en Tornillo.
Julián Castro expresó: “Y ya sea la prohibición de viaje para los musulmanes, el fracaso en Puerto Rico o esto, las separaciones de las familias [de inmigrantes en la frontera con México], el problema es que este presidente y su Gobierno utilizan la crueldad como pasatiempo. La incompetencia es su protocolo de actuación normal. La división es su herramienta. Y no podemos dejarlo al azar. Debemos asegurarnos de que estos niños se reúnen con sus padres”.
Por otra parte, la secretaria de prensa de la Casa Blanca, Sarah Huckabee Sanders, debió retirarse del restaurante Red Hen, en la ciudad de Lexington, en el estado de Virginia, luego de que los trabajadores del restaurante votaran para expulsarla del local. Sanders es la más reciente de los funcionarios del Gobierno de Trump que enfrenta protestas. La semana pasada habían estado en situaciones similares la secretaria de Seguridad Nacional estadounidense, Kirstjen Nielsen, quien enfrentó protestas en un restaurante mexicano en Washington DC, y el fiscal general, Jeff Sessions, contra quien los miembros de la Iglesia Metodista Unida, a la que pertenece, presentaron cientos de denuncias formales de abuso infantil. Tras ser expulsada, Sanders publicó el nombre y la dirección del restaurante en su cuenta de la red social Twitter.
Todo esto sucede al tiempo que cientos de inmigrantes continúan instalados en campamentos en el lado mexicano de la frontera con Estados Unidos, mientras esperan autorización para solicitar asilo político, de acuerdo con las leyes internacionales. A pesar de la orden ejecutiva firmada por Trump para terminar con la separación de familias inmigrantes en la frontera sur de Estados Unidos, muchos inmigrantes afirman que aún temen que los separen de sus hijos por la fuerza. Las siguientes son palabras de una madre hondureña que espera poder solicitar asilo junto con sus hijos en la ciudad de Reynosa, México, justo del otro lado de la frontera con Mc Allen, Texas.
Una inmigrante hondureña: “Ese es el mayor miedo: ser separada de mis hijos. Huí del peligro en Honduras. Y si me quitaran a mis hijos aquí en Estados Unidos, no sé qué haría. Pienso en esto día y noche, cuando veo a mis hijos, cuando los apronto, cuando están despiertos, cuando me piden comida, cuando van al baño… pienso que las autoridades estadounidenses podrían quitármelos y no sé qué haría. No sé qué pasaría conmigo”.