Resumen de la primera conferencia de Akop Nazaretian, en el posgrado, “Enfoques teóricos sobre la Historia”, organizado por el Departamento de Filosofía de la Universidad Central Marta Abreu de las Villas y con la colaboración del Centro de Estudios Humanistas Toltecáyotl y la Agencia de noticias internacional Pressenza.
23/04/2018.- Se dio inicio al posgrado con las palabras del profesor Rafael Pla León y la conferencia de María Teresa Vila Bormey “El problema de la conciencia histórica y la filosofía de la historia».
Los escenarios globales del siglo XXI a la luz de mega-historia
Akop Nazaretián, 24 de abril de 2018.-
Ayer, nuestra colega, Maria Teresa, nos habló acerca de las concepciones de la historia de Hegel y del marxismo. La próxima semana, el 5 de mayo celebramos el bicentenario de Karl Marx. Por eso quiero comenzar con alguna cita. Marx y Engels escribieron en la primera mitad del siglo XIX “conocemos una sola ciencia: la ciencia de la historia, esta historia se divide en la H de la naturaleza y la H de los hombres”. Por eso anticiparon muchos pasos de la ciencia, pero entonces ni ellos imaginaron que la historia de la naturaleza incluye, no solamente la historia de la Tierra… Los científicos materialistas de entonces imaginaron que la evolución abarca nada más que la Tierra y el Sistema Solar. El Universo no tenía principio, ni fin y por eso resultaba anti-histórico. Se pensó así durante varios decenios más.
Voy a dar otra cita: un científico muy conocido Michio Kaku dijo “Las generaciones que viven hoy son la más significativas de toda la historia y prehistoria humana”. Porque ellos serán los que determinarán si la humanidad prosigue hacia su nueva meta evolutiva.
Posiblemente nuestras esposas actuales estén dando a luz a dioses potenciales, que tendrán acceso a algunas formas de inmortalidad y de dominio cósmico o bien serán una generación de suicidas que comenzarán la caída irreversible de la antroposfera.
En referencia a la Historia Universal, según la entendemos ahora, durante los siglos XVIII y XIX en Europa estaban establecidos tres modelos de la historia; una nueva, la del progreso y el desarrollo, bien geo-centrista, bien lineal que iba de lo peor a lo mejor. Esa era la visión en Europa central, lo demás: Europa oriental, la China, Japón, América, eran considerados periféricos.
Otro modelo más tradicional consideraba que el mundo va cayendo (desde el Siglo de Oro…). Esto estaba apoyado por la termodinámica (el crecimiento de la entropía con el paso del tiempo).
Algunos físicos dijeron: no pueden tener razón ambos modelos. Se hacía entonces una broma sobre la termodinámica comparándola con una vieja tía, que no cae simpática pero siempre resulta que tiene razón.
Entonces comenzaron a considerar que la historia no es única para todas las civilizaciones.
En ese momento, a finales del siglo XVIII se configuró el concepto de Historia en el sentido actual; antes el mismo se utilizaba en número plural: “historias”, como relatos de acontecimientos separados.
En los inicios del siglo XX los europeos entraron en una onda de esperanza. Todo iba a ser mejor: la moral, la economía, etc. Se escribía en libros brillantes y se decía que ¡nunca más podría haber guerras! Se reservaban estas para África, Asia o América; pero Europa quedaría libre de guerras para siempre. La historia y las guerras eran cosas del pasado. Pero las dos guerras mundiales en Europa derribaron el estado de ánimo de los europeos. Ellos tuvieron que reconocer que se habían equivocado. Toynbee escribió que su libro de 16 tomos de estudio de la historia tenía que terminarlo solamente porque lo había prometido.
En los años 80 apareció el concepto de historia global. La historia humana no puede desligarse de los procesos evolutivos de la naturaleza, puesto que la propia historia de la Tierra es parte de la historia del Universo. Durante unos 14.000 millones de años se fueron formando estructuras cada vez más complejas. Desde el Big Bang –que es el horizonte de nuestra visión retrospectiva–las transformaciones en el universo siguen ciertos vectores… En los 70-80 se descubre la flecha cosmológica del tiempo. Hasta ese momento nadie había podido contradecir a la flecha termodinámica del tiempo.
Hoy los astrofísicos presentan dos flechas: la termodinámica y la cosmológica. Estas nos muestran el vector del desarrollo desde las condiciones más caóticas, casuales y simples a las condiciones más complejas. Entre los fascinantes efectos de ese proceso estamos nosotros; nuestro cerebro y nuestro espíritu.
Así se diferenció la historia mundial, la del hombre y la historia universal.
En los primeros mil millones de la evolución, desde el Big Bang, la velocidad de los procesos fue bajando. Esto se consideró el primer estadio de la evolución. Después, a los -10.000 millones de años, en las entrañas de las estrellas de primera generación se sintetizaron los elementos pesados y eso produjo una segunda onda de aceleraciones a partir de la explosión de supernovas. En ese momento se creó un nuevo mecanismo de autoorganización, diferente de los procesos anteriores. (Porque los elementos pesados necesitan energía libre desde afuera). Comenzó el desarrollo hacia la materia orgánica y comenzó una nueva aceleración. Como resultado de eso aparece el Sistema Solar y la Tierra.
Si nos fijamos en la Tierra aparece el siguiente cuadro:
Vertical de Snooks-Panov
Hay bastantes razones para afirmar que la vida no apareció en la Tierra originalmente. Esta muy aceptada la idea de que los primeros organismos vivos son más antiguos que los océanos. Se trata de organismos que pueden viajar en el cosmos en condiciones extremas (sin agua y sometidos a fuerte radiación…).
En la primera fase de la evolución fue muy intensiva la actividad meteórica. Cuando esta actividad se moderó los organismos pudieron comenzar su proceso evolutivo.
Varios científicos observaron que la evolución tenía un ritmo regular… Al comparar precisamente los períodos de existencia libre de crisis globales, investigadores de distintos países, de modo independiente y casi en simultáneo, hicieron un sorprendente descubrimiento. Se trata del australiano Graeme Snooks, el ruso Alexander Panov y el americano Raymond Kurzweil, quienes, al encontrar una secuencia estrictamente logarítmica en el acelerado cambio de fases de la evolución social y pre-social –sin sospechar todavía acerca del trabajo de sus colegas– intentaron continuar retrospectivamente la curva obtenida.
Los tres dieron con el mismo hecho: después de 4.000 millones de años continua la aceleración, siguiendo de manera precisa una fórmula logarítmica. El intervalo entre las catástrofes globales seguidas por las transiciones de fase baja en un tercio. La evolución seguía un horario sumamente regular hasta la aparición del homo sapiens, este loco factor con voluntad propia.
En la Tierra se produjeron fluctuaciones del clima, cambió el nivel de los océanos, se desplazaron los continentes, estallaron volcanes, cayeron cuerpos celestes, se movieron los polos magnéticos; a todo lo cual se sumó el libre albedrío de la extravagante humanidad. Sin embargo, las irreversibles transiciones de fase de la evolución global se sucedieron una a otra cronométricamente. Este hecho sorprendente constituye la más cabal demostración de que los saltos revolucionarios en la historia de la naturaleza y la sociedad fueron provocados, no por cataclismos accidentales, sino por crisis endo-exógenas que se hicieron más frecuentes en la medida que se intensificó la actividad antientrópica.
Esto se explica en los modelos que nosotros llamamos sinergética, los norteamericanos lo llamaban teoría de caos, en Chile autopoesis, los franceses lo llaman termodinámica de desequilibrio.
En el siglo XXI podemos construir un modelo del pasado gracias a que en todos los estadios críticos de la evolución terrestre se realizaron atractores extraños verticales.
Probablemente, algunos de estos episodios cruciales podrían haberse resuelto según un escenario distinto y los acontecimientos realizarse en dirección a un atractor simple u horizontal. El primero es el caso de una degradación de la biosfera (o antroposfera); el segundo, el de una prolongada suspensión de la evolución con estabilización, según el modelo ecólogo-matemático de “lobos – liebres”.
A eso de mediados del siglo XXI aparece lo que se llama en matemáticas el punto de singularidad. Es el punto de la hipérbole donde el valor de las funciones tiende al infinito, la curva se transforma en una recta.
En América, la NASA han formado la Universidad de la Singularidad, en Moscú hemos formado, como preparación para el futuro, el Centro de Mega Historia y Pronosticación Sistémica.
La realidad objetiva es que matemáticamente llegamos a una singularidad. Pero ¿qué está detrás de eso?… Eso es lo que se estudia. Así, llegamos a una bifurcación. Los últimos mil millones de años de evolución han de resolverse en los próximos decenios.
Detrás de la singularidad puede comenzar la rama descendiente la historia. El atractor indica que la Tierra volverá a ser un cuerpo normal como la Luna o Marte, privado de la vida (espiritual, filosófica, etc.). Esto no tomará millones de años, puede ser algo de días o milenios, porque será el resultado de la actividad humana. Varios filósofos especularon con esta posibilidad, pero imaginaron que iba a ocurrir dentro de decenas de millones de años, como un proceso natural.
El padre de la nanotecnología Eric Drexler avisó que pronto se podrán hacer nanobacterias atacantes. Las bombas atómicas son armas viejas que ya no sirven para mantener el equilibrio, las nuevas son armas más modernas, más baratas y tal vez más accesibles. Entonces una de los escenarios es la posibilidad de eliminar toda la población de una determinada etnia.
Otro atractor, el horizontal, indica que la humanidad al haber alcanzado bastante estabilidad, pierde interés por la vida exterior y escapa hacia la vida virtual (en el mundo virtual se realiza toda la actividad vital).
La otra posibilidad es que el ciclo planetario de la evolución se transforme en un gran ciclo cósmico acompañado de profundas transformaciones del ser humano (una onda de choque intelectual hacia afuera del “planeta alcoba”).
Los físicos del siglo XX, casi unánimemente escribían, que la mente, el intelecto, la cultura espiritual y toda la sociedad son epifenómenos del desarrollo de las estructuras físicas y nada más y no pueden jugar ningún papel en la vida del universo; son un fenómeno secundario.
En el siglo XX solamente algunos físicos soviéticos, influidos por el llamado cosmismo ruso (filosofía cosmista) se atrevieron a escribir que –tal vez– el hombre a través del intelecto podría hipotéticamente cambiar estructuras del universo.
Steven Weinberg (ganador del Nobel de Física 1979) escribió: «El esfuerzo para comprender el universo es una de las pocas cosas que eleva la vida humana por encima del nivel de la farsa y le imprime algo de la elevación de la tragedia.» Nuestra existencia es una farsa. Y los filósofos materialistas escribieron lo mismo: que, desde el punto de vista cósmico, lo que hacemos es una farsa. Esto nos da un matiz de una gran tragedia.
Otros hablaban también en este sentido, del crecimiento de la entropía y la basura cósmica (asimilándolo al proceso humano).
Estas fueron hipótesis exóticas del siglo pasado, pero a partir del siglo XXI, el ambiente intelectual en física comenzó a cambiar radicalmente. Hoy es posible leer en la prensa especializada, que la conciencia es una esencia cosmológica, que nuestra presencia en el Universo no es casual, que la conciencia es una realidad más fundamental que los átomos y que el futuro del Universo fundamentalmente depende de nuestro conocimiento humano en sentido amplio.
No son rusos, no son filósofos, no son psicólogos, quienes afirman esto. Si lo hubieran escrito psicólogos… Pero ellos son astrofísicos profesionales y dicen, que cuando el intelecto toma el poder de los procesos físicos del Universo forma después nuevos Universos por medio de una explosión dirigida a un agujero negro. Hablan también de una selección drawiniana en los Universos (suena un poco ridículo, pero se escribe en serio por científicos que cuentan con reconocimiento mundial). Los Universos artificialmente formados desecharían a los formados de manera natural…. (1)
La psicología, en particular la Gestalt mostró que el diapasón del manejo de energía cósmica no tiene límites, que cualquier constante existe como estándar dentro de cierto modelo. Siempre se puede encontrar un metamodelo aunque las formas varíen. Según esto el Cosmos debería estar lleno de las poderosas civilizaciones. Pero desde el inicio de los años 50 se produce la paradoja que señala el gran físico italiano, Enrico Fermi, que se enuncia fácilmente: ¿dónde están?
Según todas las teorías actuales cosmológicas se observa que en algunos lugares la vida debe haberse formado mucha antes que en la Tierra. Entonces, en los últimos años la tecnología astronómica descubre 2 planetas nuevos cada semana. Están registrados en los últimos años algunos planetas muy parecidos a la Tierra, pero no hay ninguna muestra de alguna actividad intelectual fuera de la Tierra, por lo que la paradoja de Fermi se agudiza cada vez más.
Ante esto hay diversas teorías pintorescas, como que los extraterrestres se esconden esperando a que la humanidad supera la etapa de agresividad, por ejemplo. Más recientemente se habla de silencio del Cosmos: posiblemente el Cosmos está silencioso porque la metagalaxia no ha producido todavía un intelecto conmensurable con su propósito universal.
En la historia evolutiva, en cada caso los acontecimientos podrían haber ocurrido de otra manera. Tenemos el ejemplo de la crisis de los misiles en Cuba. Es un milagro que no estallara una guerra nuclear en aquel momento. En aquel momento no se le temía especialmente a la guerra nuclear. En China por ejemplo se llegaba a decir que los supervivientes de una guerra nuclear vivirían mejor.
El ambiente de aquel momento era de no futuro, los hippies por ejemplo hablaban de libertad ahora, vivir el momento, amor ahora. Prácticamente el siglo XX estaba terminado en estas condiciones.
Según el principio de implementación todo lo que puede ocurrir ocurre. Entonces debería haber otros planetas donde se dieron otros escenarios.
En las hipérboles, cuando analizamos cada transición, vemos claramente que podría haber ocurrido lo contrario: la degradación. Nosotros vivimos en este planeta gracias al hecho de que en cada caso se realizó el atractor extraño vertical.
Debe haber otros planetas donde una crisis como la del Caribe, o la del Paleolítico habrán sido definitivas. Podemos suponer que muy pocos llegan a su meta evolutiva y que muchos quedan como desechos de la evolución.
Si aceptamos esto, podemos pensar que la situación actual se corresponde con una etapa decisiva del proceso evolutivo.
Uno de los escenarios destructivos en este momento es el siguiente:
Nosotros estamos observando ahora y estudiando detalladamente la situación de Norteamérica, de América latina, del Oriente Medio, de Rusia… observando que se da un proceso de renacimiento religioso, un renacimiento del fundamentalismo socialista nacionalista, patriótico… La misma idea de los intereses nacionales, cuando nadie puede elegir la nación en la que nace… ¿Y cuál es la diferencia entre interés, ambición, provecho o un capricho? ¿Cuál es la diferencia? Y estas frases vacías son las que impulsan.
Si este proceso de fundamentalismo sigue, puede resultar irreversible, una caída a la Edad Media. Pero la Edad Media de nuestro tiempo no puede alimentar a 7.000 millones de habitantes. Eso significa la perdida de la memoria, con las viejas tecnologías. Entonces comienza la guerra de todos contra todos. Además, todas las armas químicas, atómicas que se quedan descuidadas… Así se llega a lo que los científicos llaman equilibrioesfera. Ahora vivimos en una esfera de desequilibrio sostenible. La vida es el equilibrio sostenible.
Luego vamos a hablar del humanismo, de cómo el futuro depende del desarrollo del humanismo. Eso no es el capricho de algunos –“buena gente los humanistas”– es el imperativo de supervivencia de nuestro planeta y de la especie humana.
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1: Cita del redactor:
Muchos planteamientos que tratan de sintonizar los más recientes descubrimientos de la física y de la cosmología con otras áreas del pensamiento humano se inscriben en el denominado “principio antrópico” corriente que surge a finales del siglo XX.
En referencia a lo dicho por Nazaretián en su charla, Michio Kaku expone lo siguiente en su libro “Física de lo imposible”.
“Si concentramos suficiente energía en un punto, todo lo que tendríamos sería un colapso del espacio-tiempo en un agujero negro” (…) “Es concebible que una civilización centenares de miles o un millón de años más avanzada que la nuestra fuera capaz de dirigir un agujero negro semejante en la dirección de un blanco”.